La vuelta al mundo de Clementine y Adrien

La vuelta al mundo de Clementine y Adrien

Una abogada y un aviador franceses se subieron a una avioneta. Bautizaron a su proyecto “Alas para la Ciencia” y consiguieron el patrocinio de gobiernos y empresas europeas para ayudar a los científicos. En Tucumán, sobrevolaron las sierras del Aconquija. Video.

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APORTAN UNA MIRADA DIFERENTE. La ONG francesa “Alas para la Ciencia” recorrió los cielos de los paisajes norteños. Sus miembros filmaron y fotografiaron la distribución de los recursos hídricos en las laderas del Aconquija, a propósito del impacto del proyecto del dique Potrero del Clavillo. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO APORTAN UNA MIRADA DIFERENTE. La ONG francesa “Alas para la Ciencia” recorrió los cielos de los paisajes norteños. Sus miembros filmaron y fotografiaron la distribución de los recursos hídricos en las laderas del Aconquija, a propósito del impacto del proyecto del dique Potrero del Clavillo. LA GACETA / FOTOS DE ANALIA JARAMILLO
03 Septiembre 2016

Dice que es feliz. Y enseguida se encoge de hombros. Como si fuese fácil serlo. Clementine (en castellano se pronuncia Clementín) dice, también, que la vida es corta. Entonces -razona ella-, hay que hacer cosas que tengan sentido. Y en pos de esa razón de ser decidió darle vueltas al mundo en un avión, que ofrece a científicos a cambio de alojamiento, comida y combustible.

“Nadie puede sólo. Nosotros ayudamos a ayudar”, prosigue. Es viernes, cerca del mediodía. Aunque estamos en invierno, en agosto la temperatura suele rondar los 30° en esta tierra norteña. Así que Clementine Bacri viste una remera sin mangas, naranja. El mismo color de la ropa que lleva su marido, Adrien Normier, y de las alas del avión con el que han descendido en el aeroclub de Horco Molle.

Los dos son franceses. Han cumplido 32 y 34 años. Están casados; sin hijos. Y aunque sus títulos profesionales indican que ella es abogada y él, ingeniero, se dedican a la aviación como un medio para servir a otros. Y esa es la esencia de su historia. Cuentan, para ello, con el financiamiento de empresas privadas y de organismos públicos, que solventan los viajes de “Wings for Science” (”Alas para la Ciencia”), como han bautizado a su proyecto, en inglés.

Y aunque ambos -y Clementine, puntualmente- hablan el español con fluidez, en sus palabras suena el dejo francés, ese que hace que la letra ere brote de la garganta, como cuando cuenta que se conocieron cuando “égran” estudiantes. Por aquel entonces -prosigue Clementine- habían decidido que, con sus vidas, iban a hacer algo importante. Al cabo de unos años, en 2008, les llegó la oportunidad. Una arqueóloga les encomendó que fotografiaran, desde el aire, un campo en el que habían hallado dos viviendas romanas antiguas. Clementine y Adrien consiguieron un avión y despegaron. Mientras volaban, advirtieron algo raro en un sembradío de trigo, contiguo. Ese año había habido una sequía, y las raíces habían necesitado, por consiguiente, hundirse en la tierra para alcanzar el agua. Sin embargo, sólo algunas espigas habían crecido. Fotografiaron eso, de paso. Y les enviaron las imágenes a los arqueólogos.

Al día siguiente -recuerda Clementine- recibieron un llamado telefónico: era el jefe, del jefe, del jefe, del jefe de la arqueóloga. “¡Es increíble, han descubierto una ciudad entera!”, exclamaba aquel hombre. Y ese fue el comienzo.

La historia de los aviadores y el trigal se esparció de boca en boca. Clementine y Adrien aprovecharon el aventón. Y le dieron forma a su proyecto, en el que ofrecen vuelos para apoyar investigaciones científicas. Luego vinieron las conferencias, los benefactores -como el Museo de Ciencias, de París- y la primera vuelta al mundo, entre 2012 y 2013, en la que colaboraron con 15 exploraciones. Hoy, si uno pone en el buscador de Google “Clementine Bacri y Adrien Normier” aparecen abajo un montón de publicaciones. En febrero de este año empezaron su segunda expedición, que culminará en 2018, de acuerdo con la información consignada en su página. “La mayoría de las veces descubrimos algo. Porque cuando uno cambia el lugar desde el que mira las cosas aparece lo que antes estaba oculto”, dice Clementine.

