Facundo Palacio sabe lo que quiere

Facundo Palacio sabe lo que quiere

El tucumano llegó a ser número 4 del mundo en el ranking junior y ahora, ya con 18 años, quiere meterse entre los mejores de la categoría Mayores. Mientras viaja por el mundo, apunta a los Juegos de Tokio 2020.

REVÉS. Facundo es zurdo como su ídolo, Rafael Nadal. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ REVÉS. Facundo es zurdo como su ídolo, Rafael Nadal. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
18 Septiembre 2016
La pelota busca la esquina y parece imposible que Facundo, que hace un segundo estaba al otro lado de la cancha, llegue a devolver ese tiro con pretensión de winner. Pero llega. En un partido convencional, se trataría de una defensa digna de aplauso y replay, pero aquí lo sorprendente es que Facundo Palacio no lo hizo impulsado por sus piernas. Son sus brazos los que en apenas un instante redireccionaron las ruedas de su silla y las hicieron girar con fuerza hacia el otro lado. Si leyéndolo parece difícil, viéndolo resulta todavía más difícil de creer.

Los que no muestran el más mínimo gesto de sorpresa son sus entrenadores, que ya desde hace años vienen viéndolo crecer sin parar. Sobre todo desde 2013 a esta parte, cuando Facundo se tomó el tenis en serio y pegó el salto de calidad: llegó a ser número 4 del mundo en la categoría Juniors, que dejó atrás este año al cumplir 18, cuando automáticamente pasó a la de Mayores.

“Es más difícil. Si bien jugué en Mayores antes, no le prestaba mucha atención porque quería llegar a ser el número 1 en mi categoría. No pude, pero llegué a ser número 4 y clasificar al Masters donde juegan los ocho mejores del mundo”, rescata Facu, que en los pocos meses que lleva en la Mayores pasó de estar 284° en el ranking a ocupar hoy el puesto 59°.

“Tuve buenos resultados y jugué muchos torneos, y eso también ayuda. Claro que todos los puntos que gané los tengo que defender el año que viene. En Mayores también sueño con alcanzar el número 1, pero es más difícil, así que con llegar al top 15 me doy por satisfecho”, concede Facu, que no se conforma con poco.

Casi de casualidad

Facundo es un talento 100% tucumano, aunque por el tenis pase más tiempo en Buenos Aires o en el resto del mundo que en su provincia. Sus comienzos fueron en el Jockey Club, adonde se mudó con su familia hace 10 años. “Mi papá, Pablo Palacio, siempre jugó al tenis y yo lo veía. Y me gustaba ver las clases que tomaban los chicos con Matías”, cuenta.

“Yo lo veía sentado ahí en las lomitas, mirando, y un día lo invité a que probara. Nunca había trabajado con chicos de tenis adaptado, este fue el experimento, je”, bromea Matías Martínez Zavalía, quien niega ser el descubridor de Facundo. “Es que se descubrió solo. Porque vino solo. Siempre tuvo más amigos que José Miel y la ranita Demetán, así que se integró rápido. Lo unico que hicimos nosotros fue darle un empujón para que probara”, explica Matías, que lo dirigió un tiempo antes de pasarle la posta a Martín Mendoza, quien lo entrena actualmente cuando está en Tucumán.

“Al principio tomaba clases grupales, pero ahora son particulares, porque su nivel está por encima del de muchos chicos. Entonces, si sumamos a alguien más al entrenamiento, tiene que ser alguien que le pegue bastante, porque nosotros tenemos la misión de que mantenga el nivel que trae de allá”, comenta Martín.

Lejos de casa

Allá es Buenos Aires, adonde Facundo se mudó para perseguir más de cerca su sueño de ser uno de los mejores jugadores de tenis adaptado del mundo.

“Empecé a jugar en 2006, todavía con mi silla convencional, pero dejé en 2011, porque me había cansado de no jugar contra otros chicos que estuvieran en mi misma situación. En 2013 vino un tipo de Buenos Aires por un torneo de veteranos, y al ver mi silla guardada en un cuartito preguntó de quién era y mandó a que me llamaran. Me ofreció jugar en Buenos Aires y a mediados de ese año me fui”, recuerda Facundo.

El desarraigo siempre es duro, sobre todo cuando se es tan joven. “Es difícil, porque se extraña, y tengo que lavarme la ropa, salir a comprar mis cosas y todo lo que uno hace cuando vive solo, je. Además, estoy en la edad de salir con amigos y casi no puedo hacerlo. Pero bueno, no todo puede ser color de rosa. Esto es lo que me gusta, y mi sueño es clasificarme a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Me tengo mucha fe”, asegura Facu, que para eso se entrena hasta seis horas al día.

Lo que le llama la atención es que en todos estos años no se hayan acercado más chicos a probar el tenis adaptado. “Sé que no soy el único tucumano que anda en silla de ruedas o tiene una discapacidad física. Me parece que falta difusión de este tipo de cosas. Desde hace 10 años que pienso que estaría muy bueno que se sumaran más chicos. Se te abre un mundo nuevo. A mí me ayudó a cambiar muchas cosas. Aprendí a ser más independiente en todo. Además, te divertís y conocés gente que está en la misma situación y por ende te va a entender mejor que nadie. No es que con los otros te sientas mal o te discriminen; simplemente no están en la misma situación que vos y hay cosas que no podrían entender. Sería bueno que alguien que lea esto se anime a probar”, invita Facundo, antes de despedirse.

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