En Atlético tuvieron que optar entre el desayuno o el almuerzo

En Atlético tuvieron que optar entre el desayuno o el almuerzo

Por el horario del partido, no hay tiempo para una digestión completa.

LA GACETA/FOTO DE LEO NOLI LA GACETA/FOTO DE LEO NOLI
Rosario amanece fría, apagada, con ganas de no abrir su ojos después de una noche de lluvia y bajas temperaturas. El clima, cuentan en la casa del Monumento a la Bandera, no perdonó, ni en otoño ni en invierno. “Nos vivimos enfermando”, dice molesto un taxista, Jorge, de piernas flacas y espalda de fisicoculturista, que maneja quejándose de su tos hasta dar con la concentración donde Atlético espera hasta antes de partir rumbo al Parque de la Independencia, pulmón verde en el que habita el “Coloso Marcelo Bielsa”, la casa de Newell´s.
Y como si la norma de dormir se extendiera hacia todos los habitantes de la ciudad, en el búnker “Decano” sucede lo mismo. No vuela una mosca en el lobby del hotel, a las 8, a las 9. Es puro silencio la planta baja. Apenas si se lo ve a Juan Manuel Azconzábal charlando con un amigo, y luego a Ariel Zapata que baja junto al preparador físico. Después será turno de Rubén Gultimerián y Hugo Cervantes, directivos a cargo de la delegación.
Pero de los jugadores nada. “Hay que dejarlos descansar”, opinan allegados al equipo, haciendo referencia, principalmente, a que el horario del partido con la “Lepra”, de por sí, es bastante atípico para ésta época. “Jugar a las 14 te cambia bastante los horarios”, acota ya un integrante del cuerpo técnico, aunque ríe y recuerda sus épocas en cancha. “A veces jugábamos a las 11 de la mañana y un ¡lunes! Los tiempos cambian con la televisión”, explica.
Entonces, la agenda a seguir es otra. No hay desayuno y después almuerzo, porque no dan los tiempos para una digestión completa de cuatro horas. Por eso surgen las decisiones personales de cada futbolista, cuando se le ofrece una carta. “O toman un buen desayuno o almuerzan”. El desayuno es el mismo de siempre; contempla de café, té o mate, acompañado por tostadas, quesos y fiambres, además de jugos, yogur o frutas. Todo muy light. Y para comer, ¿qué onda? “Pastas, pero en cantidad razonable”, hablan desde la cocina.
Almorzar a las 10 de la mañana suena a una noche larga de parranda que termina con una buena comida antes de entrar en contacto con el sueño. En Atlético la fiesta comenzó pasado el mediodía de ayer, cuando encaró hacia la cancha de la “Lepra”, porque cuando pisó el césped dejó todo para volverse con los tres puntos (para no volverse con las manos vacías).

Rosario amanece fría, apagada, con ganas de no abrir su ojos después de una noche de lluvia y bajas temperaturas. El clima, cuentan en la casa del Monumento a la Bandera, no perdonó, ni en otoño ni en invierno. “Nos vivimos enfermando”, dice molesto un taxista, Jorge, de piernas flacas y espalda de fisicoculturista, que maneja quejándose de su tos hasta dar con la concentración donde Atlético espera hasta antes de partir rumbo al Parque de la Independencia, pulmón verde en el que habita el “Coloso Marcelo Bielsa”, la casa de Newell's.

Y como si la norma de dormir se extendiera hacia todos los habitantes de la ciudad, en el búnker “Decano” sucede lo mismo. No vuela una mosca en el lobby del hotel, a las 8, a las 9. Es puro silencio la planta baja. Apenas si se lo ve a Juan Manuel Azconzábal charlando con un amigo, y luego a Ariel Zapata que baja junto al preparador físico. Después será turno de Rubén Gultimerián y Hugo Cervantes, directivos a cargo de la delegación.

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Pero de los jugadores nada. “Hay que dejarlos descansar”, opinan allegados al equipo, haciendo referencia, principalmente, a que el horario del partido con la “Lepra”, de por sí, es bastante atípico para ésta época. “Jugar a las 14 te cambia bastante los horarios”, acota ya un integrante del cuerpo técnico, aunque ríe y recuerda sus épocas en cancha. “A veces jugábamos a las 11 de la mañana y un ¡lunes! Los tiempos cambian con la televisión”, explica.

Entonces, la agenda a seguir es otra. No hay desayuno y después almuerzo, porque no dan los tiempos para una digestión completa de cuatro horas. Por eso surgen las decisiones personales de cada futbolista, cuando se le ofrece una carta. “O toman un buen desayuno o almuerzan”. El desayuno es el mismo de siempre; contempla de café, té o mate, acompañado por tostadas, quesos y fiambres, además de jugos, yogur o frutas. Todo muy light. Y para comer, ¿qué onda? “Pastas, pero en cantidad razonable”, hablan desde la cocina.

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Almorzar a las 10 de la mañana suena a una noche larga de parranda que termina con una buena comida antes de entrar en contacto con el sueño. En Atlético la fiesta comenzó pasado el mediodía de ayer, cuando encaró hacia la cancha de la “Lepra”, porque cuando pisó el césped dejó todo para volverse con los tres puntos.

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