A estas alturas, puede que el lector tenga curiosidad por saber cómo aterrizaron en Tucumán. Pues bien, la fundación ProYungas, que promueve la conservación y protección de los valles cálidos de la Argentina, se contactó con ellos a través de la embajada de Francia en Buenos Aires. Y les pidió ayuda para estudiar las laderas del Aconquija, ante la posibilidad de que se construya, en esa zona y en unos meses, el dique Potrero de Clavillo y El Naranjal.

“Este proyecto puede servir para poner en valor el paisaje del Aconquija y para fomentar su desarrollo. Por eso, quisimos recabar información fotográfica de los recursos hídricos”, explica Alejandro Brown, director ejecutivo de ProYungas.

Adrien se acerca con una sonrisa a la charla. Hasta ahora había estado cargando combustible en el avión. Cuando se para junto Clementine resalta el naranja que visten ambos. Según la psicología del color, ese tono significa alegría, creatividad y éxito. Entonces, Adrien mira el paisaje que lo envuelve (la pista de pasto y polvo del aeroclub, los cañaverales tucumanos, las montañas y las siluetas de la ciudad), extiende sus brazos y dice: “me gusta viajar, descubrir lugares y ayudar a las personas”. Existen razones para creer que él y su mujer seguirán encontrando el sentido de sus días.

Alejandro Brown, director de ProYungas, explica para qué el avión de “Alas para la Ciencia” sobrevoló las sierras tucumanas
1. Los escenarios sobre el cambio climático, para el norte argentino, pronostican una reducción de la disponibilidad de agua. Así, es importante que se conserven las sierras del Aconquija. Ahí nacen las aguas que abastecen a las agroindustrias y a las poblaciones tucumanas.
2. El proyecto del dique Potrero de Clavillo y El Naranjal -barajado por el plan Belgrano, con el que el Gobierno nacional pretende realizar obras en el norte del país- puede jerarquizar y posicionar a esta región protegida. Además, podría contribuir a la generación de energías limpias.
3. Para que eso ocurra, se debe reducir el área de intervención, y procurar que esa obra no afecte el entorno ambiental, entre otras acciones. 
4. El sector privado (empresas cañeras, citrícolas y forestales) tiene que ser parte del esfuerzo de conservación, insta ProYungas.
5. Los franceses de “Alas para la Ciencia” sobrevolaron las laderas del Aconquija para recabar información fotográfica de los recursos hídricos naturales que existen hoy en la zona.
para quÉ vinieron
la travesía por Tucumán, Jujuy y Formosa
El primer recorrido por el mundo de “Wings for Science” ocurrió entre 2012 y 2013. La segunda expedición comenzó en febrero de este año, y se extenderá hasta 2018, según los ideólogos del proyecto, Clementine Bacri y Adrien Normier. Para esta ocasión, el matrimonio francés escogió una avioneta que sirve para aterrizar en agua. Así, se enfocaron en proyectos sobre recursos hídricos. Para asistir a la fundación ProYungas -en Argentina, por ejemplo-,  sobrevolaron el área de reservas formales y productivas de las laderas del Aconquija, en Tucumán; los alrededores del ingenio Ledesma, con la intención de crear el primer paisaje protegido fluvial de la Argentina, en Jujuy; y el bañado de La Estrella, en Formosa. El equipo de “Wings for Science” se completa con otras dos personas, que se mueven por tierra.
caracteristicas
Cómo es el hidroavión
El hidroavión en el que los franceses de “Alas para la Ciencia” le dan vueltas al mundo pesa menos de 1.000 kilogramos. A pesar de que se trata de una nave ligera, ha sido diseñada para soportar las inclemencias climáticas, para sobrevolar a diferentes alturas y para aterrizar sobre tierra y también para acuatizar. Costó 150.000 dólares y recorre unos 190 kilómetros por hora. Se trata de un modelo 2016, fabricado en Brasil. 
la segunda vuelta al mundo
hoja de ruta
Desde febrero, Adrien Normier y Clementine Bacri, fundadores de “Wings for Science” (“Alas para la Ciencia”) y pilotos del ultraliviano anfibio Petrel LS sobrevuelan lugares de la Argentina, en el marco de su segunda vuelta al mundo. Han elaborado minuciosamente un mapa, con los lugares que intentarán unir. La travesía culminará en 2018. Salieron de San Pablo, en Brasil, y tras su paso por Argentina volarán a Chile.


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