Por LA GACETA
30 Septiembre 2016
Es un flagelo de la humanidad. Es compañera del hambre, la desnutrición, el acceso limitado o nulo a la educación, la discriminación, la marginalidad, el desempleo, de la ausencia de posibilidades de progreso. La Organización de Naciones Unidas señala que 836 millones de personas viven en la pobreza extrema y que una de cada cinco de ellas en las regiones en desarrollo vive diariamente con menos de 1,25 dólar.
Luego de mucho tiempo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) divulgó cifras relacionadas con la pobreza en el país. Determinó que uno de cada tres habitantes de la Argentina es pobre y el 6,3% de la población es indigente. El relevamiento que corresponde al segundo trimestre del año, indica que 8,7 millones de personas que viven en grandes centros urbanos, son pobres, es decir el 32,2% de la población y entre ellas, 1,7 millones de personas es indigente (6,3%). Según el informe, el Noreste tiene mayor tasa de pobreza con un 40,1%, seguido por el Noroeste, con el 35,8%. La indigencia en la región Pampeana llega al 7,7%, en el Noreste al 7,6%, y el Gran Buenos Aires, al 6,2%. La Patagonia es la zona menos afectada, ya que la pobreza tuvo allí un registro de 24,7%, y la indigencia llegó a 3,3%. La última medición sobre pobreza, efectuada a mediados de 2013, señalaba que en el país había solo 4,7% de pobres. Se estima que en el Gran San Miguel de Tucumán, la esta afecta a unos 300.000 habitantes, mientras que la indigencia golpea a unas 40.000 personas, ello sin considerar el interior de la provincia.
Los resultados del informe del Indec no deberían sorprender; en el cuarto trimestre de 2013, la pobreza llegaba al 27,5% de la población, de acuerdo con la medición efectuada entonces por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.
Mientras el presidente Macri dijo el miércoles que la noticia debe dolernos y darnos bronca, pero que es un incentivo a trabajar juntos para poder caminar hacia pobreza cero, el último ministro de Economía de la gestión saliente responsabilizó al gobierno del crecimiento de un 20% de pobres en estos meses.
La pobreza obedece a múltiples causas, tales como la desigual distribución de la riqueza, el analfabetismo, la falta de empleos que permitan vivir dignamente, la exclusión social, entre otras. Según un estudio nacional, elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino, que publicamos el martes, el 42% de los trabajadores argentinos no ganan $12.500 para eludir la línea de la pobreza. Se indica también que el 42% del total de ocupados de los argentinos trabaja en negro.
En nuestro país, los pobres suelen ser una brasa en la mano de los gobernantes, motivo de controversia, de intercambio de culpas. Los desamparados deben dejar de ser un botín de guerra de la clase política y económica. Si las políticas no persiguen como objetivo la transparencia, la igualdad social y la dignidad de los individuos, lejos se estará de luchar contra la pobreza con eficacia. “La pobreza es producto del sistema que hemos creado, por ende hay que cambiar los modelos y conceptos rígidos de nuestra sociedad”, dice el banquero Muhammad Yunus. Mientras que el filósofo Adam Smith afirmaba: “No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados”.
Luego de mucho tiempo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) divulgó cifras relacionadas con la pobreza en el país. Determinó que uno de cada tres habitantes de la Argentina es pobre y el 6,3% de la población es indigente. El relevamiento que corresponde al segundo trimestre del año, indica que 8,7 millones de personas que viven en grandes centros urbanos, son pobres, es decir el 32,2% de la población y entre ellas, 1,7 millones de personas es indigente (6,3%). Según el informe, el Noreste tiene mayor tasa de pobreza con un 40,1%, seguido por el Noroeste, con el 35,8%. La indigencia en la región Pampeana llega al 7,7%, en el Noreste al 7,6%, y el Gran Buenos Aires, al 6,2%. La Patagonia es la zona menos afectada, ya que la pobreza tuvo allí un registro de 24,7%, y la indigencia llegó a 3,3%. La última medición sobre pobreza, efectuada a mediados de 2013, señalaba que en el país había solo 4,7% de pobres. Se estima que en el Gran San Miguel de Tucumán, la esta afecta a unos 300.000 habitantes, mientras que la indigencia golpea a unas 40.000 personas, ello sin considerar el interior de la provincia.
Los resultados del informe del Indec no deberían sorprender; en el cuarto trimestre de 2013, la pobreza llegaba al 27,5% de la población, de acuerdo con la medición efectuada entonces por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.
Mientras el presidente Macri dijo el miércoles que la noticia debe dolernos y darnos bronca, pero que es un incentivo a trabajar juntos para poder caminar hacia pobreza cero, el último ministro de Economía de la gestión saliente responsabilizó al gobierno del crecimiento de un 20% de pobres en estos meses.
La pobreza obedece a múltiples causas, tales como la desigual distribución de la riqueza, el analfabetismo, la falta de empleos que permitan vivir dignamente, la exclusión social, entre otras. Según un estudio nacional, elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino, que publicamos el martes, el 42% de los trabajadores argentinos no ganan $12.500 para eludir la línea de la pobreza. Se indica también que el 42% del total de ocupados de los argentinos trabaja en negro.
En nuestro país, los pobres suelen ser una brasa en la mano de los gobernantes, motivo de controversia, de intercambio de culpas. Los desamparados deben dejar de ser un botín de guerra de la clase política y económica. Si las políticas no persiguen como objetivo la transparencia, la igualdad social y la dignidad de los individuos, lejos se estará de luchar contra la pobreza con eficacia. “La pobreza es producto del sistema que hemos creado, por ende hay que cambiar los modelos y conceptos rígidos de nuestra sociedad”, dice el banquero Muhammad Yunus. Mientras que el filósofo Adam Smith afirmaba: “No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados”.