Sara Barderas - Agencia DPA
WASHINGTON.- El eje de izquierdas que marcaba el relato político en América Latina cuando Barack Obama asumió en 2009 la presidencia está en retirada. A la vez, en la región se han abierto nuevos escenarios con la reanudación de las relaciones con Cuba y el proceso de paz en Colombia. ¿Cómo serán las relaciones con los vecinos del sur cuando Hillary Clinton o Donald Trump entre en la Casa Blanca? Los analistas consultados coinciden en que Clinton mantendría la continuidad, con matices en algún tema, y que todo sería distinto con un impredecible Trump.
“Por su retórica antiinmigrante y antilatina, una presidencia de Trump sería recibida con frialdad y hostilidad por muchos gobiernos latinoamericanos, tanto de izquierda como más moderados”, opina Michael Shifter, presidente del centro de análisis Inter-American Dialogue. “Trump es muy impopular en América latina, y su lenguaje racista, su retórica proteccionista y su desprecio por las reglas básicas de la diplomacia harían muy difícil mantener buenas relaciones”, añade.
Los Gobiernos de los países latinoamericanos se han mantenido al margen de la contienda electoral, también México, protagonista indeseado de la campaña por las arremetidas de Trump a sus inmigrantes, el muro que quiere en su frontera y la guerra comercial con la que amenaza a un país que envía a Estados Unidos el 80% de sus exportaciones.
En privado, diversas administraciones admiten que prefieren a Clinton. Trump “sería un huracán de más intensidad, en particular si cumple con lo que ha venido mencionando en su campaña”, dijo el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens.
Los discursos
Una victoria del republicano, apunta Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto Cato, podría favorecer discursos ideológicos en retirada. “Daría un nuevo aire al populismo de izquierda, para el cual explotar sentimientos antiestadounidenses ha sido más difícil teniendo a un presidente popular en la Casa Blanca”, dice. “Trump sería el nuevo “bêtenoire” de los populistas regionales, como en su momento fue George W. Bush”.
El mayor logro regional de Obama fue recuperar las relaciones con Cuba. Trump quiere retroceder. “Revertiré las órdenes ejecutivas y concesiones a Cuba de Obama hasta que las libertades sean restauradas”, dijo, aunque sin aclarar si romperá los lazos diplomáticos. Con Clinton se espera una continuidad hacia Cuba. La ex secretaria mantendría el acercamiento de Obama, pero el levantamiento de sanciones no tiene la misma prioridad.
En el caso de Venezuela, es de esperar una mayor contundencia hacia el Gobierno de Maduro de la que ha tenido Obama. Maduro evita pronunciarse por uno de los dos candidatos: “Nosotros no podemos esperar nada bueno de ninguno de ellos. Ni el Trump ni la Clinton vienen con buenos deseos e intereses para Venezuela ni para América latina”, dijo.
En las áreas que definen la relación con los países de la región, de Clinton se espera lo que Shifter califica de “enfoque pragmático orientado hacia la cooperación económica”, es decir, continuidad en comercio, política antidroga e inmigración. Pero la demócrata quiere reformular el Tratado de Libre Comercio con México. En Colombia, donde Obama respaldó a Santos en el proceso de paz, el Ejecutivo sigue neutral. (DPA)