20 Noviembre 2016
facebook jorge ariel rodríguez
El concepcionense Jorge Rodríguez se reparte en el deporte y su profesión de médico cirujano. Sus dos pasiones se unieron hace algunas semanas en León (México), adonde había ido a participar del DecaultraTri, un quíntuple Ironman. Más allá de que fue uno de los seis participantes que logró completarlo, el tucumano fue noticia por reconstruirle el rostro a un participante noruego, Henning Olsrud, que se había accidentando durante la competencia.
- Lo hecho habló por vos. Incluso recibiste reconocimientos en la Legislatura y en tu ciudad natal. ¿Cuál es tu historia de vida?
- Mi origen es humilde, pero supe cómo salir adelante. Soy hijo de padres que nacieron en zonas rurales: mamá en Las Lenguas, y papá en Piedra Grande (Alpachiri). Al secundario lo hice en la Escuela de Comercio y luego de recibirme de médico en Córdoba me fui tres años y medio a EE.UU. Estuve como becado en la Universidad de California de Los Ángeles. Mientras tanto, hacía rotación en el hospital en cirugía. Volví a la Argentina en 1998 porque no pude revalidar el título y empecé a trabajar en el Padilla. Al tiempo volví a EE.UU. a hacer residencia de cirugía plástica y reconstructiva. Hasta que retorné al país, y ya fue para trabajar en mi ciudad.
- ¿Y cuál es tu historia en los deportes antes de esta experiencia?
- Siempre hice deportes: fútbol, natación, bicicleta, gimnasia deportiva, rugby en Huirapuca. Tengo amigos que hacen lo mismo y comparto experiencias, aunque no tengo tanto tiempo para entrenar; aprovecho en las siestas y muy temprano a la mañana. En mi caso, priorizo al trabajo.
- Unís medicina, deportes, y también un poco de turismo...
- Mientras puedo, viajo, solo o con amigos, Me gusta competir. Lástima que cuando uno está afuera, por lo económico uno se limita en muchas cosas. Por ello, a la prueba de México casi no voy; el organizador me ofreció su casa, aunque terminé yendo a un hotel. Viajé mucho siguiendo pruebas de ultradistancia Este año ya fui a Lanzarote (Islas Canarias) a un Ironman. Estuve dos veces en Francfort, Cozumel (México) Brasil, Saint George (Utah), Texas, Gales. Quiero volver a México en 2017. En vez de cinco Iron Man, se van a hacer diez, en días seguidos. En febrero pretendo ir a hacer el Cruce de los Andes, un desafío que se extenderá por tres días.
- Más allá de esta experiencia en particular, ¿viviste antes situaciones similares?
- Sí, claro. Muchas veces me sacaron de la cama, o de un entrenamiento, para suturar a alguien que se lastimó jugando al rugby o al hockey, y haciendo ciclismo. Yo lo hago con gusto, de hecho a veces ni les cobro a los pacientes. Es que yo no vivo de eso. Sí me queda claro que hice en México lo podría haber hecho aquí, sin ninguna duda.
-¿Cómo catalogas a la experiencia?
- Como una casualidad. Yo me había caído en un puente y al noruego le pasó lo mismo dos kilómetros atrás. Llegamos juntos a la meta y nos llevaron al hospital. Al ver la situación, me dije “pobre, tengo que ayudarlo”. Le comenté que me iba a quedar tranquilo si me autorizaban a que le haga la práctica, que era importante. Lo calmé con eso. Llegó la autorización oficial de las autoridades mexicanas de salud, pedí lo que era necesario y estuve unas tres horas haciéndole la cirugía.
- ¿Y luego qué pasó?
- Después de la práctica él me imploraba que lo deje seguir. Aun le faltaba la maratón y a mí los 61 kilómetros de bicicleta, más la maratón. Le dije que camine, me hizo caso y terminó. Al otro día de la prueba, empecé a curarlo porque ambos estábamos en el mismo hotel. Eso ocurrió dos noches, hasta que yo me fui al Distrito Federal; él se volvía a Noruega. Fui su médico personal: todo lo que necesitaba lo compré en una farmacia. No podría haberlo hecho si estaba, por ejemplo, en EE.UU. Luego supe que él llegó a Noruega y al día siguiente lo vio un cirujano, que le confirmó que todo lo que le había hecho estaba bien.
- ¿Mantenés contacto con él?
- Casi todos los días. Vive en Oslo, trabaja en cuestiones de software. Incluso, le dije en su momento que pretendía hacer un triatlón en Noruega, que se llama Norseman. Es extremo: se nada en un lago con agua con hielo, se trepa a una montaña. Me inscribí cuatro años seguidos: son más de 3.500 las solicitudes y quedan 250. Tenía esperanzas de ir esta vez y visitar a mi amigo, pero no podrá ser porque otra vez no fui seleccionado y es una pena. Él me había ofrecido ser mi asistente.
