Sentado en la cocina de su casa en Yerba Buena, Horacio Muratore apenas si trasunta a través de sus palabras la intensidad de la vida de dirigente internacional de básquet que lleva. Todo es viajes, reuniones, encuentros, conferencias y competiciones para el presidente de la Fiba, de 65 años, que ejerce su función desde agosto de 2014. Más aún, esta historia sumará nuevos capítulos, al menos hasta 2019, cuando expire su mandato. “Tengo un año más de casualidad, porque el cargo es de cuatro años, pero al correrse la fecha del Mundial, y con ello el Congreso, en cuya órbita se hace la renovación de autoridades, el Central World decidió que, si se quería hacer un cambio, debía ser ya mismo. Y se hizo.”
- ¿A esta altura de su gestión, los viajes se disfrutan o dejan secuelas?
- Viajar es un placer, pero se siente el cansancio. Además, cuando vuelvo a casa, mi gente me está esperando con los brazos abiertos, quieren verme, me invitan a tal o cual actividad, y yo estoy destruido. Pero pasan algunos días y ya estoy una seda. Es cuestión de acomodarse a las circunstancias.
- ¿Cómo se lleva con la descompensación horaria, el jet lag, debido a los viajes?
- Eso es tremendo. Entre los viajes que hice últimamente por mi rol dirigencial, hubo dos en los que estuve en poco tiempo en cinco continentes. En uno de ellos viajé de Suiza a Canadá y tuve que restar horas; me fui a Rusia y sumé siete; pasé a Sudáfrica, de allí retorné a Suiza. Luego me fui a Japón y a países de Oceanía y tenía 13/15 horas de diferencia. En el otro viaje fui a Lituania, Túnez, México, Francia, Brasil, hasta volver a casa. Fueron unos 45 días de un lado a otro. El reloj interno se vuelve loco. No sé cómo aguanto.
- ¿Cuál es la fórmula?
- Hacer las cosas con gusto, porque es una pasión. No me puedo arrepentir de nada de lo que hago. A veces pienso en la gente que quiso hacer lo mismo y le fue mal. Donde llegué no es para cualquiera. Y yo soy el presidente N°12 en la historia de Fiba.
- ¿Tiene alguna definición para su presente como máximo dirigente mundial del básquet?
- Me siento cómodo. Yo soy sencillo, no tengo trato diferenciado, todos son iguales para mí. No tengo compromisos con nadie y eso me da más libertad para ejercer mi función. Si no fuera así, no dudaría en dar un paso al costado. Lo mío es la pasión que heredé de mis padres, de mi familia, de un club de barrio. Sentí desde esas bases el sentido de la amistad, de la honradez, de mirarse a la cara. Los orígenes para mí son muy importantes.
- ¿Qué cree que la gente se pregunta de usted?
- Me preguntan siempre cómo llegué al lugar donde estoy. Para mí es muy fácil: contentando a la gente que confió en mí. Nunca trabajé tanto en el básquet como cuando lo hice en Tucumán BB. Estaba recién casado, un hijo de un año y una por venir, pero le di para adelante. Y así fue dando cada paso en mi carrera dirigencial.
En su casa, Muratore es un padre y un abuelo tranquilo, cariñoso y atento. Su esposa sostiene que es un hombre de gustos sencillos, como el baile, el karaoke y los viajes. “¡Y es muy ordenado! A mí me retaba si no dejaba los papeles en su lugar. Lo resolvió poniendo un pinche en un escritorio. Cuando vuelve a casa, ¡deja las cosas al día!”, cuenta Nelly. “Es que yo estoy formado así, lo que hago forma parte del ABC de mi profesión, la de contador”, asegura Horacio.
- ¿Cómo se ve en su función de dirigente?
- Soy muy autocrítico con lo que hago. Me considero “jodido”, pero abierto. Confío en la gente, abro puertas para trabajar en conjunto. Siempre busco que todo salga por consenso y no por decisión autoritaria. Siento que todo es perfectible y que lo que haya que cambiar, se cambie.
-¿Qué es lo que más le gusta de lo que hace?
