Pocos tópicos escapan a la mirada crítica de Mario Vargas Llosa. El escritor peruano, celebrado como novelista y no exento de polémicas por sus posicionamientos políticos, habla con la agencia DPA acerca del periodismo serio y del amarillista; a la vez que de los riesgos de la democracia. Revela cuál fue el libro que más le costó escribir, al tiempo que reniega de la cultura del entretenimiento y del premio Nobel de Literatura (que él recibió en 2010) que acaban de darle al cantante Bob Dylan. Sólo declara no tener certezas sobre el origen de su inspiración, en una entrevista con motivo de la presentación de la versión en alemán de su libro “Cinco esquinas” en Berlín.
- ¿Por qué ambientó su nueva novela en la época del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000)?
- Pues es difícil de contestar esa pregunta para mí, porque nunca sé exactamente por qué escribo sobre ciertos temas. Es un proceso bastante misterioso, que comienza generalmente con algunas imágenes. Esas imágenes producen un fantaseo, que es el embrión de una historia, pero nunca sé por qué ciertas imágenes tienen ese don como fecundante de historias y otras muchísimas experiencias no. Creo que en este caso lo que me impresionó muchísimo en esa época en el Perú fue la manera en que la dictadura usó la prensa amarilla para intimidar a los críticos, para castigarlos, bañándolos en escándalos generalmente inventados o exagerados y eso produjo no sólo consecuencias políticas, sino también muy negativas en la prensa en general. Creó una afición por la información escandalosa que explora la intimidad de las personas (...) Eso es un fenómeno que por desgracia se da hoy día en el mundo entero. Una prensa que no respeta la privacidad y que vive del escándalo y del amarillismo.
- Desde entonces han pasado 16 años y aún así el partido de Keiko Fujimori obtuvo en las pasadas elecciones la mayoría absoluta en el Congreso. ¿A qué se debe que el fujimorismo aún sea tan fuerte?
- Todas las dictaduras dejan siempre una coleta que dura (...) En el caso del Perú hay dos razones para la supervivencia del fujimorismo: una es que tiene muchos recursos, porque se robó en la época de la dictadura de una manera vertiginosa sin precedentes en la historia del Perú y entonces tienen muchos medios y pueden mantener la propaganda, la estructura del partido. Y por otra parte, hay una mitología respecto a Fujimori sobre que acabó con el terrorismo, que aunque robó hizo obra. Todas esas fantasías que rodean siempre a las dictaduras. Pero yo creo que es un proceso que se va extinguiendo poco a poco. Todas las dictaduras en el Perú han dejado partidos políticos, que trabajan en democracia, pero al final esos partidos se van extinguiendo poco a poco y creo que es lo que va a ocurrir con el fujimorismo también.
- ¿De aquí a cuántos años vista?
- Espero que ese proceso se acelere. Ya van 16 años desde la caída de la dictadura. Hemos tenido cuatro gobiernos democráticos. Mi esperanza es que no resucite el fenómeno de la dictadura. Creo que el país está mucho más orientado hacia la vida democrática. Creo que en general en América Latina hay un proceso que no conduce a la dictadura, sino más bien cada vez más a reforzar las instituciones democráticas.
- El régimen de Fujimori se valió de la prensa amarilla para intimidar, callar y castigar a los críticos. ¿Cree que ese amarillismo peligroso es cosa del pasado?
- Es muy peligroso, porque creo que deja una huella en el periodismo serio. Por otra parte es un fenómeno de nuestra época. La prensa amarilla, la prensa de escándalo tiene muchísimo público. No hay país que se libre en nuestro tiempo de esa prensa que desnaturaliza el periodismo invadiendo la vida privada, utilizando el escándalo para alimentar esa curiosidad morbosa. Creo que es un fenómeno cultural que está detrás del amarillismo.
- Esa invasión a la privacidad que menciona, ¿en cierta manera se siente también parte de ello?
