Martín Bialecki - Agencia DPA
WASHINGTON.- Si la candidata demócrata Hillary Clinton llega a la Casa Blanca, uno de sus mayores problemas podría ser el género opuesto de su país. Y no por motivos de emancipación, clichés de género o por la antipatía que muchos hombres han mostrado ante la perspectiva de tener a una mujer en el Despacho Oval, sino por una serie de cifras alarmantes.
Y es que son, sobre todo, los hombres, los que sufren problemas económicos, culturales o presiones sociales en Estados Unidos. Más del 20% de los hombres de entre 20 y 65 años no tenían empleo en 2015, en total unos 20 millones de personas.
Y otros 20 millones de hombres tienen antecedente penales, aunque hay que matizar que este registro se hace en EEUU con más rapidez que en otros países. Su número es importante porque sus perspectivas de integrarse en el mercado laboral suelen ser más difíciles. Además, de los casi dos millones de presos en el país, casi 1,8 millón son hombres.
Los hombres suponen sólo el 42% de los licenciados universitarios, un auténtico handicap en un mercado laboral que exige cada vez aptitudes más elevadas. Al mismo tiempo, desde hace años cada vez hay menos empleos bien pagados para los que no se requiera una alta cualificación.
Los avances técnicos aumentan ese problema, por ejemplo ante las perspectivas de un futuro con camiones que no requieran conductor. En un país de enormes distancias, el camión es para muchos hombres una de las últimas posibilidades de tener un empleo.
Nicholas N. Eberstadt ha elaborado el estudio “Men without work” (Hombres sin empleo) para el “think tank” American Enterprise Institute tras estudiar numerosos datos. Según sus conclusiones, siete millones de hombres de entre 25 y 55 años abandonaron la búsqueda de empleo.
Las consecuencias van más allá del mercado laboral: esos hombres se dedican unas cinco horas y media a ver la televisión, no se ocupan de sus hijos ni del hogar y un tercio consumen drogas.
Ellos se ven atraídos por las promesas de Donald Trump de volver a llevar la industria a Ohio, Indiana o Illinois. Los hombres quieren creer que pueden dar marcha atrás en el tiempo o al menos detenerlo. Pero ni siquiera un millonario puede devolver EEUU a la época industrial.
Adicciones
Alan B. Krueger, de la Universidad de Princeton, asegura sin rodeos que “nuestro mayor problema social son los hombres”. Una gran cifra es adicto a los analgésicos, porque no tienen perspectivas de conseguir un trabajo, están insatisfechos con su empleo o porque tienen dolores físicos.
En el sector educativo, sólo el 20% de los profesores son hombres en la primaria, y en el sanitario, son sólo el 9% de los enfermeros. Y sin embargo, la salud, la educación y la administración son los sectores en los que los investigadores ven más posibilidad de empleo en el futuro.
¿Y Clinton? La candidata señaló que, si llega a la Presidencia, en sus primeros 100 días quiere aplicar un programa de infraestructuras por U$S 275.000 millones, buscando aliviar a la clase obrera, a corto plazo. A largo plazo, a Clinton le podría convenir centrarse en los problemas de los hombres, de cualquiera. El diario “The New York Times” lo resume así: aunque (a los hombres) no les guste Clinton, necesitarán su ayuda. (DPA)