Guillermo Nova - Agencia DPA
SANTIAGO DE CUBA.- En cualquier barrio o pueblo de Cuba se puede encontrar la imagen de Fidel Castro con alguna de sus famosas frases, pero no hay sellos postales o retratos oficiales en las oficinas públicas. Tampoco a partir de ahora su nombre estará en hospitales, colegios o calles.
“El líder de la revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida”, dijo Raúl Castro durante el acto celebrado en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba.
Antes de fallecer Fidel pidió que “su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos ni erigir en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo”.
A pesar de la renuncia al culto a la personalidad, durante décadas la maquinaria de propaganda política produjo carteles o murales donde salía Fidel con su característico uniforme verde olivo.
El lema “Patria o muerte”, junto a su imagen a la entrada de fábricas y frases como “Revolución es no mentir jamás, ni violar principios éticos” se podía ver en vallas situadas a lo largo de las carreteras del país. Mientras que en los estadios de béisbol es frecuente leer en las gradas “El deporte es un derecho del pueblo”.
El presidente cubano señaló que la voluntad de Fidel se garantizará con medidas legales que se introducirán en la próxima sesión de la Asamblea Nacional, aunque no se han dado fechas de su celebración.
“Siempre nos hemos expresado contra toda manifestación de culto, de endiosamiento a los líderes, es una tradición que realmente hemos establecido”, dijo Fidel al nicaragüense Tomás Borge en una entrevista que dio origen en 1992 al libro “Un grano de maíz”.
El título del libro recuerda la frase del héroe nacional José Martí: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. Precisamente, ayer Fidel Castro fue enterrado en el Cementerio de Santa Ifigenia cerca de Martí.
Una vez retirado del poder en 2006, líderes latinoamericanos como Hugo Chávez lo siguieron considerando un “padre político” y fueron frecuentes sus visitas a la isla para reunirse con él para hablar de la actualidad regional.
Escritores como el francés Ignacio Ramonet en su libro “Cien horas con Fidel” o el cineasta estadounidense Oliver Stone en su documental “Comandante”, le preguntaron en entrevistas cómo quería ser recordado tras su muerte.
Siempre evadió la respuesta y consideró que había que contrarrestar el culto a la personalidad, porque los que dirigen “son hombres y no dioses”. Aún así, en Cuba el ex presidente siempre fue conocido como Fidel a secas, o el Comandante, y también recibió apodos como “fifo” o “el caballo”. El propio Fidel pidió ser cremado, tal vez por su rechazo a ser honrado como otros líderes comunistas, cuyos cuerpos han sido conservados. (DPA)