Dos groseras fallas de Atlético, en lugares donde no debe dormirse, le costaron los dos goles que Carlos Auzqui les regaló a los hinchas de Estudiantes. El 2-0 final habla de la precisión de un equipo platense que supo siempre a qué jugar contra el “Decano”. Esperó sin apurarse, presionó sin hacerlo y trasladó la pelota como corresponde. No se puede decir lo mismo de un Atlético que cuando desespera recurre al pelotazo.
Juan Manuel Azconzábal remarcó durante la conferencia de prensa la categoría de un plantel y otro; del poder económico para sumar variantes de un club y otro. Tiene razón el entrenador. Y quizás donde la diferencia quedó expuesta fue en la mala tarde de Atlético para aprovechar los errores de la zaga de Estudiantes. Le regaló tres pelotas y no pudo marcar. En cambio, el “Pincha” fue 2/2.
Iba a pasar en el algún momento y fue ayer. Atlético cedió su invicto de 32 partidos oficiales como anfitrión en el estadio Monumental. Casi dos años pasaron desde aquel 5 de noviembre de 2014 cuando Huracán derrotó 2-1 a un “Decano” que luchaba por seguir en la pelea por uno de los cinco ascensos a Primera en el torneo de Transición de la B Nacional.
Las comparaciones son odiosas, pero bien valen de ejemplo. Mientras Atlético equivocaba el camino de salir hasta mitad de cancha con sus centrales y luego buscar un pelotazo sorpresa que nunca llegó, Estudiantes lo hacía con Santiago Ascacíbar. El volante central fue el eje del medio campo visitante. Distribuyó el balón a sus colegas en ataque y colaboró con Rodrigo Braña en defensa. Hizo simple lo difícil Ascacíbar.
Atlético volvió a dejar de hacer lo que mejor sabe: jugar corto y preciso con su ofensiva. El pase seguro y directo estuvo ausente durante gran parte del encuentro. Cuando apareció, el “Decano” mostró actitud y probó los buenos reflejos de un Mariano Andújar que no dio lugar a que la ilusión del descuento se haga presente en el marcador. El arquero del “Pincha” apareció en los momentos calientes, al final.
La derrota de ayer debe dejar una enseñanza: contra rivales de mayor porte, por historia y actualidad, Atlético no puede darse el lujo que perder la iniciativa y el control de la situación. Estudiantes vino a Tucumán a hacer negocio a partir de la paciencia de contar con una férrea defensa que no le hizo pasar sobresaltos casi en ningún momento del partido.
ANALISIS
A seguir con la frente en alto
Entender que una caída no es el fin del mundo es el primer paso bien dado en este largo camino que le depara a Atlético en Primera. Ayer perdió y, si se quiere, perdió bien. Se equivocó y pagó.
Fue justa la derrota, a partir de entender que Estudiantes aprovechó dos groseros errores desde el momento en que robó la pelota y pasó por caja. Cuando Nery Leyes quiso hacer una de más, Lucas Rodríguez fue Gardel en el recupero y Maradona en el pase entre los centrales a Carlos Auzqui, que colocó donde quiso el balón en el arco de Cristian Lucchetti.
Después, en el complemento fue Bruno Bianchi el que penó y Auzqui el que la hizo toda linda, hasta el 2-0. Los errores conceptuales, de concentración, fueron la cruz.
Pero después de la derrota la vida continúa para el “Decano”. Duele, claro, pero hay que mirar adelante y pensar que lo hecho, hecho está y que nada lo borrará. El 3-1 sobre Arsenal aplaca este 0-2. Si desespera por un tropezón, peor le irá. La paciencia lo es todo hoy.