29 Septiembre 2016
ALBERTO GARCÍA HAMILTON. El fundador de LA GACETA, que nació en 1872 y falleció en 1947 fotos de archivo la gaceta
Ninguno de los tucumanos que caminaban por la calle en 1912, hubiera sospechado que LA GACETA, que empezó a venderse el 4 de agosto de ese año, estaba destinada a ser el diario más importante del interior del país y uno de los más importantes de la Argentina, con los hoy 104 años de vida que lleva en sus hombros.
Lo fundó un periodista uruguayo, don Alberto García Hamilton. Había nacido en Montevideo en 1872 y luego su familia se trasladó a Fray Bentos. Estudió en la escuelita del pueblo, y en la prensa local descubriría, desde adolescente, esa vocación por el periodismo que ya nunca iba a abandonar. Empezó como redactor en “La Opinión Pública” hasta 1892, y luego pasó a “El Comercio”, que llegaría a dirigir.
Colaboraba además en “La Tribuna Popular” de Montevideo, y “El Pueblo”, de Paysandú. Su condición de activo militante de los “blancos” de Aparicio Saravia, lo forzó a exiliarse en la Argentina, en compañía de su hermano Germán. En 1898 estaba radicado en Tucumán.
Un 4 de agosto
Pronto ingresó a la redacción del vespertino “El Orden”, del que fue redactor y director interino en las ausencias de su titular, León Rosenvald. Se arraigó a la ciudad al casarse con doña Emilia Rodríguez Isla, dama de tradicionales familias tucumanas. Fue concejal de la Municipalidad y vicepresidente de la prestigiosa Sociedad Sarmiento, así como escribió un par de obras de teatro.
En 1903 se desvinculó de “El Orden”. Pasó a desempeñar entonces varias representaciones comerciales, pero sin abandonar el oficio, ya que era corresponsal de “La Nación”, de “Fray Mocho” y de “Caras y Caretas”.
Esto mientras maduraba la decisión de fundar “La Gaceta”, sueño que concretó, dijimos, aquel 4 de agosto de 1912. Al principio era de edición dominical, para cubrir el vacío informativo que los domingos tenían entonces. Su publicación, de cuatro páginas e impresa en una imprenta particular, pronto empezó a abrirse camino.
El 10 de diciembre de ese año, se convertía en diario, además de publicar el número de sus páginas. Poco después, adquiriría sus primeros linotipos y su primera impresora propia, una rotoplana “Duplex”. Ya a comienzos de la década de 1920, se destacaba en el periodismo del interior por la calidad y abundancia de su material, que resaltaba especialmente en suplementos dominicales y en ediciones extraordinarias para las fechas patrias.
En 1915, se anotaba el record “de la información telegráfica recibida en Tucumán”, con 14.857 palabras, y en 1917 obtenía diploma y medalla de honor en Estados Unidos, en la Exposición Internacional de San Francisco. Su tiraje de 1926 era notable: 8.000 ejemplares.
La nueva sede
Corría 1929 cuando ejecutó otro avance fundamental. Consistió en la compra del local de calle Mendoza 654, y también de una rotativa propia, la “Marinoni”, última palabra de la impresión de su época. El paso daría a sus ediciones una gran dimensión.
En la calle Mendoza erigiría, décadas más tarde, un edificio de seis pisos, de estilo neocolonial. En la actualidad, allí funcionan la dirección, la administración, la redacción y parte de las secciones técnicas.
En ese tercer decenio del siglo pasado, ya LA GACETA había extendido su área de influencia a toda la región. Sus secciones cotidianas dedicadas al Noroeste Argentino constituían un verdadero “diario dentro del diario”, con indiscutible peso en la opinión pública de las provincias vecinas. Adquiriría mayor dimensión todavía a partir de 1936, cuando la entonces ultramoderna rotativa “Hoe” reemplace a la “Marinoni”. La nueva máquina tenía aptitud para tirar 100.000 ejemplares en una hora, lo que puso a LA GACETA a la cabeza de los diarios del interior.
