“Los ‘transas’ pueden entrar a nuestras casas a la hora que quieran y meternos un tiro”

“Los ‘transas’ pueden entrar a nuestras casas a la hora que quieran y meternos un tiro”

Los familiares de adictos que luchan contra las drogas aseguraron que reciben amenazas constantemente y que nadie los protege “Meterse con esta gente da miedo, a veces no quiero ni contestar el teléfono”, confesó una de las Madres del Pañuelo Negro

LA SEMANA PASADA. Madres del Pañuelo Negro en la marcha por el esclarecimiento de la muerte del cura. la gaceta / foto de inés quinteros orio LA SEMANA PASADA. Madres del Pañuelo Negro en la marcha por el esclarecimiento de la muerte del cura. la gaceta / foto de inés quinteros orio
12 Octubre 2016
Tras el secuestro de tres horas y las amenazas que sufrió una de las integrantes de las Madres del Pañuelo Negro -Elsa Juárez-, una de las referentes y dos allegados al grupo dialogaron con LA GACETA. Todos confesaron que deben lidiar a diario con ese tipo de situaciones, por las denuncias que realizan contra los “transas” de Tucumán, sobre todo los que actúan en el barrio de La Costanera.

La retención que las puso nuevamente en alerta ocurrió el sábado, cuando Juárez -oriunda de El Palomar- salía de un ciber de Banda del Río Salí, al que había ido a imprimir los pasajes que le enviaron desde un programa de televisión para que viajara a Buenos Aires. Allí, un grupo de hombres la interceptó. “Los sujetos la subieron por la fuerza a un Corsa gris con vidrios polarizados. Estaban todos encapuchados y la amenazaban con que, si seguía denunciando el tema de la droga, iba a tener que velar a un familiar. La tuvieron dando vueltas durante varias horas hasta que la dejaron ir”, relató ese día el fiscal que investiga el caso, Washington Navarro Dávila. Tras dialogar con LA GACETA, declaró el secreto de sumario.

El caso encendió una alerta entre el resto de las madres que dedican su vida a exigir ayuda para sus hijos adictos y cárcel para quienes les venden las drogas. “Meterse con esta gente te da miedo, a veces no quiero ni contestar el teléfono en mi casa porque no sé si me están por decir algo bueno o me están por amenazar”, confesó Mercedes. Y aclaró: “yo no soy una madre que lucha sólo por su hijo sino por muchos chicos más”.

No se conocieron otros casos en los que hayan llegado a secuestrar a una de ellas, pero dicen que las amenazas son una constante. Le pasó a la madre de Cristian, por ejemplo, quien fue interceptada hace casi dos meses. “Fue un día que teníamos una conferencia de prensa con la ‘Hermandad de los Barrios’ en la plaza Urquiza”, recordó el joven. Su madre estaba esperando el ómnibus, en Alderetes, para asistir a ese compromiso. Eran las 8.30 cuando una moto con tres personas a bordo se detuvo frente a ella. “Uno se bajó en la esquina, la señaló y los otros dos se le acercaron. Le dijeron que tenga ojo con lo que iba a decir, si no le iban a meter plomo”, relató Cristian.

Cuando la mujer llegó a la plaza Urquiza difundieron la amenaza a través de los medios en un intento de resguardarse. Después fueron a la Policía y asentaron la denuncia formal. “A mí también me amenazaron y a otros chicos de la organización. Me parece que (los ‘transas’) se están sintiendo amenazados por la repercusión que está teniendo el tema”, analizó. Durante otra marcha, a fines de septiembre, se conoció que “unos ‘soldaditos’ de ‘narcos’ amenazaron de muerte a Lía Ene, la madre de Diego Correa”, relató entonces Ángel Villagrán, referente de La Costanera. Diego era un joven adicto que falleció en agosto.

“El problema es que nunca nos dieron protección. Estamos muy expuestos. Tranquilamente pueden entrar a nuestra casa, a la hora que quieran, y meternos un tiro. Pero no nos queda otra que seguir hablando porque es la única manera que tenemos de hacernos escuchar”, lamentó Cristian.

Ángel Villagrán también sostuvo que las amenazas son de todos los días. “Yo no tengo miedo porque, si no, voy a vivir sometido por esta gente”, reflexionó.

Ángel recordó que el padre Melitón Chávez también fue amedrentado por los “transas”. “Vivía bajo amenaza porque hacía un trabajo excelente en el barrio, igual que dos monjas que estaban acá. A todos los sacaron porque ni al Arzobispado ni al Gobierno les convenía que se muestre todo esto”, afirmó.

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