A veces nos parece que Siria y su guerra están demasiado lejos de nuestra realidad cotidiana. Físicamente es así: miles de kilómetros separan Medio Oriente de Argentina. Sin embargo, cada vez que vemos los rostros de los niños que son vítimas de la violencia es inevitable pensar que cualquiera de ellos podría ser uno de nuestros hijos.
Por estos días se conoció un nuevo video estremecedor: Aya, una nena de ocho años con el rostro ensangrentado, pide por su papá mientras es atendida por los médicos. Su imagen se suma a otras que conmocionaron al mundo. La primera fue la de Aylan, el nene de 3 años que se ahogó en las costas de Turquía mientras su familia intentaba escapar del conflicto; la otra fue la de Omran, un chico de cinco años en estado de shock dentro de una ambulancia.
"No tengas miedo", le dice un voluntario, mientras le cura una herida en la cabeza y le pregunta cómo se llama y dónde se encontraba cuando ocurrió el ataque. "En casa cuando se me cayó el techo encima", contesta la pequeña, desolada y asustada, que llora y pide por su padre, que se encontraba junto a ella cuando su casa fue alcanzada por un bombardeo, en el pueblo de Talbiseh.