Moderna planta
A fines de 1959, incorporó a sus páginas el servicio de radiofotos, todo un revolucionario adelanto en ese momento. La constante preocupación pora adecuar el diario a los requerimientos del periodismo moderno, se patentizaría singularmente en 1971. Ese año, llevó a cabo el cambio total del sistema de impresión: dejó atrás el tradicional plomo para pasar al sistema “Offset”, incorporando las dos primeras de su batería de rotativas “Offset Goss Metro”.
Para alojar esas máquinas, construyó especialmente un edificio en la intersección de avenida Siria y Delfín Gallo, en medio de un espacioso terreno que posibiltaba futuras ampliaciones. Además de la planta impresora, el local albergó los grandes depósitos de papel.
Este desdoblamiento de la sede del diario significaría, además, una serie de tareas de remodelación de la planta baja y primer piso de su local de calle Mendoza. Las salas de redacción y todo el sector donde se realiza técnicamente el diario, se hicieron íntegramente nuevas, de acuerdo a una distribución moderna y con aire acondicionado central.
Todos estos trabajos eran necesarios, ante innovaciones que ya no se detendrían.
La nueva era
En efecto, el 31 de mayo de 1981, LA GACETA ingresó de lleno en la Era de Computación. El moderno equipo inicial, adquirido en Estados Unidos, constaba de 22 máquinas electrónicas terminales conectadas a una computadora central, que almacenaba los datos y los entregaba de acuerdo a las necesidades de la programación. El conjunto se complementaba con dos máquinas impresoras, componedoras y fotocomponedoras que escribían el material almacenado a una velocidad de 19 líneas por segundo.
El sistema, una verdadera maravilla cibernética de los 80, tenía control electrónico y permitía una composición de admirables celeridad y limpieza. Además, buscando complementar la información proporcionada por la mañana, en 1981 la empresa editora lanzaba el primer número de un vespertino, “La Tarde”, que editaría durante diez años desde entonces.
En 1994, el cambio se profundizaría aun más, al iniciarse el montaje de una nueva rotativa, la “Metroliner II”, más un medio piso color, que se sumaron a las unidades existentes (dos “Metro”, una “Metroliner I” y otro medio piso). El equipo era de última generación, fabricado en Chicago por la empresa que construía el trasbordador espacial Dicovery. Permitió la renovación sustancial de la calidad gráfica de LA GACETA.
El rediseño
El diario, además inició un proceso de rediseño, asesorado por el calificado experto internacional Mario García. Se reorganizaron las páginas y la distribución de la información; se jerarquizaron las fotografías y se las complementó con infografías; se seleccionó la más moderna tipografía.
Estas y otras múltiples innovaciones, buscaban que el paso del lector por cada página fuera más eficaz, más rápido y más ameno. A pesar de la magnitud de las modificaciones, se las realizó cuidando no romper abruptamente con la tradición. Es decir que, a pesar del cambio de cara, LA GACETA siguiera siendo LA GACETA.
Otra activísima tarea se desarrolló símultáneamente. Equipos de prensa ultramodernos dotaron, a la labor de la redacción y a las tareas internas de las distintas secciones, de un sistema informático totalmente integrado con ellas.
El trabajo de diagramadores y programadores empezó a hacerse directamente sobre la pantalla; se archivaron las fotografías en discos compactos; se trataron las imágenes en sistema digital, para darles la máxima calidad; se pudo acceder instantáneamente a fotografías satelitales. Esto para mencionar sólo algunos de los adelantos principales.
A todo color
Eran reveladores de que LA GACETA se mantenía en la tesitura de incorporar a su tarea la más moderna tecnología, marchando, como siempre y sin ahorrar esfuerzos, en la avanzada del mejor periodismo mundial.
El 14 de marzo de 1995, el diario aparecía integralmente rediseñado, y con el atractivo adicional del color, que capturó de inmediato el gusto de los lectores.
La Society for Newspapers Design, de Estados Unidos, en su certamen anual de 1996 (considerado la máxima compulsa internacional de diseño periodístico), le otorgó cinco premios, record en materia de galardones para un solo diario latinoamericano.
En 2005, se añadieron a la rotativa tres unidades impresoras tricolor, que permitieron –entre otras ventajas- imprimir dos cuerpos del diario en forma simultánea.
