18 Octubre 2016
En apenas tres meses, investigadores federales recolectaron la suficiente cantidad de prueba mediante escuchas telefónicas para llevar a juicio a cuatro miembros del Clan Caro. Esta misma prueba fue la piedra fundamental para los alegatos de la fiscalía y la posterior pena que dictó el tribunal, a cargo de los jueces María Alicia Noli, Gabriel Eduardo Casas y Carlos Enrique Jiménez Montilla.
Domingo Alberto Caro, sindicado como el líder de la banda por el fiscal Pablo Camuña, recibió una pena de ocho años de prisión. Los otros tres imputados, José Antonio Verón (alias “Valdiviezo”, “El Tucumano” y “Yoyo”), Pedro Fernando Acosta (alias “Melián”, “Carlitos” y “Pelado) y Elvio Alberto Íñigo recibieron una pena de seis años de prisión. Todos fueron encontrados culpables por ser coautores voluntarios del delito de comercio de estupefacientes, con el agravante de haberlo hecho en una organización integrada por más de tres personas. Además, según lo decidió el tribunal, todos deberán pagar una multa de $ 5.000. En cuanto a las drogas y los bienes que les secuestraron, las primeras serán destruidas y los segundos (vehículos), confiscados.
La historia
Los investigadores llegaron hasta el Clan Caro a través de una denuncia anónima y manuscrita que llegó a manos de la Justicia de Buenos Aires, donde se brindaban nombres y números de teléfonos de miembros de una banda que, supuestamente, llevaba 300 kilos de cocaína cada 15 días a esa provincia, en un camión con doble fondo. Si bien en el juicio, que terminó el viernes, los efectivos informaron que jamás habían podido hallar ese camión, las pistas los llevaron hasta los tucumanos, por lo que la investigación pasó a la Justicia Federal de esta provincia.
Durante sus alegatos, Camuña explicó que habían tres cuestiones que habían quedado probadas y que eran la piedra basal para condenar a los imputados. “Está probado que los teléfonos a los que se les realizaron las escuchas eran de las personas juzgadas. Está claro que se dedicaban a la venta y tráfico de estupefacientes y está confirmado que realizaron actividades para lograr lucro con la venta de drogas”.
Las escuchas
Algunas de las frases que incriminaron al clan fueron: “Me das mil pesos del ‘faso’ vo’ y me das a mi cinco de ‘merca’”; “deben ser cinco gramos para que le eche a una ‘tiza’ nomás”; “cada vez peor la mercadería, cada vez más rebajada y más porquería me das, c... parece maicena con perfume, talco de bebé. Es un cosa muy asquerosa, que no se puede ni tomar, encima te quebragia (sic) la nariz. Me he puesto la mitad de una cuchara en la boca y no amortigua nada, boludo. Vos, esa que me traés, común, redonda, amarilla, es una cosa que probás y te quema”. Las palabras que más se repiten son “tizas”, “bazokas”, “alitas”, “faso” y “bagullos” -todas usadas para mencionar droga- además de elementos para estirar los estupefacientes, como “lido” (lidocaína) y “cafi” (cafeína). También se refieren a “kilos”, “gramos” y hablan de decenas de miles de pesos.
“Nunca escuché que un grupo hablara con tan poco cuidado, tan abiertamente”, esgrimió Camuña. Según se pudo saber, en una de las últimas investigaciones que llevó adelante la Justicia Federal, hallaron hasta 30 formas diferentes de mencionar a la droga que no eran las que se utilizan en la jerga.
La investigación concluyó que la droga era estirada en dos talleres mecánicos, uno de Íñigo y otro de un hombre de apellido Salinas, que se mantiene prófugo. Pese a que los defensores plantearon la nulidad de las pruebas, finalmente los cuatro miembros del Clan Caro fueron escoltados de nuevo a la celda en la que están alojados desde hace dos años con prisión preventiva.
Domingo Alberto Caro, sindicado como el líder de la banda por el fiscal Pablo Camuña, recibió una pena de ocho años de prisión. Los otros tres imputados, José Antonio Verón (alias “Valdiviezo”, “El Tucumano” y “Yoyo”), Pedro Fernando Acosta (alias “Melián”, “Carlitos” y “Pelado) y Elvio Alberto Íñigo recibieron una pena de seis años de prisión. Todos fueron encontrados culpables por ser coautores voluntarios del delito de comercio de estupefacientes, con el agravante de haberlo hecho en una organización integrada por más de tres personas. Además, según lo decidió el tribunal, todos deberán pagar una multa de $ 5.000. En cuanto a las drogas y los bienes que les secuestraron, las primeras serán destruidas y los segundos (vehículos), confiscados.
La historia
Los investigadores llegaron hasta el Clan Caro a través de una denuncia anónima y manuscrita que llegó a manos de la Justicia de Buenos Aires, donde se brindaban nombres y números de teléfonos de miembros de una banda que, supuestamente, llevaba 300 kilos de cocaína cada 15 días a esa provincia, en un camión con doble fondo. Si bien en el juicio, que terminó el viernes, los efectivos informaron que jamás habían podido hallar ese camión, las pistas los llevaron hasta los tucumanos, por lo que la investigación pasó a la Justicia Federal de esta provincia.
Durante sus alegatos, Camuña explicó que habían tres cuestiones que habían quedado probadas y que eran la piedra basal para condenar a los imputados. “Está probado que los teléfonos a los que se les realizaron las escuchas eran de las personas juzgadas. Está claro que se dedicaban a la venta y tráfico de estupefacientes y está confirmado que realizaron actividades para lograr lucro con la venta de drogas”.
Las escuchas
Algunas de las frases que incriminaron al clan fueron: “Me das mil pesos del ‘faso’ vo’ y me das a mi cinco de ‘merca’”; “deben ser cinco gramos para que le eche a una ‘tiza’ nomás”; “cada vez peor la mercadería, cada vez más rebajada y más porquería me das, c... parece maicena con perfume, talco de bebé. Es un cosa muy asquerosa, que no se puede ni tomar, encima te quebragia (sic) la nariz. Me he puesto la mitad de una cuchara en la boca y no amortigua nada, boludo. Vos, esa que me traés, común, redonda, amarilla, es una cosa que probás y te quema”. Las palabras que más se repiten son “tizas”, “bazokas”, “alitas”, “faso” y “bagullos” -todas usadas para mencionar droga- además de elementos para estirar los estupefacientes, como “lido” (lidocaína) y “cafi” (cafeína). También se refieren a “kilos”, “gramos” y hablan de decenas de miles de pesos.
“Nunca escuché que un grupo hablara con tan poco cuidado, tan abiertamente”, esgrimió Camuña. Según se pudo saber, en una de las últimas investigaciones que llevó adelante la Justicia Federal, hallaron hasta 30 formas diferentes de mencionar a la droga que no eran las que se utilizan en la jerga.
La investigación concluyó que la droga era estirada en dos talleres mecánicos, uno de Íñigo y otro de un hombre de apellido Salinas, que se mantiene prófugo. Pese a que los defensores plantearon la nulidad de las pruebas, finalmente los cuatro miembros del Clan Caro fueron escoltados de nuevo a la celda en la que están alojados desde hace dos años con prisión preventiva.
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