- Me siento víctima más bien. Desgraciadamente es un fenómeno que he podido comprobar en carne propia.
- ¿Qué hacer para evitarlo?
- Pues yo creo que el problema es que no se puede resolver fácilmente, porque creo que es un efecto, no es una fuente. Es un efecto de lo que es la vida cultural de nuestro tiempo. La cultura se ha convertido en entretenimiento, en diversión, y entonces no hay nada más divertido que explorar maliciosamente la vida privada de las gentes conocidas, artistas, políticos, escritores (...) Hay un morbo que se alimenta con eso y por eso es que esa prensa tiene tanto público. No sólo la prensa. En España, por ejemplo, los programas de televisión dedicados a la pura chismografía son muy populares. Es muy difícil corregir esa orientación si hay un público que la mantiene, que la financia, que la sostiene.
- Viendo la prensa y la televisión, pero en tiempos de Twitter, de las redes sociales, ese problema parece aún mucho más grave.
- Sí, mucho más grave, porque digamos que esa gran revolución audiovisual que ha tenido efectos muy positivos, por ejemplo, que hoy día es prácticamente imposible establecer sistemas de censura. ¿Qué es negativo en eso? Negativo es el hecho de que a uno le puedan usurpar la identidad y por desgracia es un fenómeno que yo he vivido. A mí me felicitaron en la Argentina, una señora en la calle, por haber escrito un elogio a la mujer. Yo pensé, “la mujer se ha equivocado, me ha confundido con alguien”. Sin embargo, unos días después, al llegar a Lima un amigo me dice: “Cómo has podido escribir esa cursilería tan espantosa del elogio a la mujer” y yo: “pues no he escrito ningún elogio a la mujer, qué tontería es esto”. Y me mandó el texto. Un texto con mi nombre que nunca escribí y que no había manera de averiguar de dónde salía, porque no se puede averiguar si está bien hecho. A mí me han atribuido, por lo menos que yo sepa, por lo menos tres artículos. Uno, por ejemplo, que es muy perverso porque es un insulto a los argentinos, que utiliza textos que efectivamente yo había escrito criticando a gobiernos argentinos y entonces deformando todo eso con insultos personales. Una cosa escandalosa. Nunca pude averiguar de dónde salió, quién inventó esa historia.
- ¿Se maneja en redes sociales?
- No, yo no me manejo en las redes sociales. Yo no tengo ni tweets. No tengo absolutamente ningún interés en entrar en toda esa forma que yo creo que es muy degradada de la cultura (...). Es una revolución que por una parte tiene efectos muy positivos y por otra permite que las pesadillas, por ejemplo, de (George) Orwell sobre un mundo de autómatas gobernado por la tecnología sea hoy día una posibilidad real. Si no nos defendemos contra eso podemos ser víctimas de nuestras grandes invenciones tecnológicas.
- La concesión del Premio Nobel de Literatura al cantante Bob Dylan desató una acalorada discusión en las redes sociales. ¿Le sorprendió la decisión?
- Me sorprendió mucho. Creo que es una manifestación de esa frivolización de la cultura en nuestro tiempo. Bob Dylan es un buen cantante, pero no es un gran escritor, ni muchísimo menos. Hay muchos escritores que merecerían el Premio Nobel y que han quedado marginados, pero es la civilización del espectáculo y que ya llega a la Academia Sueca. Dicen que ni siquiera ha reconocido o aceptado el premio. No se ha manifestado y ya no lo hará. Ha pasado ya mucho tiempo.
- ¿Cómo es su proceso creativo, cómo se inspira, es usted una persona muy metódica?
