Ser payaso hospitalario ahora es un trabajo rentado

Ser payaso hospitalario ahora es un trabajo rentado

En virtud de una nueva ley, el Siprosa deberá crear un servicio específico mientras que para los sanatorios privados será opcional.

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EN EL CENTRO DE SALUD. Uno de los internos aplaude y canta junto con los payasos hospitalarios. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.- EN EL CENTRO DE SALUD. Uno de los internos aplaude y canta junto con los payasos hospitalarios. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.-
18 Septiembre 2016

“Cuando el alma ríe, el cuerpo sana”, dice el slogan de los Payaterapeutas. Y ahora ellos son los que ríen más que nunca, porque desde la semana pasada su tarea de llevar sonrisas, alegría y color a los contextos más grises de la vida ha sido reconocida por una ley provincial. La norma establece que el Sistema Provincial de Salud (Siprosa) deberá crear un servicio específico de payasos hospitalarios, por lo que ese trabajo comenzará a ser fijo y rentado en todo el sistema público de salud. Para los sanatorios privados, en tanto, la creación del servicio es optativa.

A algunos de ellos todavía les parece mentira. Y se ríen, se les ilumina la cara cuando cuentan que ahora nadie los podrá mirar como a esos bichos raros, de pelucas de colores y narices rojas que van a hacer payasadas en los hospitales. Incluso, a los tucumanos seguidores de las enseñanzas del médico estadounidense Hunter Doherty “Patch” Adams -famoso por la película protagonizada por Robin Williams- la nueva ley les amplifica su campo de acción respecto del antecedente más cercano: en Buenos Aires rige la Ley 14.726, que obliga que los payasos formen parte de los tratamientos de los pacientes pediátricos. Acá en Tucumán será para todos por igual.

“La verdad que las cosas se hicieron muy rápido. Comenzamos a establecer contactos primero con el Concejo Deliberante de la capital, en marzo de este año, buscando que la tarea de los payasos hospitalarios sea reconocida como de interés municipal y luego provincial. Pero fuimos más allá y comenzamos a trabajar en esta ley, unos meses después. Nos sorprende y nos alegra que haya salido tan rápido, aunque ahora tenemos que seguir trabajando para que se reglamente cuanto antes”, contó María Alejandra Acosta, jefa de enfermeras del servicio de Oncología del Centro de Salud, cofundadora y actual presidenta de la fundación Payaterepeutas, que nació en 2013. Esa es una de las tres organizaciones que trabajan en nuestra provincia, con puntos en común pero cada una con su sello propio: las otras dos son Doctor Payaso (sólo en el Hospital de Niños) y Payamédicos, que depende de la fundación central con base en Buenos Aires.



Acosta, licenciada en Enfermería, realizó un trabajo de investigación dentro de la Sala de Oncología del hospital Centro de Salud en el que evaluó cuáles son los beneficios de las hormonas que se liberan en el organismo cuando alguien se ríe. En el trabajo demostró que tras la visita de los payasos los pacientes admitían que sentían menos dolores, se relajaban y dormían mejor. También estudió cómo influye la risa en la glucemia, en la tensión y en la toma de calmantes. “En todos los controles quedó en claro que los valores de glucemia y de tensión arterial se aproximaban a los normales. Asimismo, los pacientes pedían menos calmantes”, detalló oportunamente a este diario. Sus conclusiones coinciden con numerosos trabajos científicos que comprueban que la risa mejora de forma decisiva la estadía en una sala de internación.

“Lo que más nos entusiasma de la ley no es sólo el reconocimiento a nuestra tarea, sino principalmente que garantiza que todos los enfermos de la provincia accedan al servicio de payasos hospitalarios. Nuestras intervenciones tienen un efecto muy positivo en los pacientes, entonces es una locura que no todos puedan acceder a esto”, festejó la payaenfermera.

Derecho al juego

“En principio es innegable que esta ley es un avance en el reconocimiento de derechos, en este caso el derecho al juego”, analiza Debora Prchal, coordinadora del voluntariado Doctor Payaso, perteneciente a la Fundación Payasos Sociales. Ese voluntariado se concentra especialmente en el Hospital de Niños, de allí que su foco esté puesto en el juego, no sólo como espacio de recreación, sino también de crecimiento, desarrollo y salud.

“El pediatra Donald Winnicott decía que era más preocupante que un niño no jugara a que no comiera. Y el derecho al juego, en contextos de internación de los niños, está involuntariamente vulnerado. Por más que un niño esté internado tiene que seguir jugando. Y decimos involuntariamente porque no es algo que se haga con intención, pero sí por desconocimiento”, señaló Prchal, artista con larga trayectoria en el clown. “Hemos realizado encuesta serias en las que pudimos comprobar que no hay, en general por supuesto, por parte de personal médico y de enfermería conocimiento sobre la importancia que tiene para la sanación del chico el hecho de restituir el juego: además contribuye a disminuir el estrés de los familiares y mejora la comunicación entre ellos y el personal de salud”, destacó.

