19 Septiembre 2016
DESDE EL PUENTE EL SALADILLO. Esta es una de las pruebas que hacen los estudiantes. También van a remar. la gaceta / fotos de franco vera
Antes de empezar se forman dos grupos. Cada uno tiene una identificación y sus integrantes deben tomar decisiones y coordinar las acciones en conjunto. Sin embargo, dentro de los grupos siempre surgen las individualidades. Con la práctica del rapel se pone en juego una evaluación clave en la gestión de empresas. El riesgo que puede enfrentar cualquier empleado ante una situación imprevista en la organización se traslada al riesgo de enfrentar una situación de estrés como el descenso sostenido por cuerdas y arneses.
En tierra firme, debajo del puente, todos se muestran entusiastas e incentivos para subir al puente y practicar rapel. Pero, a la hora de la verdad, cuando están arriba y llega el momento de ponerse los equipos y sujetarse empiezan los temores. Algunos se arrepienten y no quieren hacer el salto; otros actúan de manera individualista; y unos cuantos mantienen la consigna de trabajar en equipo. En ese momento es cuando empieza a verse el perfil de cada uno frente a una situación de riesgo. Ahí comienza la evaluación del futuro personal que gestionará una compañía. Como se trata de estudiantes de gestión de empresas, se supone que deben tomar decisiones para todo el grupo, como si fuera una organización.
El instructor y guía de la expedición al puente ferroviario El Saladillo, cerca del dique El Cadillal, es Hernán Parajón. Se trata de un experimentado montañista, que trabaja incluso en rescate de alta montaña.
“Cuando llegan aquí -dice Parajón, mientras señala debajo del puente, en tierra firme- todos son unidos; todo es pura diversión en los grupos de trabajo. Pero cuando suben al puente empiezan a disgregarse. El grupo está ante una situación de estrés como cuando hay un problema en la empresa y se deben analizar las medidas que se adoptarán. Se traslada el riesgo y la toma de decisiones a la gente que va a manejar empresas. Esto te va preparando para momentos difíciles en los que hay que dar soluciones inmediatas. De acuerdo con las actitudes que tiene cada uno -explica el instructor-, el comportamiento es de grupo o se disgregan y en la evaluación final se detalla a cada integrante. Están los que se han borrado y los que trabajaron en equipo para ayudar a los que tuvieron dificultades. Hay algunos integrantes que superan las pruebas difíciles y se separan abandonando al resto del grupo, pero los que trabajan bien son los que ayudan al resto”, resaltó.
Carlos Parajón, también montañista y experto en deportes extremos, colabora con su hermano en la distribución de roles y en controlar las medidas de seguridad a fin de evitar inconvenientes. “Aparte de rapel también vamos al dique El Cadillal y se los hace remar. Generalmente es gente que nunca ha remado en el dique -explica Carlos-. Vamos con salvavidas y la lancha de seguridad; ahí podemos ver cómo los que saben remar avanzan solos y el resto del grupo queda dando vueltas en medio del agua. Es lindo que aprendan estas actitudes cuando son chicos, porque así tienen menos miedo”, advierte.
A modo de ejemplo, Carlos resalta que, en Europa, se sale con los chicos desde los seis años para que comiencen a practicar este tipo de deportes. “Está comprobado -dice- que ayuda a desarrollar los sentidos de coordinación”.
La capacitación que desarrollan los hermanos Parajón está dirigida a alumnos de posgrado de la universidad, que deben realizar un trabajo en equipo de alto rendimiento. “Hacemos que, de manera práctica planifiquen un trabajo en grupo y nosotros evaluamos y analizamos las conductas y corroboramos si realmente han cumplido los objetivos del objetivo planificado”, detalló Hernán.
En tierra firme, debajo del puente, todos se muestran entusiastas e incentivos para subir al puente y practicar rapel. Pero, a la hora de la verdad, cuando están arriba y llega el momento de ponerse los equipos y sujetarse empiezan los temores. Algunos se arrepienten y no quieren hacer el salto; otros actúan de manera individualista; y unos cuantos mantienen la consigna de trabajar en equipo. En ese momento es cuando empieza a verse el perfil de cada uno frente a una situación de riesgo. Ahí comienza la evaluación del futuro personal que gestionará una compañía. Como se trata de estudiantes de gestión de empresas, se supone que deben tomar decisiones para todo el grupo, como si fuera una organización.
El instructor y guía de la expedición al puente ferroviario El Saladillo, cerca del dique El Cadillal, es Hernán Parajón. Se trata de un experimentado montañista, que trabaja incluso en rescate de alta montaña.
“Cuando llegan aquí -dice Parajón, mientras señala debajo del puente, en tierra firme- todos son unidos; todo es pura diversión en los grupos de trabajo. Pero cuando suben al puente empiezan a disgregarse. El grupo está ante una situación de estrés como cuando hay un problema en la empresa y se deben analizar las medidas que se adoptarán. Se traslada el riesgo y la toma de decisiones a la gente que va a manejar empresas. Esto te va preparando para momentos difíciles en los que hay que dar soluciones inmediatas. De acuerdo con las actitudes que tiene cada uno -explica el instructor-, el comportamiento es de grupo o se disgregan y en la evaluación final se detalla a cada integrante. Están los que se han borrado y los que trabajaron en equipo para ayudar a los que tuvieron dificultades. Hay algunos integrantes que superan las pruebas difíciles y se separan abandonando al resto del grupo, pero los que trabajan bien son los que ayudan al resto”, resaltó.
Carlos Parajón, también montañista y experto en deportes extremos, colabora con su hermano en la distribución de roles y en controlar las medidas de seguridad a fin de evitar inconvenientes. “Aparte de rapel también vamos al dique El Cadillal y se los hace remar. Generalmente es gente que nunca ha remado en el dique -explica Carlos-. Vamos con salvavidas y la lancha de seguridad; ahí podemos ver cómo los que saben remar avanzan solos y el resto del grupo queda dando vueltas en medio del agua. Es lindo que aprendan estas actitudes cuando son chicos, porque así tienen menos miedo”, advierte.
A modo de ejemplo, Carlos resalta que, en Europa, se sale con los chicos desde los seis años para que comiencen a practicar este tipo de deportes. “Está comprobado -dice- que ayuda a desarrollar los sentidos de coordinación”.
La capacitación que desarrollan los hermanos Parajón está dirigida a alumnos de posgrado de la universidad, que deben realizar un trabajo en equipo de alto rendimiento. “Hacemos que, de manera práctica planifiquen un trabajo en grupo y nosotros evaluamos y analizamos las conductas y corroboramos si realmente han cumplido los objetivos del objetivo planificado”, detalló Hernán.
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