Mantuvo siempre la política de sumar nuevos servicios periodísticos a sus ediciones cotidianas. A sus suplementos (de los cuales ya poseía justificado prestigio nacional la Sección Literaria, fundada en 1949 por Daniel Alberto Dessein), se fueron añadiendo constantemente revistas y fascículos, así como la periódica edición de libros
Lo fundó un periodista uruguayo, don Alberto García Hamilton. Había nacido en Montevideo en 1872 y luego su familia se trasladó a Fray Bentos. Estudió en la escuelita del pueblo, y en la prensa local descubriría, desde adolescente, esa vocación por el periodismo que ya nunca iba a abandonar. Empezó como redactor en “La Opinión Pública” hasta 1892, y luego pasó a “El Comercio”, que llegaría a dirigir.
Colaboraba además en “La Tribuna Popular” de Montevideo, y “El Pueblo”, de Paysandú. Su condición de activo militante de los “blancos” de Aparicio Saravia, lo forzó a exiliarse en la Argentina, en compañía de su hermano Germán. En 1898 estaba radicado en Tucumán.
Un 4 de agosto
Pronto ingresó a la redacción del vespertino “El Orden”, del que fue redactor y director interino en las ausencias de su titular, León Rosenvald. Se arraigó a la ciudad al casarse con doña Emilia Rodríguez Isla, dama de tradicionales familias tucumanas. Fue concejal de la Municipalidad y vicepresidente de la prestigiosa Sociedad Sarmiento, así como escribió un par de obras de teatro.
En 1903 se desvinculó de “El Orden”. Pasó a desempeñar entonces varias representaciones comerciales, pero sin abandonar el oficio, ya que era corresponsal de “La Nación”, de “Fray Mocho” y de “Caras y Caretas”.
Esto mientras maduraba la decisión de fundar “La Gaceta”, sueño que concretó, dijimos, aquel 4 de agosto de 1912. Al principio era de edición dominical, para cubrir el vacío informativo que los domingos tenían entonces. Su publicación, de cuatro páginas e impresa en una imprenta particular, pronto empezó a abrirse camino.
El 10 de diciembre de ese año, se convertía en diario, además de publicar el número de sus páginas. Poco después, adquiriría sus primeros linotipos y su primera impresora propia, una rotoplana “Duplex”. Ya a comienzos de la década de 1920, se destacaba en el periodismo del interior por la calidad y abundancia de su material, que resaltaba especialmente en suplementos dominicales y en ediciones extraordinarias para las fechas patrias.
En 1915, se anotaba el record “de la información telegráfica recibida en Tucumán”, con 14.857 palabras, y en 1917 obtenía diploma y medalla de honor en Estados Unidos, en la Exposición Internacional de San Francisco. Su tiraje de 1926 era notable: 8.000 ejemplares.
La nueva sede
Corría 1929 cuando ejecutó otro avance fundamental. Consistió en la compra del local de calle Mendoza 654, y también de una rotativa propia, la “Marinoni”, última palabra de la impresión de su época. El paso daría a sus ediciones una gran dimensión.
En la calle Mendoza erigiría, décadas más tarde, un edificio de seis pisos, de estilo neocolonial. En la actualidad, allí funcionan la dirección, la administración, la redacción y parte de las secciones técnicas.
En ese tercer decenio del siglo pasado, ya LA GACETA había extendido su área de influencia a toda la región. Sus secciones cotidianas dedicadas al Noroeste Argentino constituían un verdadero “diario dentro del diario”, con indiscutible peso en la opinión pública de las provincias vecinas. Adquiriría mayor dimensión todavía a partir de 1936, cuando la entonces ultramoderna rotativa “Hoe” reemplace a la “Marinoni”. La nueva máquina tenía aptitud para tirar 100.000 ejemplares en una hora, lo que puso a LA GACETA a la cabeza de los diarios del interior.
Moderna planta
A fines de 1959, incorporó a sus páginas el servicio de radiofotos, todo un revolucionario adelanto en ese momento. La constante preocupación pora adecuar el diario a los requerimientos del periodismo moderno, se patentizaría singularmente en 1971. Ese año, llevó a cabo el cambio total del sistema de impresión: dejó atrás el tradicional plomo para pasar al sistema “Offset”, incorporando las dos primeras de su batería de rotativas “Offset Goss Metro”.