A pesar de que celebra que se haya sancionado la ley provincial, Prchal advierte que es necesario ser cautelosos. “Resta ver la reglamentación de la ley. Nos interesa saber cómo se definirá la idoneidad de los miembros de los servicios, los mecanismos de transparencia y de control, así como los recursos que se invertirán. El payaso hospitalario es un artista principalmente, pero tiene una formación específica para cumplir estas tareas. No es alguien que va a ofrecer un espectáculo en un hospital, sino que debe estar capacitado para generar un espacio lúdico. Es fundamental la formación”, insistió.

El voluntariado Doctor Payaso arrancó en 2007 y fue pionero en este tipo de intervenciones. Durante su desembarco, cuenta Prchal, dirigía el hospital de Niños la doctora Graciela Lavado, quien recibió la propuesta con los brazos abiertos porque venía de España de ver experiencias similares.

“Desde el psicoanálisis, desde la sociología, desde psicomotricidad, desde todas las disciplinas hay autores que remarcan lo imprescindible de que el niño siga jugando en su internación. Pero siempre con un profesional, porque desde nuestra óptica se trata de una intervención social. Además, la situación de juego lleva como yapa la risa, que genera una serie de hormonas, como la serotonina y la endorfina, que calman el dolor. Y por ese solo hecho ya es un aporte innegable al servicio de salud. Lo único que esperamos es que la reglamentación sea clara, que busque la transparencia y el profesionalismo y que los que estamos en esto no dejemos de ser artistas para convertirnos en empleados públicos”, concluyó.

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"A mí todo lo que sea música y alegría me encanta"

“Si usted no tiene nada que ponerse a la mañana... y bueno... póngase contenta”, dice César Nieva mientras se pone una peluca multicolor debajo de su boina roja. Con ese vestuario, más una sonrisa amplia y generosa y acompañado por sus payasos amigos, irrumpe en las tinieblas emocionales de la sala de Oncología del Hospital Centro de Salud para demostrar que ahí, en el campo de batalla contra el cáncer y la muerte, también puede haber alegría. Nieva es conocido. Lo habrás visto en las calles pintado íntegramente de plateado, con una pluma en la mano y escribiendo como estatua viviente en la peatonal. Pero eso es el pasado: César ha dejado el estatuismo para convertirse de lleno en un payaterapeuta. Ese es ahora su arte.

“No estamos hablando de una terapia alternativa, sino de un complemento para la medicina tradicional, porque el payaterapeuta influye mucho en la emocionalidad de los pacientes y también en el entorno: los familiares, los médicos, los enfermeros, todos están de mejor humor luego de una intervención nuestra”, dice, y no está exagerando. LA GACETA lo acompañó a él y a sus colegas payasos a la sala, y los pacientes cambiaron de un instante a otro su estado de ánimo.

“A mí, todo lo que sea música y alegría y folclore, me encanta”, dijo Nicasio Medina, uno de los internados. Al principio estaba tímido, pero después aflojó y no había manera de hacer que dejara de cantar. Varias horas depués de la visita del diario, la atmósfera de alegría podía respirarse en la sala.

La ley sancionada establece:

• Incorporar al Sistema Provincial de Salud de la Provincia (Siprosa, la autoridad de aplicación de la norma) la labor del Payaso de Hospital, también denominados “payaterapeuta o payamédico”.

• Que se entenderá por Payaso Terapeuta a toda persona dedicada a la animación y estimulación emocional a través de la risa, que reúna las condiciones y requisitos para el desarrollo de su tarea en instituciones de cuidado de la salud.

• Que cada institución de salud pública que albergue a niños, a pacientes en internaciones prolongadas con enfermedades crónicas, a personas con discapacidad y a adultos mayores deberá contar con un Servicio de Payasos Terapeutas.

En un primer momento abarcaba también a los privados, pero en la sesión se acordó que a estos sólo se les recomiende incorporar el servicio, pero que no se los obligue, explicó Adela Estofán de Terraf, presidenta de la Comisión de Salud de la Legislatura.

• Que se creará el Registro Provincial de Payasos Terapeutas y de ONG dedicadas a esta tarea.

• El Siprosa determinará los requisitos y condiciones que deberán reunir las personas para actuar como payasos terapeutas, estableciendo un proceso formativo amplio que brinde todas las herramientas necesarias para llevar adelante esta actividad. Al mismo tiempo, determinará la categorización de las instituciones que lo requieran y la cantidad de agentes necesarios.

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