Santos, Nobel de la Paz por su acuerdo con las FARC
El mandatario colombiano dijo que “el premio es para todos los colombianos, en especial para las víctimas que dejó este conflicto” El opositor Uribe felicitó a Santos, pero insistió en reformar el pacto alcanzado. Timochenko, el jefe guerrillero, dijo: “el único premio al que aspiro es la paz para Colombia”
OSLO/BOGOTÁ.- El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ganó ayer el premio Nobel de la Paz 2016, por el acuerdo que negoció con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para poner fin a un conflicto de 52 años, una sorpresiva elección que podría ayudar a reactivar el pacto sumido en un limbo después de ser rechazado en un plebiscito. El premio excluyó al líder de las FARC, Rodrigo Londoño -más conocido por su nombre de guerra “Timochenko”-, quien firmó el acuerdo con Santos el 26 de septiembre en Cartagena.
El Comité del Nobel Noruego dijo que Santos llevó uno de los conflictos más largos de la historia moderna significativamente más cerca de una solución pacífica, pero advirtió que todavía hay riesgos de que el proceso de paz colapse. “El hecho de que la mayoría de los votantes hayan dicho que ‘No’ al acuerdo no quiere decir que el proceso de paz haya terminado”, dijo el Comité Noruego. “El pueblo de Colombia no ha dicho ‘No’ a la paz, ha dicho ‘No’ a este acuerdo particular”, aseguró el comité al explicar que la distinción es “un homenaje al pueblo colombiano que, a pesar de todos los abusos sufridos, no ha perdido la esperanza de lograr una paz justa”.
Santos quedó en una encrucijada después de que los colombianos, por un estrecho margen, rechazaron en un plebiscito el acuerdo de paz, un resultado que le impide implementar el pacto por el que unos 7.000 combatientes dejarían las armas para conformar un partido político. El traspié lo llevó a buscar consensos con el jefe de la oposición política, el ex presidente, Álvaro Uribe, quien exige que los líderes guerrilleros vayan a prisión por los crímenes que cometieron en el conflicto y se opone a que ocupen cargos políticos por elección popular. El premio a Santos podría poner presión a Uribe para ayudar a destrabar el acuerdo en momentos en que sus exigencias parecen exageradas para ser aceptadas por las FARC, que habían negociado penas privativas de la libertad de hasta ocho años -pero no cárcel-, además de 10 escaños en el Congreso a partir de 2018. Después del anuncio del Nobel, el Gobierno de Colombia y las FARC se declararon abiertos a discutir ajustes y precisiones respecto del acuerdo de paz.
La ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, que fue rehén de las FARC (2002-2008), afirmó que los insurgentes merecían el Nobel al igual que Santos y que, en todo caso, le correspondía también a “Timochenko”.
Un mandato de paz
“Recibo este reconocimiento con gran humildad y como un mandato para seguir trabajando sin descanso por la paz de los colombianos. A esta causa dedicaré todos mis esfuerzos por el resto de mis días”, dijo el mandatario colombiano. “Agradezco de todo corazón esta honrosa distinción. La recibo, no a nombre mío, sino a nombre de todos los colombianos, en especial a las millones de víctimas que ha dejado este conflicto que hemos sufrido a lo largo de más de 50 años. Colombianos, este premio es de ustedes”, precisó Santos. El jefe máximo de las FARC dijo, desde La Habana, que el único premio al que aspira es la paz para Colombia.
Aunque Uribe también congratuló a Santos, con quien se reunió esta semana, insistió en la necesidad de cambiar el acuerdo de paz al considerarlo “dañino” para la democracia.
Otros colombianos
Los colombianos celebraron el premio y algunos señalaron que confían en que contribuirá a revivir el acuerdo. La distinción para Santos se tradujo en felicitaciones que recibió de líderes mundiales.
Santos es el primer latinoamericano que recibe el Premio Nobel de la Paz desde 1992, cuando le fue otorgado a la guatemalteca Rigoberta Menchú, activista por los derechos indígenas. También es el segundo colombiano en ganar un Nobel, luego de que el escritor Gabriel García Márquez recibiera el premio de Literatura en 1982. (Reuters)
PUNTO DE VISTA
¿Es acertada la decisión de entregar el Nobel (sólo) a Santos?