Para alojar esas máquinas, construyó especialmente un edificio en la intersección de avenida Siria y Delfín Gallo, en medio de un espacioso terreno que posibiltaba futuras ampliaciones. Además de la planta impresora, el local albergó los grandes depósitos de papel.
Este desdoblamiento de la sede del diario significaría, además, una serie de tareas de remodelación de la planta baja y primer piso de su local de calle Mendoza. Las salas de redacción y todo el sector donde se realiza técnicamente el diario, se hicieron íntegramente nuevas, de acuerdo a una distribución moderna y con aire acondicionado central.
Todos estos trabajos eran necesarios, ante innovaciones que ya no se detendrían.
La nueva era
En efecto, el 31 de mayo de 1981, LA GACETA ingresó de lleno en la Era de Computación. El moderno equipo inicial, adquirido en Estados Unidos, constaba de 22 máquinas electrónicas terminales conectadas a una computadora central, que almacenaba los datos y los entregaba de acuerdo a las necesidades de la programación. El conjunto se complementaba con dos máquinas impresoras, componedoras y fotocomponedoras que escribían el material almacenado a una velocidad de 19 líneas por segundo.
El sistema, una verdadera maravilla cibernética de los 80, tenía control electrónico y permitía una composición de admirables celeridad y limpieza. Además, buscando complementar la información proporcionada por la mañana, en 1981 la empresa editora lanzaba el primer número de un vespertino, “La Tarde”, que editaría durante diez años desde entonces.
En 1994, el cambio se profundizaría aun más, al iniciarse el montaje de una nueva rotativa, la “Metroliner II”, más un medio piso color, que se sumaron a las unidades existentes (dos “Metro”, una “Metroliner I” y otro medio piso). El equipo era de última generación, fabricado en Chicago por la empresa que construía el trasbordador espacial Dicovery. Permitió la renovación sustancial de la calidad gráfica de LA GACETA.
El rediseño
El diario, además inició un proceso de rediseño, asesorado por el calificado experto internacional Mario García. Se reorganizaron las páginas y la distribución de la información; se jerarquizaron las fotografías y se las complementó con infografías; se seleccionó la más moderna tipografía.
Estas y otras múltiples innovaciones, buscaban que el paso del lector por cada página fuera más eficaz, más rápido y más ameno. A pesar de la magnitud de las modificaciones, se las realizó cuidando no romper abruptamente con la tradición. Es decir que, a pesar del cambio de cara, LA GACETA siguiera siendo LA GACETA.
Otra activísima tarea se desarrolló símultáneamente. Equipos de prensa ultramodernos dotaron, a la labor de la redacción y a las tareas internas de las distintas secciones, de un sistema informático totalmente integrado con ellas.
El trabajo de diagramadores y programadores empezó a hacerse directamente sobre la pantalla; se archivaron las fotografías en discos compactos; se trataron las imágenes en sistema digital, para darles la máxima calidad; se pudo acceder instantáneamente a fotografías satelitales. Esto para mencionar sólo algunos de los adelantos principales.
A todo color
Eran reveladores de que LA GACETA se mantenía en la tesitura de incorporar a su tarea la más moderna tecnología, marchando, como siempre y sin ahorrar esfuerzos, en la avanzada del mejor periodismo mundial.
El 14 de marzo de 1995, el diario aparecía integralmente rediseñado, y con el atractivo adicional del color, que capturó de inmediato el gusto de los lectores.
La Society for Newspapers Design, de Estados Unidos, en su certamen anual de 1996 (considerado la máxima compulsa internacional de diseño periodístico), le otorgó cinco premios, record en materia de galardones para un solo diario latinoamericano.
En 2005, se añadieron a la rotativa tres unidades impresoras tricolor, que permitieron –entre otras ventajas- imprimir dos cuerpos del diario en forma simultánea.
Mantuvo siempre la política de sumar nuevos servicios periodísticos a sus ediciones cotidianas. A sus suplementos (de los cuales ya poseía justificado prestigio nacional la Sección Literaria, fundada en 1949 por Daniel Alberto Dessein), se fueron añadiendo constantemente revistas y fascículos, así como la periódica edición de libros
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