04 Septiembre 2016
TODOS FELICES. Antes de partir hacia el estadio, la filial cordobesa recibió a los hinchas que viajaron desde Tucumán y compartieron un asado de camaradería en un club del barrio San Martín.
El destino quiso que los juntara lejos de La Ciudadela, pero ese amor por San Martín que supieron cultivar desde la cuna, hizo que encontraran la forma de sentirse cerca y de poder hacer que la distancia con ese amor lejano no sea tan grande.
Su sentimiento hacia los colores está intacto como en aquellos años en los que los fines de semana tenían un único lugar posible: Bolívar y Pellegrini.
La filial “Los Cirujas de Córdoba” crece día a día, gracias a un grupo de hinchas que supo darle forma a ese sentimiento. Está formada estatutariamente y cuenta con una directiva que preside Víctor Aguirre, ciruja hasta la médula, según se define.
El grupo mantiene el espíritu “Santo”. Se reúne todos las semanas a darle vía libre a su pasión. “Desde hace mucho tiempo que nos juntamos todos los martes en un complejo del barrio San Martín, que tiene canchas de fútbol 5. Mientras jugábamos unos ´picaditos´ fue creciendo la idea de formar la filial para organizar mejor el tema de los viajes. Uno de los principales precursores de la filial fue Carlos Lobo, quien se volvió a vivir a Tucumán”, dijo Aguirre que residía en Villa Mariano Moreno y que hace 13 años está radicado en la “Docta”. Es secundado por Mario Olivera oriundo del barrio Diza y que tiene un hijo Bruno (4 años) que es la mascota del grupo; Marcos Alburqueque y Bruno Ponce.
“Al principio éramos un grupo reducido, pero a medida que nos fuimos haciendo conocidos mediante la página web que creamos, se fueron incorporando más hinchas”, aseguró Aguirre que quiere que el grupo siga creciendo. “Ahora somos como 50 y tenemos la expectativa que la cifra se incremente notoriamente en poco tiempo”.
El fixture quiso que San Martín juegue su segundo partido en la B Nacional en su “nueva” casa. “Ni bien nos enteramos que el ‘Santo’ tenía que venir a Córdoba, comenzaron a planificar el recibimiento para los simpatizantes que iban a llegar el ‘Jardín de la República’. La idea de siempre es darle la bienvenida a quienes comparten nuestra misma pasión”, dijo Alburqueque.
El plan es simple: asado de camaradería antes de partir a la cancha para ver al equipo de sus amores. “Nos juntamos, compartimos anécdotas y partimos hacia a Alta Córdoba. Fue algo gratificante poder recibirlos. Fueron cerca de 100 hinchas lo que estuvieron con nosotros. También participaron los muchachos de la filial de Buenos Aires”, agregó.
Por su parte, Olivera dejó en claro que irán por más. Hacer socios activos del club a todos los integrantes de la filial es el próximo objetivo. “Desde lejos queremos colaborar al engrandecimiento de nuestro club. Creemos que de esta forma, podemos hacerlo. El objetivo que nos hizo agruparnos fue organizar los viajes a los distintos lugares donde juegue San Martín. Lo curioso es que cada vez que el equipo juega de local, uno de nosotros viaja a Tucumán para decir presente en nombre del grupo”, afirmó.
El ascenso a la B Nacional lo vivieron desde lejos, salvo Alburqueque que no aguantó los nervios y viajó a Andalgalá para ser partícipe de un momento soñado. “Fue una tremenda emoción. Ahora, hasta Primera no paramos”, dijo Marcos, sobre un sentimiento que no entiende de distancias.
Su sentimiento hacia los colores está intacto como en aquellos años en los que los fines de semana tenían un único lugar posible: Bolívar y Pellegrini.
La filial “Los Cirujas de Córdoba” crece día a día, gracias a un grupo de hinchas que supo darle forma a ese sentimiento. Está formada estatutariamente y cuenta con una directiva que preside Víctor Aguirre, ciruja hasta la médula, según se define.
El grupo mantiene el espíritu “Santo”. Se reúne todos las semanas a darle vía libre a su pasión. “Desde hace mucho tiempo que nos juntamos todos los martes en un complejo del barrio San Martín, que tiene canchas de fútbol 5. Mientras jugábamos unos ´picaditos´ fue creciendo la idea de formar la filial para organizar mejor el tema de los viajes. Uno de los principales precursores de la filial fue Carlos Lobo, quien se volvió a vivir a Tucumán”, dijo Aguirre que residía en Villa Mariano Moreno y que hace 13 años está radicado en la “Docta”. Es secundado por Mario Olivera oriundo del barrio Diza y que tiene un hijo Bruno (4 años) que es la mascota del grupo; Marcos Alburqueque y Bruno Ponce.
“Al principio éramos un grupo reducido, pero a medida que nos fuimos haciendo conocidos mediante la página web que creamos, se fueron incorporando más hinchas”, aseguró Aguirre que quiere que el grupo siga creciendo. “Ahora somos como 50 y tenemos la expectativa que la cifra se incremente notoriamente en poco tiempo”.
El fixture quiso que San Martín juegue su segundo partido en la B Nacional en su “nueva” casa. “Ni bien nos enteramos que el ‘Santo’ tenía que venir a Córdoba, comenzaron a planificar el recibimiento para los simpatizantes que iban a llegar el ‘Jardín de la República’. La idea de siempre es darle la bienvenida a quienes comparten nuestra misma pasión”, dijo Alburqueque.
El plan es simple: asado de camaradería antes de partir a la cancha para ver al equipo de sus amores. “Nos juntamos, compartimos anécdotas y partimos hacia a Alta Córdoba. Fue algo gratificante poder recibirlos. Fueron cerca de 100 hinchas lo que estuvieron con nosotros. También participaron los muchachos de la filial de Buenos Aires”, agregó.
Por su parte, Olivera dejó en claro que irán por más. Hacer socios activos del club a todos los integrantes de la filial es el próximo objetivo. “Desde lejos queremos colaborar al engrandecimiento de nuestro club. Creemos que de esta forma, podemos hacerlo. El objetivo que nos hizo agruparnos fue organizar los viajes a los distintos lugares donde juegue San Martín. Lo curioso es que cada vez que el equipo juega de local, uno de nosotros viaja a Tucumán para decir presente en nombre del grupo”, afirmó.
El ascenso a la B Nacional lo vivieron desde lejos, salvo Alburqueque que no aguantó los nervios y viajó a Andalgalá para ser partícipe de un momento soñado. “Fue una tremenda emoción. Ahora, hasta Primera no paramos”, dijo Marcos, sobre un sentimiento que no entiende de distancias.
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