- Yo trabajo de una manera muy disciplinada. Mi trabajo creativo tiene un origen que es para mí siempre muy misterioso. Yo no sé por qué escribo sobre ciertas cosas y no sobre otras. Para mí eso es bastante misterioso. No es un proceso totalmente racional, es un proceso que viene de la parte más espontánea de la personalidad. Más que temas, hay ciertas imágenes que son la fuente de todo el trabajo creativo que yo tengo. Y no sé por qué esas imágenes tienen esa capacidad de empujarme a escribir sobre ciertos temas. Seguramente porque esas experiencias tocan algún centro neurálgico de mi personalidad, pero no es un proceso consciente, es un proceso que es más intuitivo que racional. Ahora, cuando empiezo a trabajar sí trabajo de una manera muy sistemática, muy disciplinada, rehago mucho, reescribo mucho y me gusta mucho ir empapándome poco a poco del mundo que quiero inventar, entonces hago mucha investigación sobre el terreno, del medio que estoy describiendo. Pero no el tipo de investigación que haría un historiador, ni mucho menos. No es para encontrar una verdad, es para familiarizarme, ambientarme con el mundo que quiero inventar.
- ¿Cuál es el libro que más le costó escribir?
- De todos los que he escrito probablemente “La guerra del fin del mundo”, porque es una historia que está situada en Brasil, una historia en la que los personajes hablan en un idioma distinto del que yo estoy escribiendo. Me costó muchísimo inventar una lengua que de alguna manera sugiriése el brasileño del interior de Bahía en el que hablan los personajes. Y al mismo tiempo era para mí un mundo muy exótico, un mundo que yo desconocía. Tuve que ir a conocerlo personalmente. Y al mismo tiempo me fascinaba tanto la historia, fui encontrando tantos materiales que podían servir para la novela mientras hacía la investigación que fue una experiencia interesantísima para mí y al mismo tiempo muy difícil. Quizás de todas las novelas que he escrito es una de las que más trabajo me ha costado.
- ¿Y cuál es el que más le gusta, si tiene alguna preferencia?
- Eso es como preguntarle a uno sobre sus hijos (risas), aunque tenga sus preferencias no las dice, no debe decirlas (risas).
- ¿Cuáles son los cinco (o 10) libros que toda persona debería leer?
- Nombraría los libros que me han marcado a mí más. Me marcó “Madame Bovary”, por ejemplo, muchísimo, y todo (Gustave) Flaubert, sin ninguna duda. (William) Faulkner es un escritor que me marcó enormemente, a mí me hizo descubrir la importancia de la forma, de la escritura y de la estructura para que una historia sea persuasiva, sea profunda. Citaría “La condición humana” de (André) Malraux, porque es un libro muy ninguneado por desgracia, creo que por razones políticas, para mí es una de las grandes novelas del siglo XX. (Jean-Paul) Sartre fue muy, muy importante para mí cuando yo era joven, sobre todo “¿Qué es la literatura?”, ese volumen en el que él trata de explicar qué significa la literatura, qué importancia tiene la literatura desde el punto de vista político, cívico, a mí me marcó muchísimo y aunque después me he apartado mucho de Sartre creo que su idea de la literatura todavía de alguna manera sigue funcionando en mí mucho cuando escribo una novela o cuento una historia. Después muchos autores de mi lengua, por ejemplo, importantísimo, “El Quijote”, que yo lo pude leer sólo ya cuando estaba en la universidad. Yo traté de leer “El Quijote” cuando estaba en el colegio y me aburría, no entendía, me perdía con las frases tan largas, las palabras anacrónicas. Y después cuando estaba en la universidad, leí un librito de Azorín, “La ruta de Don Quijote”, que a mí me marcó muchísimo y que me llevó a intentar otra vez, y esa vez ya pude leer el “Quijote” y pude, sobre todo, gozar de la riqueza extraordinaria de esa obra. A mí me marcaron mucho las novelas de caballería, fui muy lector de novelas de caballería cuando estaba en la universidad y sobre todo una de ellas que citaría entre esos libros claves que es “Tirante el Blanco” (se cree que de Joanot Martorell), una novela medieval con la que prácticamente se cierra el ciclo caballeresco y que para mí fue muy, muy importante, me dio una idea de la novela como la novela total, la novela que abarca todos los aspectos de una sociedad. Y después (León) Tolstói, citaría “Guerra y Paz”, otro libro que fue para mí fundamental cuando lo leí, que he releído, además, sin que me descepcionara -porque me ha pasado muchas veces de releer libros que me gustaron mucho y que después se me caían de las manos-. Pero “Guerra y Paz” no, la he releído y he encontrado más riqueza todavía que en la primera lectura.