- Llegado el caso, ¿volverías a hacer lo que hiciste?
- Mientras pueda, no tengo problemas. Siempre tuve un lado solidario. Mucha gente lo sabe.
- Lo hecho habló por vos. Incluso recibiste reconocimientos en la Legislatura y en tu ciudad natal. ¿Cuál es tu historia de vida?
- Mi origen es humilde, pero supe cómo salir adelante. Soy hijo de padres que nacieron en zonas rurales: mamá en Las Lenguas, y papá en Piedra Grande (Alpachiri). Al secundario lo hice en la Escuela de Comercio y luego de recibirme de médico en Córdoba me fui tres años y medio a EE.UU. Estuve como becado en la Universidad de California de Los Ángeles. Mientras tanto, hacía rotación en el hospital en cirugía. Volví a la Argentina en 1998 porque no pude revalidar el título y empecé a trabajar en el Padilla. Al tiempo volví a EE.UU. a hacer residencia de cirugía plástica y reconstructiva. Hasta que retorné al país, y ya fue para trabajar en mi ciudad.
- ¿Y cuál es tu historia en los deportes antes de esta experiencia?
- Siempre hice deportes: fútbol, natación, bicicleta, gimnasia deportiva, rugby en Huirapuca. Tengo amigos que hacen lo mismo y comparto experiencias, aunque no tengo tanto tiempo para entrenar; aprovecho en las siestas y muy temprano a la mañana. En mi caso, priorizo al trabajo.
- Unís medicina, deportes, y también un poco de turismo...
- Mientras puedo, viajo, solo o con amigos, Me gusta competir. Lástima que cuando uno está afuera, por lo económico uno se limita en muchas cosas. Por ello, a la prueba de México casi no voy; el organizador me ofreció su casa, aunque terminé yendo a un hotel. Viajé mucho siguiendo pruebas de ultradistancia Este año ya fui a Lanzarote (Islas Canarias) a un Ironman. Estuve dos veces en Francfort, Cozumel (México) Brasil, Saint George (Utah), Texas, Gales. Quiero volver a México en 2017. En vez de cinco Iron Man, se van a hacer diez, en días seguidos. En febrero pretendo ir a hacer el Cruce de los Andes, un desafío que se extenderá por tres días.
- Más allá de esta experiencia en particular, ¿viviste antes situaciones similares?
- Sí, claro. Muchas veces me sacaron de la cama, o de un entrenamiento, para suturar a alguien que se lastimó jugando al rugby o al hockey, y haciendo ciclismo. Yo lo hago con gusto, de hecho a veces ni les cobro a los pacientes. Es que yo no vivo de eso. Sí me queda claro que hice en México lo podría haber hecho aquí, sin ninguna duda.
-¿Cómo catalogas a la experiencia?
- Como una casualidad. Yo me había caído en un puente y al noruego le pasó lo mismo dos kilómetros atrás. Llegamos juntos a la meta y nos llevaron al hospital. Al ver la situación, me dije “pobre, tengo que ayudarlo”. Le comenté que me iba a quedar tranquilo si me autorizaban a que le haga la práctica, que era importante. Lo calmé con eso. Llegó la autorización oficial de las autoridades mexicanas de salud, pedí lo que era necesario y estuve unas tres horas haciéndole la cirugía.
- ¿Y luego qué pasó?
- Después de la práctica él me imploraba que lo deje seguir. Aun le faltaba la maratón y a mí los 61 kilómetros de bicicleta, más la maratón. Le dije que camine, me hizo caso y terminó. Al otro día de la prueba, empecé a curarlo porque ambos estábamos en el mismo hotel. Eso ocurrió dos noches, hasta que yo me fui al Distrito Federal; él se volvía a Noruega. Fui su médico personal: todo lo que necesitaba lo compré en una farmacia. No podría haberlo hecho si estaba, por ejemplo, en EE.UU. Luego supe que él llegó a Noruega y al día siguiente lo vio un cirujano, que le confirmó que todo lo que le había hecho estaba bien.
- ¿Mantenés contacto con él?
- Casi todos los días. Vive en Oslo, trabaja en cuestiones de software. Incluso, le dije en su momento que pretendía hacer un triatlón en Noruega, que se llama Norseman. Es extremo: se nada en un lago con agua con hielo, se trepa a una montaña. Me inscribí cuatro años seguidos: son más de 3.500 las solicitudes y quedan 250. Tenía esperanzas de ir esta vez y visitar a mi amigo, pero no podrá ser porque otra vez no fui seleccionado y es una pena. Él me había ofrecido ser mi asistente.
- Llegado el caso, ¿volverías a hacer lo que hiciste?
- Mientras pueda, no tengo problemas. Siempre tuve un lado solidario. Mucha gente lo sabe.
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