Entre el arbitraje, la cocina y la música

Entre el arbitraje, la cocina y la música

El referí hizo cursos de chef y además estudia batería y saxo, sus otras pasiones

 la gaceta / foto de hector peralta la gaceta / foto de hector peralta
03 Octubre 2016
Hernán Maximiliano Salado Paz reparte sus placeres entre la música, la cocina y el referato. Los dos primeros, a modo de hobby; el arbitraje, como profesión. Aunque la heredó de su padre, Carlos Salado; hace tiempo que viene escribiendo su propia historia: se inició en las divisiones formativas hace 12 años; desde 2013 integra la planta permanente de la AFA. Está habilitado como asistente para la “B” Nacional -actuó en varios partidos-, y durante el año pasado debutó en el Federal A -el 28 de abril controló San Martín contra San Jorge, en Ciudadela-.

- ¿Cómo te vinculás con la música?

- En los últimos años del secundario, en el Gymnasium. Cursaba una materia optativa que se llamaba Orquesta. Hacíamos temas de Charly García, de Serú Girán, de Red Hot Chili Peppers. Y en el Octubre Cultural los presentábamos.

- Lo tomaste muy en serio…

- Sí. Empecé a los ocho años, de oído; le sacaba la guitarra a mi hermano Augusto, que a veces me daba una mano. Luego apareció lo del colegio. Y cuando dejé el secundario tenía una bandita, pero tocaba ocasionalmente, no a full. A los 19 o 20 dejé un poco. Y hace cuatro o cinco años volví con todo.

Autodidacta

- ¿Cómo fue ese regreso?

- Empecé a estudiar en la Escuela de Música Popular, un conservatorio en Monteros. Estoy haciendo saxo; algo tocaba, pero empecé con profesores particulares. Me compré una batería y una trompeta y estoy estudiando; también la teoría de la guitarra. Soy muy autodidacta. En 2011 se armó la “Banda del Río Salí”; éramos cinco, con mi hermano. El año pasado grabamos el primer CD -aún sin título-, con temas propios. Quiero ser solista. Cuando estoy de vacaciones me dedico a full pero ahora que viajo mucho a otras provincias, por mi profesión, mi agenda está llena. Pocas veces puedo dedicarme a la música.

- Y también sos chef...

- Sí, siempre me gustó cocinar. Cuando era chico, como mi papá y mi mamá laburaban, yo era el encargado de cocinar para todos. Tenía 11 años. Mis primeros platos fueron guisos y milanesas, cosas simples. Aprendí viéndola a mi mamá y a mi abuela Ema, cuando iba a su casa en Los Ralos -cocinaba muy rico, ¡ja,ja! Siempre lo hice con placer, como con la música… Un día me dije: “esto me gusta, me interesa y lo voy a hacer”.

- ¿Y qué hiciste?

- Me inscribí en un curso, aprendí. Trabajé en varios bares y en un restobar, que era de un amigo. Luego, en casa. Con unos amigos preparábamos comida para gente que nos pedía. Después me fui a trabajar con otro amigo, en un bar en su casa, hacíamos noches temáticas de comida: árabe, mexicana, y así. Hasta 2013, que me contrataron en la AFA.

- ¿Y cómo entrás al arbitraje?

- Me gustaba el fútbol desde chico. Jugaba de “4” en el CEF 18, aunque me duró poco porque no tenía habilidad. Pero siempre estaban las ganas de estar vinculado a este deporte, de algún modo. Un día me enteré de que estaban haciendo el curso en el sindicato (de árbitros), y sin decirle nada a mi “viejo”, fui. A los cinco o seis meses le conté. Un día me dieron para que dirija un partido de infantiles, en el CEF. Entré muy nervioso, hasta que arranqué. Luego me fui formando: infantiles, inferiores, la Primera B de la Liga Tucumana -una categoría muy exigente, con partidos muy duros-. Y después me fueron designando en el Torneo del Interior, y así...

Heredero

- ¿Te pesa el apellido?

- Me da la sensación de que la gente está esperando mucho de mí, por lo que fue mi “viejo”. Pero igual yo voy tranquilo, a mi ritmo. Quiero ser yo. Mi papá es él. Somos muy distintos.

- ¿Qué estilo de arbitraje te gusta?

- Me gusta Germán Delfino porque cuando cobra una falta los jugadores se convencen de que está bien cobrada. A nivel internacional veo mucho, y siempre reniego porque ellos denigran al arbitraje sudamericano. Dicen que el arbitraje argentino es pésimo, pero yo opino todo lo contrario. Tiene mucho más nivel que el europeo. Allá se dirige en otras situaciones, en cancha sin cercas, con público no hostil, con jugadores que no te protestan. Así todo se hace más fácil. Por eso digo que el nuestro es mucho más complicado y competitivo. Sí me gustan sus estilos: cómo señalan, cómo corren. Es más estético. Pero en lo técnico, nosotros somos los mejores árbitros del mundo.

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