El 25 de septiembre fue la última vez que Nilda Viroche vio a su sobrino Juan. “Fue a mi casa. Estaba bien, tranquilo, contento. Estuvo varias horas en mi casa”, contó. La mujer, de 72 años, había llegado desde Villa Lastenia y fue parte del millar de vecinos de La Florida y Delfín Gallo que se movilizó para pedir por el esclarecimiento de la muerte del sacerdote, quien había sido encontrado sin vida en una iglesia horas antes.
“No creo en la hipótesis del suicidio porque él amaba mucho la vida. No pudo haberse quitado la vida nunca”, aseguró la tía del padre Viroche. “Hay tantas versiones sobre lo que pasó. (...) Fue una excelente persona. Como era en la iglesia, fue con las personas. No llevó una doble vida. Siempre habló cosas buenas, nunca con maldad”, aclaró.
La mujer estaba rodeada de conocidos. Permanecía en la vereda de la parroquia de La Florida, donde su sobrino realizaba sus trabajos religiosos. En ese lugar confluyó la marcha que reunió a los pobladores, no sólo de esas dos comunas sino de las colonias y ciudades aledañas.
La muerte del cura de la parroquia Nuestra Señora del Valle se sintió y se lloró en cada rincón de los hogares. Hasta tal punto que horas después de conocer la trágica noticia, pero no los motivos, movilizó a los ciudadanos para expresar el dolor, despedir a su guía católico y reclamar por soluciones ante los problemas de hoy: la inseguridad, la adicción a las drogas y el narcotráfico.
“Estamos pidiendo justicia por la muerte del padre. Queremos que se esclarezca su muerte y que no se repita. Estamos cansados de la injusticia que hay acá”, afirmó Silvia Galván, una de las vecinas que había iniciado su marcha en la escuela de Delfín Gallo, localidad vecina a La Florida. “Para nosotros, el padre no se suicidó, lo mataron. Y que quede en claro, había sido amenazado. No queremos seguir viviendo más con esta impunidad. Todos los días se ve cómo los chicos se drogan, y nadie hace nada”, añadió.
Los manifestantes hicieron circular también un petitorio para que se investigue la muerte del sacerdote. “Pedimos que intervenga la Provincia y la Nación para dar una solución”, reclamó el vecino Héctor Gómez durante la marcha.
Momentos previos
Durante la movilización, los vecinos recordaron las últimas charlas que habían mantenido con el cura Juan Viroche, un hombre que venía denunciando el avance del narcotráfico en el interior de la provincia. Y en los relatos coincidió una descripción: el sacerdote advertía sobre una situación complicada.
Ramón García, de la Acción Católica de esa parroquia, comentó que hace dos semanas se habían reunido con el sacerdote para conversar sobre un tema particular. Les tenía que contar algo...
“Primero nos preguntó cómo estábamos. Luego nos dijo que debía contarnos una mala noticia. Comentó que recibía amenazas y que le enviaban fotos de sus sobrinos. Recibía mensajes de texto en el que se registraban los horarios de los movimientos de la hermana”, puntualizó.
“Nos decía (el padre Viroche): ‘esto no se trata de amenazas sólo hacia mí, sino también a mis seres queridos; esto me desborda y lamentablemente hay gente que está con el tema de la droga, pero también gente muy poderosa que la cuida; ahora me quiero ir de aquí porque mis seres queridos corren riesgo”, enfatizó.
García recalcó que en ese momento vio preocupado y triste a Viroche y que le dio su último abrazo. “No se suicidó. No puede ser, porque fue un luchador de la vida y siempre nos recalcó que debíamos apostar por la vida y que tengamos esperanzas. Con esos mensajes, nuestra Acción Católica creció con la inclusión de chicos que habían salido de la droga, ayudados por él”, enfatizó.
La Justicia y la sociedad
De acuerdo con los primeros datos que se conocieron de la autopsia que se realizó ayer, el cuerpo del religioso no presentaría ningún indicio que haga suponer que fue asesinado. Por lo que la hipótesis del suicidó cobró mayor fuerza.
Dos mujeres habían encontrado el cuerpo en el área donde habitualmente se ubica el coro del la parroquia. Allí había también una bolsa con dinero y joyas. Ello llevó a descartar, a su vez, que se hubiese tratado de un intento de robo.
La información judicial se conocía con cuentagotas durante la movilización. Sin embargo, los vecinos no consideraban cierto ningún dato.
“La Justicia dice un cosa, tiene sus elementos. Nosotros, en cambio, tenemos nuestros sentimientos”, respondió Héctor Gómez, quien se identificó como habitante de la comuna de Delfín Gallo.
Por su parte, Marcio Córdoba, cuestionó la “inacción del Arzobispado” ante las denuncias del sacerdote. “Esto es personal, monseñor (Alfredo) Zecca debería estar aquí luchando con nosotros. Exijo una respuesta de por qué no resguardó al padre Viroche. Responsabilizo al monseñor y al Gobierno de Tucumán, porque el flagelo de la droga no es de ahora, sino de tiempo atrás”, enfatizó.
En ese instante las voces de quejas se replicaron frente a la parroquia Nuestra Señora del Valle.
Los pobladores despidieron luego los restos del religioso en un velatorio que se realizó en la capilla de Delfín Gallo. Está previsto que el sepelio se realice antes del mediodía.
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