30 Septiembre 2016
"La alternancia da 87 años de vida a la democracia"
Politólogos, funcionarios y estudiantes intercambiaron ideas sobre los desafíos que el tiempo del Bicentenario plantea a la esfera estatal. El catedrático Przeworski analizó las elecciones mientras que el ministro Ibarra abogó por los concursos públicos Según el experto, el cambio de gobernantes pacifica a la sociedad
APERTURA. El expositor Adam Przeworski, el gobernador Juan Manzur y el funcionario Julio Saguir en el Hilton.
Adam Przeworski sorprendió con un horizonte matemático. “La alternancia da 87 años de vida a la democracia”, dijo ayer en la conferencia inaugural del Coloquio “Estado, gestión y políticas públicas” organizado por el Ente Provincial del Bicentenario y la Sociedad Argentina de Análisis Político. En presencia del gobernador Juan Manzur; de Julio Saguir, vocal del Ente, y de un número significativo de funcionarios, profesionales y estudiantes, el politólogo polacoestadounidense manifestó que el recambio de gobernantes de distinto signo político inmuniza contra la violencia.
El profesor de la Universidad de Nueva York vinculó la posibilidad de la alternancia con la credibilidad de las elecciones. Varias veces repitió que el mayor mérito de esa práctica es su capacidad para procesar conflictos en paz y libertad. “Este mecanismo funciona para mantener la paz social sólo si todo el mundo espera no perder demasiado (en los comicios en curso) y tener la oportunidad de ganar en el futuro”, reflexionó Przeworski en el hotel Hilton Garden Inn. Si aquello no sucede, la paz social se fractura y los conflictos se canalizan por la violencia con los consecuentes riesgos de averías del orden constitucional, de guerras civiles y de golpes de Estado.
La opción de la fuerza, según Przeworski, surge cuando desaparece la esperanza de ganar en los próximos comicios. “Las fuerzas políticas que pierden recalculan: si tienen la perspectiva de triunfar más adelante, van a esperar”, razonó.
El caso “Putin”
Con su español fluido y simpático, el maestro de politólogos mencionó como aspecto llamativo el hecho de que la elección periódica de autoridades del Estado se desenvuelve mejor en sociedades con ingresos altos. Y especificó que en los últimos 200 años el poder político había cambiado de manos con más frecuencia por el uso de la fuerza que por medio de elecciones. En las diapositivas que proyectaba a gran velocidad, el ganador del premio Johan Skytte -equivalente al Nobel para la ciencia política- presentó dos números: 577 y 544, donde la primera cifra corresponde al número global de golpes de Estado y la segunda, a la de comicios democráticos. “Como dice el italiano Norberto Bobbio, las élites pueden proponerse a sí mismas, pero también imponerse”, citó.
El autor de “Qué esperar de la democracia: límites y posibilidades del autogobierno” (2010) recordó que todas las sociedades están divididas y conflictuadas. “El punto de partida es la omnipresencia de conflictos”, definió. Y añadió que esas tensiones se profundizan durante la campaña hasta llegar a niveles altos de desunión, pero que, luego, lo típico es que el ganador de las elecciones llame a la unidad social, y se presente como alguien que gobernará para todos y no sólo para quienes lo votaron.
“Hasta 1950, los gobiernos duraban y duraban. El fenómeno de la alternancia es reciente, particularmente en América Latina”, especificó Przeworski. Según su punto de vista, las primeras alternancias son difíciles y las subsiguientes, más fáciles. Y otra vez se apoyó en los números al insistir que 68 países, entre ellos China y Rusia, nunca habían experimentado un cambio de gobernantes. El catedrático pidió entonces ponerse en los zapatos del mandatario ruso Vladimir Putin: “la oposición lo acusa de enriquecimiento ilícito y de organizar atentados. Si pierde la elección, pierde la vida. No puede arriesgarse a la derrota ‘porque sale por la ventana’. Está expuesto a demasiada incertidumbre”.
Przeworski dijo que el mecanismo electoral falla porque las sociedades son económicamente desiguales y porque resultan insuficientes para controlar a quienes ocupan cargos públicos no electivos. “Estos son los mayores desafíos para los próximos 200 años”, advirtió a propósito del Bicentenario.
