21 Agosto 2016
ALLÁ VA. Toledo no lanzó tan lejos su jabalina como lo había hecho en la clasificación, pero tampoco el clima húmedo ayudó. Reuters
RÍO DE JANEIRO.- Haber llegado a la final ya era un logro. Y no finalizar último, ni hablar. Braian Toledo obtuvo un meritorio décimo puesto (de 12) en la final de lanzamiento de jabalina y cerró una participación más que positiva y prometedora de cara al futuro.
En un día caluroso, muy húmedo y con una atmósfera muy pesada, especialmente por la lluvia que cayó durante toda la tarde en Río, Toledo fue superándose con el paso de los lanzamientos. En el primero alcanzó 77.89 metros, mientras que en el segundo llegó a los 79.51 y en el tercero fue 79.81, pero le faltaron 19 centímetros para pasar a la definición por las medallas, a la cual accedían todos aquellos que superaran los 80 metros.
En su segunda experiencia olímpica, el joven de 22 años estableció la mejor ubicación para un lanzador de jabalina argentino en una cita de este calibre y trascendencia. Toledo, que había accedido a la final con la quinta marca en el grupo clasificatorio A, la cual fue su mejor del año, con 81,96 metros en su segundo intento y superó en la historia a los otros argentinos, a Ricardo Heber, que finalizó 13ro en Londres 1948 y 15to en Helsinki 1952, y a Pablo Pietrobelli (34 en Beijing 2008).
Asimismo, el bonaerense nacido el 8 de septiembre de 1993 en Marcos Paz, cumplió una actuación muy superior a la que logró en Londres 2012, cuando se ubicó en el puesto 30.
Toledo llegaba con el antecedente de haber marcado su mejor registro, 83,32 metros, el año pasado en el Mundial de Beijing, donde también accedió a la final, con lo que había superado por 42 centímetros el récord nacional que había conseguido el año pasado en el Cenard.
El ganador de la medalla de oro fue el alemán Thomas Rohler, con una marca de 90.30 metros. La medalla de plata fue para el keniata Julius Yego (88.24) y el trinitense Keshorn Walcott (85.38) se quedó con el bronce. El récord olímpico es un lanzamiento de 90.57 y lo estableció el noruego Andreas Thorkildsen en los Juegos de Beijing 2008. (Télam-DyN)
En un día caluroso, muy húmedo y con una atmósfera muy pesada, especialmente por la lluvia que cayó durante toda la tarde en Río, Toledo fue superándose con el paso de los lanzamientos. En el primero alcanzó 77.89 metros, mientras que en el segundo llegó a los 79.51 y en el tercero fue 79.81, pero le faltaron 19 centímetros para pasar a la definición por las medallas, a la cual accedían todos aquellos que superaran los 80 metros.
En su segunda experiencia olímpica, el joven de 22 años estableció la mejor ubicación para un lanzador de jabalina argentino en una cita de este calibre y trascendencia. Toledo, que había accedido a la final con la quinta marca en el grupo clasificatorio A, la cual fue su mejor del año, con 81,96 metros en su segundo intento y superó en la historia a los otros argentinos, a Ricardo Heber, que finalizó 13ro en Londres 1948 y 15to en Helsinki 1952, y a Pablo Pietrobelli (34 en Beijing 2008).
Asimismo, el bonaerense nacido el 8 de septiembre de 1993 en Marcos Paz, cumplió una actuación muy superior a la que logró en Londres 2012, cuando se ubicó en el puesto 30.
Toledo llegaba con el antecedente de haber marcado su mejor registro, 83,32 metros, el año pasado en el Mundial de Beijing, donde también accedió a la final, con lo que había superado por 42 centímetros el récord nacional que había conseguido el año pasado en el Cenard.
El ganador de la medalla de oro fue el alemán Thomas Rohler, con una marca de 90.30 metros. La medalla de plata fue para el keniata Julius Yego (88.24) y el trinitense Keshorn Walcott (85.38) se quedó con el bronce. El récord olímpico es un lanzamiento de 90.57 y lo estableció el noruego Andreas Thorkildsen en los Juegos de Beijing 2008. (Télam-DyN)
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