Sobre el Papa
- ¿Qué opina sobre el papa Francisco y el hecho de que recibiera a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela?
- Creo que (el Papa) es una figura interesante, es una figura muy progresista que ha intentado, por lo menos con gestos, con actitudes, modernizar mucho la Iglesia. Hombre, hasta ahora son más gestos que realidades, pero de todas maneras los gestos son buenos, están bien orientados. Así que sería mucho mejor que se materializaran. También creo que Nicolás Maduro es una catástrofe para América Latina, para Venezuela y que, por lo menos en Venezuela mismo, la Iglesia está en la vanguardia combatiendo a Maduro. Sería muy malo que Maduro recibiera un apoyo desde el Vaticano cuando la Iglesia venezolana está codo a codo con los demócratas venezolanos resistiendo a un dictadorzuelo semianalfabeto como es Maduro.
Sobre el Brexit
- Usted dijo que el “Brexit” sería una catástrofe. ¿se van a cumplir las profecías más alarmistas?
- Espero que se cumplan Nunca hubiera imaginado que Gran Bretaña podía caer en manos de demagogos, populistas. Estuve en Londres antes del referéndum y no reconocía al país en el que yo viví: la demagogia más asquerosa, las mentiras más increíbles se decían en televisión. Yo sí creo que es una catástrofe para Europa y para Gran Bretaña. No viviría en Inglaterra fuera de Europa, en un país nacionalista. Creo que las mejores virtudes de Inglaterra desaparecen. No creo que (el Brexit) vaya a ocurrir. Y con esa cosa práctica que tienen los ingleses van a dar marcha atrás, discretamente (...) Pero es un caso muy interesante: quiere decir que no hay país totalmente vacunado contra la demagogia, contra el populismo, y con la cara peor del populismo que es el nacionalismo.
Sobre Trump
- ¿Considera a Donald Trump como un personaje que resulta peligroso para la política?
- Muy peligroso, porque es un irresponsable (...) Por las cosas que dice se ve que no sólo es un inculto. Pero creo que el peligro está conjurado (...) De todas maneras, el peligro de que haya podido reunir alrededor de su candidatura tanta gente es una indicación de que el populismo puede llegar a los países más cultos. (...) Trump es un populismo que utilizando toda la frustración, la caída de niveles de vida y la inseguridad con el trabajo, ha usado todo eso para presentar falsas soluciones (...) Eso es lo que (Karl Raimund) Popper llamaba “el llamado de la tribu”. Nunca hemos abandonado del todo la tribu y entonces hay ciertos momentos en que la tribu parece la solución. Y ninguna solución hacia las cavernas puede ser solución de verdad.
Sobre Cataluña
- ¿Aún cree que si Cataluña se independiza, sería un pequeño país gobernado por mediocres fanáticos?
- Yo creo que sí, pero no creo que vaya a materializarse la ruptura. El nacionalismo es un anacronismo (...) Yo he vivido cinco años en Barcelona en una época en que el nacionalismo era insignificante. Pero luego eso ha sido creado artificialmente. Gracias a la autonomía ya tener el control de la educación, los gobiernos nacionalistas han ido fabricando, con mentiras históricas, un movimiento nacionalista que hoy es una realidad muy peligrosa para el futuro de España y de la propia Cataluña. Si ocurriera -la separación- Cataluña quedaría convertido en un paisito muy menor, muy marginal y gobernado por fanáticos. El nacionalismo es una de las fuentes peores de los grandes sufrimientos colectivos en la historia. Después de la religión, ha sido la fuente principal de guerras en el mundo (...)