- Lo que más me satisface de la función que ejerzo es el desarrollo de los chicos, codearme con ellos. La gente piensa que yo sólo voy a finales de torneos o eventos especiales, pero yo gozo más en torneos de juveniles o de infantiles.
- ¿Algo que no le cae bien?
- No me gustan las luces de una cámara, las entrevistas, hago lo mínimo e indispensable en ese sentido. Tengo que sentirme cómodo para darlas.
- ¿Si habláramos de legado, cuál sería el suyo a las generaciones futuras?
- Me gustaría que la gente del básquet me recuerde como alguien que colaboró al crecimiento de nuestro deporte. Lo que hago es un hobby caro, porque nosotros no podemos ser empleados, no somos rentados. Es un esfuerzo muy grande, sostenido en la familia y en los amigos. Es la verdad.
“Fiba se desestructuró. Cambió el sistema de gobernanza: ahora hay organizaciones para el desarrolle en cada zona. Se unificaron comunicaciones, finanzas, informática. Y se creó el Comité Ejecutivo.”
“El nuevo sistema de clasificación para el Mundial larga en noviembre de 2017. Se copiarán las fechas Fifa. La idea es que se jerarquicen los mundiales, desde 2019, en China. Al próximo lo van a jugar 32 equipos.”
“La variante de básquet de tres contra tres pasa una etapa dual: prendió en varios sitios y en otros aún lo miran de soslayo. La idea es hacer crecer al deporte, agrandando la base incorporada. El espejo es el voley de playa”.
Llevamos el Salón de la Fama a Mies (Suiza). Y, entre otros, hicimos un homenaje a David Stern, comisionado de la NBA que convino con Fiba en 1989 que jugadores de esa liga jueguen Mundiales y Juegos Olímpicos.”
La generación dorada
“Fui partícipe de todo el proceso del equipo. Crecí como dirigente a la par de sus integrantes y se lograron cosas que no pudieron lograr países importantes, como España, Serbia. Ser campeones olímpicos en Atenas, medalla de bronce en Beijing, dar pelea en Londres fue grandioso. En Río estábamos todos entusiasmados, queríamos que Ginóbili se retire ganador. No pudo ser, pero lo hecho fue increíble. Lo de Nocioni fue también espectacular. Hizo un torneo bárbaro. Pensé que iba a seguir al menos dos años más. Será cuestión de convencerlo. Para el futuro hay un semillero impresionante. Laprovittola, Campazzo y Garino son parte de una etapa nueva. El único drama que veo es el de los pivots; hay que trabajar fuerte en eso. Para las próximas competencias fuertes, Beijing en 2019 y Tokio en 2020, vamos a llegar muy bien. No sé si volveremos a ser campeones olímpicos, pero ganarle a la Argentina será difícil.”
Tucumán, doble campeón
“Me puso contento ver a Tucumán doble campeón argentino. Además, el Gobierno se involucró. A esto se suma la llegada de Asociación Mitre al TNA. La idea final, lo vengo diciendo hace muchos años, es unir a los dirigentes, algo que siempre es difícil por esa rivalidad deportiva muy grande que hay en cada club, aunque igual se trabaja. Ojalá se pueda hacer un equipo de todos, recuperando jugadores tucumanos que están afuera, para participar de la Liga Nacional. Yo sigo diciendo que, por aficionados y jugadores, el básquet es el segundo deporte en importancia en la provincia, aunque haya otros que hicieron grandes cosas.”
El “boom” santiagueño
“Lo de Santiago del Estero es increíble. El apoyo que recibió el básquet del gobierno fue fundamental. Luego vinieron los resultados, lo que le dio potencialidad al proyecto. Tanto Quimsa como Olímpico trabajaron para desarrollar un muy buen producto, también con apoyo privado. Para llegar a eso se necesita comenzar. En Tucumán, lo ideal sería seguir el modelo, contando con apoyo oficial y trabajando fuerte en marketing. Sueño con un gobierno que apoye a todos los que trabajen. No preguntando cuánto necesitás, sino compartiendo los esfuerzos. Y que se trate a todos por igual. El producto tucumano es muy bueno, porque aquí hay un fervor muy grande por el básquet. Si bien otros deportes le sacaron varios pasos adelante, hay que seguir trabajando juntos.”