El caso “Thatcher”
“¿Cuál debe ser el rol de la oposición frente a un Gobierno que ha ganado las elecciones con un margen escaso de votos y pretende implementar reformas radicales?”, preguntó un asistente al orador. Przeworski respondió que la oposición debía ser razonable, sin por ello dejar de defender sus intereses. Luego se manifestó partidario del gradualismo: “a menudo un partido gana los comicios por un margen muy chico e intenta hacer cambios radicales: es un error político. Si trata de cambiar demasiado, no durará mucho (en el poder)”. No obstante ello, el académico nacido en la Polonia comunista postuló que la única alternativa que la oposición tiene es esperar a las elecciones: “los límites de oposición legítima e ilegítima son oscuros. Hay perspectivas mayoritaristas como la de la británica Margaret Thatcher, que decía: ‘yo gobierno, ustedes se callan’. Pero una oposición obstruccionista puede producir daños a la política y parálisis. Realmente no sé cuál es la medida justa”.
El profesor de la Universidad de Nueva York vinculó la posibilidad de la alternancia con la credibilidad de las elecciones. Varias veces repitió que el mayor mérito de esa práctica es su capacidad para procesar conflictos en paz y libertad. “Este mecanismo funciona para mantener la paz social sólo si todo el mundo espera no perder demasiado (en los comicios en curso) y tener la oportunidad de ganar en el futuro”, reflexionó Przeworski en el hotel Hilton Garden Inn. Si aquello no sucede, la paz social se fractura y los conflictos se canalizan por la violencia con los consecuentes riesgos de averías del orden constitucional, de guerras civiles y de golpes de Estado.
La opción de la fuerza, según Przeworski, surge cuando desaparece la esperanza de ganar en los próximos comicios. “Las fuerzas políticas que pierden recalculan: si tienen la perspectiva de triunfar más adelante, van a esperar”, razonó.
El caso “Putin”
Con su español fluido y simpático, el maestro de politólogos mencionó como aspecto llamativo el hecho de que la elección periódica de autoridades del Estado se desenvuelve mejor en sociedades con ingresos altos. Y especificó que en los últimos 200 años el poder político había cambiado de manos con más frecuencia por el uso de la fuerza que por medio de elecciones. En las diapositivas que proyectaba a gran velocidad, el ganador del premio Johan Skytte -equivalente al Nobel para la ciencia política- presentó dos números: 577 y 544, donde la primera cifra corresponde al número global de golpes de Estado y la segunda, a la de comicios democráticos. “Como dice el italiano Norberto Bobbio, las élites pueden proponerse a sí mismas, pero también imponerse”, citó.
El autor de “Qué esperar de la democracia: límites y posibilidades del autogobierno” (2010) recordó que todas las sociedades están divididas y conflictuadas. “El punto de partida es la omnipresencia de conflictos”, definió. Y añadió que esas tensiones se profundizan durante la campaña hasta llegar a niveles altos de desunión, pero que, luego, lo típico es que el ganador de las elecciones llame a la unidad social, y se presente como alguien que gobernará para todos y no sólo para quienes lo votaron.
“Hasta 1950, los gobiernos duraban y duraban. El fenómeno de la alternancia es reciente, particularmente en América Latina”, especificó Przeworski. Según su punto de vista, las primeras alternancias son difíciles y las subsiguientes, más fáciles. Y otra vez se apoyó en los números al insistir que 68 países, entre ellos China y Rusia, nunca habían experimentado un cambio de gobernantes. El catedrático pidió entonces ponerse en los zapatos del mandatario ruso Vladimir Putin: “la oposición lo acusa de enriquecimiento ilícito y de organizar atentados. Si pierde la elección, pierde la vida. No puede arriesgarse a la derrota ‘porque sale por la ventana’. Está expuesto a demasiada incertidumbre”.
Przeworski dijo que el mecanismo electoral falla porque las sociedades son económicamente desiguales y porque resultan insuficientes para controlar a quienes ocupan cargos públicos no electivos. “Estos son los mayores desafíos para los próximos 200 años”, advirtió a propósito del Bicentenario.
El caso “Thatcher”
“¿Cuál debe ser el rol de la oposición frente a un Gobierno que ha ganado las elecciones con un margen escaso de votos y pretende implementar reformas radicales?”, preguntó un asistente al orador. Przeworski respondió que la oposición debía ser razonable, sin por ello dejar de defender sus intereses. Luego se manifestó partidario del gradualismo: “a menudo un partido gana los comicios por un margen muy chico e intenta hacer cambios radicales: es un error político. Si trata de cambiar demasiado, no durará mucho (en el poder)”. No obstante ello, el académico nacido en la Polonia comunista postuló que la única alternativa que la oposición tiene es esperar a las elecciones: “los límites de oposición legítima e ilegítima son oscuros. Hay perspectivas mayoritaristas como la de la británica Margaret Thatcher, que decía: ‘yo gobierno, ustedes se callan’. Pero una oposición obstruccionista puede producir daños a la política y parálisis. Realmente no sé cuál es la medida justa”.
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