Laura Del Río y Paula Escalada Medrano - Agencia DPA
MADRID/OSLO.- Cuando la presidenta del Comité que entrega el Nobel de la Paz pronunció el nombre del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, muchos esperaban escuchar también el del líder máximo de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño.
Ambos figuraban como favoritos para recibir el prestigioso galardón, aunque las expectativas de que así fuera disminuyeron después del triunfo del “No” en el referéndum sobre el acuerdo celebrado el domingo en Colombia.
Finalmente, el Comité Noruego del Nobel sorprendió en dos sentidos. Por un lado con su decisión de reconocer un proceso de paz amenazado tras ese revés en las urnas y, por otro, al dejar fuera del premio el nombre de Londoño, alias “Timochenko”.
Para Sverre Lodgaard, del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales, fue una sorpresa que no se incluyese al líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). “Se necesitan dos partes para alcanzar un acuerdo”, dijo, aunque señaló el pasado violento de la guerrilla.
Rogelio Núñez Castellanos, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Ielat) de la Universidad de Alcalá (Madrid), se mostró de acuerdo con la decisión del Comité Nobel en ese sentido.
“No estamos hablando de un (premio como el concedido a Nelson) Mandela y (Frederik) De Klerk, donde se le dio a las dos partes, porque este último llevó a cabo una transición hacia la democracia en Sudáfrica”, apuntó Núñez Castellanos. En opinión de este doctor en Historia de América latina contemporánea, “aquí hablamos de unas FARC que se han visto obligadas (al acuerdo), porque si bien no estaban derrotadas totalmente habían dejado de ser lo que fueron en los ‘90, un elemento capaz de conducir a Colombia hacia un estado fallido”.
El sociólogo argentino Juan Gabriel Tokatlian, doctor en ciencias internacionales e investigador de la Universidad Di Tella, señaló que “el conflicto armado ha sido y es un conflicto interno; no un conflicto internacional”. “Si en los casos de Estados Unidos-Vietnam e Israel-Palestina se entregó en su momento premios Nobel compartidos fue por la naturaleza del conflicto”, consideró.
Desde el Comité Nobel no han llegado a explicar con claridad por qué premiaron en solitario a Santos. ¿Habría resultado imposible dar el premio a una guerrilla?, preguntaron los periodistas a su presidenta, Kaci Kullman Five.
“Nunca comentamos sobre quienes no han recibido el premio”, contestó ésta, subrayando que “hay importantes razones para poner el foco en el Presidente”, entre otras cosas por su papel “como guardián del proceso”.
La otra gran pregunta es si es acertado reconocer un acuerdo de paz que ha sido rechazado en las urnas en referéndum por un estrecho margen por los colombianos. ¿No puede ser interpretado este gesto cómo una falta de respeto a la democracia colombiana? “Al contrario, mostramos claramente que por supuesto respetamos su proceso democrático y el voto democrático (...) El pueblo de Colombia no dijo ‘No’ a la paz, sino que dijeron ‘No’ a este acuerdo en particular”, señaló la presidenta del Comité Nobel.
“El Comité está homenajeando el trabajo que se ha hecho y alentado el futuro trabajo que todavía es necesario”, coincidió Dan Smith, director del reputado Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). “Es importante animar a quienes luchan por la paz”, señaló. (DPA)
Una de las primeras preguntas que surgen cuando se anuncia a un ganador del Nobel es ¿cuánto cobra el ganador? Cada ganador recibe lo mismo, no importa si es una persona o una institución. Se trata de una medalla de oro, un diploma y una suma de dinero.
Esa suma de dinero asciende a 8 millones de coronas suecas, y fue determinada por la Fundación Nobel en 2013, al cambio actual serían unos US$ 977.000 ó 874.000 euros. Y es la suma que se reparten los laureados de cada premio.
El premio Nobel de la Paz será entregado el próximo 10 de diciembre en Oslo, capital de Noruega. Junto a Santos hubo 376 candidaturas, cifra récord, de las cuales 148 eran organizaciones y 228 eran personas.