06 Octubre 2016
HERMANOS. Guillermo y Alberto van a la cancha juntos desde que eran chicos, y lo siguen haciendo.
Los ojos de los hermanos Guillermo y Alberto Romero están clavados en el campo de juego de la cancha de Atlético. Pero no miran el presente. En sus nostálgicas pupilas se reflejan las jugadas, en blanco y negro, de aquel histórico equipo de 1975, donde brillaban, entre otros Julio Ricardo Villa, Juan Francisco “Kila” Castro, José Lencina y Víctor Arroyo.
Guillermo tiene 61 años y es empleado público; Alberto es un jubilado docente de 75 años. Van a la cancha desde casi toda la vida: al primero lo empezó a llevar Alberto cuando este tenía 12 años. Fueron testigos presenciales de varios planteles “decanos”; y tras una breve reflexión motivada por el cronista de LG Deportiva se animan a asegurar que el origen tucumano de un jugador resulta un valor agregado para cualquier equipo de la provincia; en especial, para Atlético.
“Al ver este equipo siento nostalgia por aquel del año 75, que tenía un mediocampo con (Orlando) ‘Lito’ Espeche, con Villa, con Castro. Estos jugadores de hoy lo único que hacen es rebotar la pelota... no hay habilidosos. Bueno, son foráneos. Hay que comprenderlos. Cuando teníamos jugadores de acá ponían el corazón”, justifica el mayor de los Romero. Y trascartón, precisa: “pero pese a todo yo lo sigo a Atlético porque lo llevo en el alma”.
Su hermano coincide. “La mayoría del equipo titular del 75 era de Tucumán: el ‘Negro’ (Francisco Antonio) Ruiz, Lencina, (Víctor) Filippini, (José) Solórzano y (Félix) Bulacio, el ‘Kila’, Espeche, Arroyo, (René) Alderete y (Raúl) ‘Negro’ Agüero. Esos eran los valores que teníamos”, destaca. Pero en su análisis comparativo, respecto de aquel equipo con este, Guillermo es más benévolo que su hermano. “Hay que ver que el fútbol ha cambiado. Antes se jugaba más abierto; ahora todo es esquemático, todos se mueven en grupo, influye mucho el estado físico. Además, hoy los técnicos son muy mezquinos. Sí hay jugadores habilidosos, pasa que no tienen espacios para mostrarse”, considera.
Alberto aporta lo que bien puede entenderse como una explicación para ese cambio en el fútbol, del que habla su hermano. “Me acuerdo que antes los jugadores, después del partido salían a comer por ahí. Ahora, hoteles, viajes de lujo; es otra cosa. El dinero influye mucho. Ahora si no juegan por la plata nadie juega. Antes transpiraban la camiseta y jugaban con el corazón”, considera.
Al final, ambos echan un manto de piedad sobre el presente “decano”. En definitiva, este equipo logró la permanencia en Primera División, y está muy cerca de jugar la próxima edición de la Copa Libertadores. Guillermo admite que piensa en esa posibilidad: “la ilusión existe; uno se ilusiona con eso y empieza a empujar para llegar”.
Guillermo tiene 61 años y es empleado público; Alberto es un jubilado docente de 75 años. Van a la cancha desde casi toda la vida: al primero lo empezó a llevar Alberto cuando este tenía 12 años. Fueron testigos presenciales de varios planteles “decanos”; y tras una breve reflexión motivada por el cronista de LG Deportiva se animan a asegurar que el origen tucumano de un jugador resulta un valor agregado para cualquier equipo de la provincia; en especial, para Atlético.
“Al ver este equipo siento nostalgia por aquel del año 75, que tenía un mediocampo con (Orlando) ‘Lito’ Espeche, con Villa, con Castro. Estos jugadores de hoy lo único que hacen es rebotar la pelota... no hay habilidosos. Bueno, son foráneos. Hay que comprenderlos. Cuando teníamos jugadores de acá ponían el corazón”, justifica el mayor de los Romero. Y trascartón, precisa: “pero pese a todo yo lo sigo a Atlético porque lo llevo en el alma”.
Su hermano coincide. “La mayoría del equipo titular del 75 era de Tucumán: el ‘Negro’ (Francisco Antonio) Ruiz, Lencina, (Víctor) Filippini, (José) Solórzano y (Félix) Bulacio, el ‘Kila’, Espeche, Arroyo, (René) Alderete y (Raúl) ‘Negro’ Agüero. Esos eran los valores que teníamos”, destaca. Pero en su análisis comparativo, respecto de aquel equipo con este, Guillermo es más benévolo que su hermano. “Hay que ver que el fútbol ha cambiado. Antes se jugaba más abierto; ahora todo es esquemático, todos se mueven en grupo, influye mucho el estado físico. Además, hoy los técnicos son muy mezquinos. Sí hay jugadores habilidosos, pasa que no tienen espacios para mostrarse”, considera.
Alberto aporta lo que bien puede entenderse como una explicación para ese cambio en el fútbol, del que habla su hermano. “Me acuerdo que antes los jugadores, después del partido salían a comer por ahí. Ahora, hoteles, viajes de lujo; es otra cosa. El dinero influye mucho. Ahora si no juegan por la plata nadie juega. Antes transpiraban la camiseta y jugaban con el corazón”, considera.
Al final, ambos echan un manto de piedad sobre el presente “decano”. En definitiva, este equipo logró la permanencia en Primera División, y está muy cerca de jugar la próxima edición de la Copa Libertadores. Guillermo admite que piensa en esa posibilidad: “la ilusión existe; uno se ilusiona con eso y empieza a empujar para llegar”.
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