11 Septiembre 2016
El parto de una nueva economía dejará una Argentina que arrastra problemas estructurales que, si bien parecen congénitos, podrían resolverse con un plan integral. Desde diciembre de 2015, el Gobierno nacional adoptó medidas concretas durante estos nueve meses de gestión. Sin embargo, aún faltan avances específicos en el frente fiscal para reducir el gasto público y el déficit. Lo más importante en esta primera etapa de la administración de Mauricio Macri es que la Argentina revirtió su política exterior. De tener socios como Irán, Venezuela, Ecuador y Bolivia, pasó a vincularse con la Alianza del Pacífico, con Estados Unidos y con Europa. Este cambio no es menor, y le devuelve al país algo de la previsilibidad para atraer inversiones y para generar empleo.
Fueron acertadas las medidas que permitieron la apertura del cepo cambiario y el sinceramiento del tipo de cambio. También fueron acertadas la eliminación parcial de los subsidios a los servicios públicos y la recuperación de las economías regionales. No obstante este conjunto de medidas, que se sucedieron durante estos nueve meses de “trabajo de parto”, son insuficientes para poner en marcha la economía, si no hay avances en materia fiscal.
En relación al gasto público, la sobredimensión del Estado es uno de los problemas pendientes, en particular por el incremento del empleo estatal. El Gobierno habla, en estos días, de 100.000 despidos en el país. Para algunos es demasiado por el impacto social que esto genera; para otros es bajo considerando los 2 millones de trabajadores que se sumaron al Estado en los últimos 12 años. La sobredimensión del Estado continúa y financiarlo con deuda no es algo que pueda sostenerse en el mediano o largo plazo.
En el horizonte más próximos, el blanqueo de capitales promete impulsar la inversión. Esto puede ayudar a salir de la recesión. La apuesta es que ayude a mejorar la recaudación y a reducir el déficit fiscal. Sin embargo, para que el parto de una nueva economía resulte exitoso, hay que afrontar el verdadero problema, que está en el mediano plazo. El blanqueo tiene un efecto positivo de una sola vez. Pero hay problemas como la sobredimensión del Estado, la presión tributaria y el atraso cambiario. La herencia no puede solucionarse de la noche a la mañana, pero tampoco se tomaron medidas para corregir los problemas heredados. La gestación del nuevo modelo no está libre de complicaciones.
Fueron acertadas las medidas que permitieron la apertura del cepo cambiario y el sinceramiento del tipo de cambio. También fueron acertadas la eliminación parcial de los subsidios a los servicios públicos y la recuperación de las economías regionales. No obstante este conjunto de medidas, que se sucedieron durante estos nueve meses de “trabajo de parto”, son insuficientes para poner en marcha la economía, si no hay avances en materia fiscal.
En relación al gasto público, la sobredimensión del Estado es uno de los problemas pendientes, en particular por el incremento del empleo estatal. El Gobierno habla, en estos días, de 100.000 despidos en el país. Para algunos es demasiado por el impacto social que esto genera; para otros es bajo considerando los 2 millones de trabajadores que se sumaron al Estado en los últimos 12 años. La sobredimensión del Estado continúa y financiarlo con deuda no es algo que pueda sostenerse en el mediano o largo plazo.
En el horizonte más próximos, el blanqueo de capitales promete impulsar la inversión. Esto puede ayudar a salir de la recesión. La apuesta es que ayude a mejorar la recaudación y a reducir el déficit fiscal. Sin embargo, para que el parto de una nueva economía resulte exitoso, hay que afrontar el verdadero problema, que está en el mediano plazo. El blanqueo tiene un efecto positivo de una sola vez. Pero hay problemas como la sobredimensión del Estado, la presión tributaria y el atraso cambiario. La herencia no puede solucionarse de la noche a la mañana, pero tampoco se tomaron medidas para corregir los problemas heredados. La gestación del nuevo modelo no está libre de complicaciones.