Video: fiebre del lunes por la noche en Yerba Buena

Video: fiebre del lunes por la noche en Yerba Buena

El champán fue la bebida más elegida por los tucumanos esa noche. Había botellitas de 350 ml para pedir sin límite en la barra o a los mozos que se paseaban por el local.

23 Noviembre 2016
Llega el lunes y sabés lo que eso significa: el “otro yo”, el responsable -que habías dejado atrás el viernes pasado, en la última hora de trabajo, para poder disfrutar del fin de semana-, vuelve a aparecer para continuar con las obligaciones durante cinco días más. En la noche del lunes, alrededor de 1.000 tucumanos eligieron hacer esperar un poco más a ese lado exigente y desafiaron a la rutina. Nada les aguó la fiesta, ni siquiera la lluvia.

La inauguración de Johnny B. Good en Yerba Buena logró casi lo imposible: convirtió el primer día de una semana común y corriente en el más esperado. Algunos fueron de uniforme, después del trabajo; otros, estaban preparados con paraguas y pilotos para poder disfrutar del show en vivo al aire libre.

El lugar, que promete ser “la casa de la música”, recibió a la gente con un sinfín de bebidas que duraron hasta la última hora del evento y alrededor de 75 empleados se desplazaron por todo el local, atentos a que ninguna mano esté vacía de algún bocadito dulce o salado, como muestra de la carta que tendrán disponible todos los días.

“Mañana trabajo a las ocho de la mañana, pero no me importa. Estoy divertida, la estoy pasando fantástico” dijo Nelly María Fiad, que asistió al evento. Además agregó que le encantó el lugar, la gente que asistió y sobre todo, que la provincia tenga nuevos proyectos.

Al principio los invitados estaban expectantes, un tanto observadores, pendientes de lo que sucedía en el lugar y de quiénes estaban presentes. Cerca de la medianoche, el escenario tembló con la música de Javier Calamaro, acompañado por el cantante de Virus, Marcelo Moura, y logró romper el hielo. Las mujeres se olvidaron del glamour y eligieron mojarse bajo la lluvia mientras cantaban. Los hombres dejaron de lado la camisa pulcra y bien planchada y se unieron a esa locura. Saltaron durante casi 40 minutos bajo el agua y entraron al lugar con ganas de seguir disfrutando. “Mañana hay que trabajar a las 7. Mañana, todos arriba”, dijo Alejandro Suárez, como si dormir sólo cinco horas fuese suficiente para él.

El local parecía una pequeña “ciudad de las luces”. Eran las tres de la mañana y todo había terminando. La estructura completamente forrada con figuras del rock en blanco y negro se iluminaba con 20 pantallas y una inmensa pared de led detrás de la barra principal, con el título de una canción de la banda australiana AC/DC: “Have a drink on me. The bar” (Te invito una bebida. El bar).

Ya había llegado el martes, la madrugada avanzaba y en pocas horas había que trabajar. Sin embargo, parecía no importar. El “otro yo responsable” te decía al oído que todo estaba bien y que ese “permitido” había valido la pena.

Comentarios