18 Agosto 2016
NO SE BAJA. Scola es el último integrante de la Generación Dorada que ganó el oro en Atenas 2004 y seguirá en el equipo. Reuters
RÍO DE JANEIRO.- Y finalmente llegó la despedida. Ese adiós que fue amagado en Juegos Olímpicos y Mundiales anteriores y que se confirmó anoche en el estadio Arena Carioca 1: la famosa Generación Dorada argentina le puso punto final a su era en el baloncesto y paradójicamente lo hizo frente un “Dream Team” de Estados Unidos que no tuvo piedad en lo que fue un partido que de este lado del Río de La Plata se recordará para siempre.
Con una derrota sin equivalencias por 105-78 contra Estados Unidos, se cerró el ciclo de un equipo que logró mantenerse en la elite durante 15 años y que, para muchos, representa al conjunto más importante y exitoso de la historia del deporte nacional.
Una medalla de oro en Atenas 2004, un bronce en Pekín 2008, un subcampeonato mundial en 2002 y la primera victoria en la historia contra un equipo de Estados Unidos integrado por jugadores de NBA refleja el palmarés de un grupo de basquetbolistas que se cansaron se escribir la historia.
Aún a merced de futuros arrepentimientos, jugadores como Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni vistieron por última vez la camiseta albiceleste y otros como Luis Scola o Carlos Delfino se despidieron posiblemente de unos Juegos Olímpicos.
Anoche se llevó a cabo el punto final a un grupo de basquetbolistas que en su momento lograron hazañas, que encontraron el premio del oro olímpico en sus carreras y que ofrecieron su juego como referencia para casi todas las selecciones del mundo.
Unos 15 años tuvieron que pasar desde aquel torneo clasificatorio para el Mundial 2002, en Neuquén 2001, donde un plantel de jóvenes comandados por Rubén Magnano, hoy entrenador de Brasil, construyeron la base de un plantel que alcanzaría la gloria pocos meses después.
Inolvidables momentos
La primera gran hazaña de la Generación Dorada se dio el 4 de septiembre de 2002, cuando Argentina se transformó en el primer equipo de la historia en derrotar a una selección de Estados Unidos integrada por jugadores pertenecientes a la NBA. “Es el día de hoy que lo pienso y se me pone la piel de gallina. En el hotel que nos hospedábamos todos los equipos participantes, había balcones internos en cada piso que daban a un lobby general. En el momento que entramos, todo el resto de las selecciones salió a los balcones y nos regalaron una ovación. Eso no se te borra nunca más de la cabeza”, recordó Fabricio Oberto.
Argentina perdería la final de ese Mundial de Indianápolis 2002 en tiempo suplementario contra Yugoslavia, pero la proeza serviría para alcanzar dos años después la gloria máxima: la medalla de oro en Atenas 2004. Unos Juegos Olímpicos en los que también se derrotó a un equipo de Estados Unidos en semifinales y en el que se estableció el sello de una era en el deporte argentino.
Pero la Generación Dorada también aprendió a sufrir y a digerir frustraciones. Como aquel lanzamiento de Nocioni en el que la pelota rebotó dos veces en el aro y significó la eliminación en semifinales del Mundial 2006 contra España o la derrota en las últimas instancias de la pelea por el bronce de Londres 2012, contra Rusia.
Así y todo, la ovación realizada anoche por los poco más de 1.000 hinchas presentes en el Carioca 1 sobre el final del encuentro sirvió para confirmar que el sello del equipo quedó impregnado para la historia del deporte de su país.
La emoción de Ginóbili, el aplauso recíproco de Nocioni con el público y la hidalguía de Scola hicieron que la abultada derrota contra los Estados Unidos y la eliminación sin la posibilidad de pelear por una medalla en Rio pasaran a un segundo plano.
La Generación Dorada de Argentina dio paso, frente a un “Dream Team”, a la leyenda. A veces, las mejores victorias no condicen con lo que indican los números.
RÍO DE JANEIRO.- Entre las noticias tristes que significaron para el básquet argentino las despedidas de Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni, se coló la buena: Luis Scola, el actual capitán y también miembro de la Generación Dorada, no dirá adiós.
A pesar de sus 36 años, “Luifa” tranquilizó: “voy a seguir jugando en el seleccionado, a mí nadie me avisó que no podía hacerlo”, arremetió el porteño en la rueda de prensa posterior a la salida de Río. “Sé que a ustedes (los periodistas) les encanta el tema de la Generación Dorada, pero lo cierto es que varios de sus exponentes se fueron hace rato”, afirmó.
Además, el surgido en las divisiones inferiores del Club Ciudad de Capital Federal sostuvo que hay que tener en claro el proceso de recambio que viven en el representativo nacional y que se están armando de cara al futuro.
Y sobre lo que fue la actuación del seleccionado en el torneo en Río, Scola entendió que el balance fue positivo. “Podríamos haber seguido un poco más si ganábamos algún partido más en la fase de grupos. El cruce iba a ser diferente”, se lamentó quien jugará en Brooklyn Nets (NBA) en la siguiente temporada. (Télam)
Con una derrota sin equivalencias por 105-78 contra Estados Unidos, se cerró el ciclo de un equipo que logró mantenerse en la elite durante 15 años y que, para muchos, representa al conjunto más importante y exitoso de la historia del deporte nacional.
Una medalla de oro en Atenas 2004, un bronce en Pekín 2008, un subcampeonato mundial en 2002 y la primera victoria en la historia contra un equipo de Estados Unidos integrado por jugadores de NBA refleja el palmarés de un grupo de basquetbolistas que se cansaron se escribir la historia.
Aún a merced de futuros arrepentimientos, jugadores como Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni vistieron por última vez la camiseta albiceleste y otros como Luis Scola o Carlos Delfino se despidieron posiblemente de unos Juegos Olímpicos.
Anoche se llevó a cabo el punto final a un grupo de basquetbolistas que en su momento lograron hazañas, que encontraron el premio del oro olímpico en sus carreras y que ofrecieron su juego como referencia para casi todas las selecciones del mundo.
Unos 15 años tuvieron que pasar desde aquel torneo clasificatorio para el Mundial 2002, en Neuquén 2001, donde un plantel de jóvenes comandados por Rubén Magnano, hoy entrenador de Brasil, construyeron la base de un plantel que alcanzaría la gloria pocos meses después.
Inolvidables momentos
La primera gran hazaña de la Generación Dorada se dio el 4 de septiembre de 2002, cuando Argentina se transformó en el primer equipo de la historia en derrotar a una selección de Estados Unidos integrada por jugadores pertenecientes a la NBA. “Es el día de hoy que lo pienso y se me pone la piel de gallina. En el hotel que nos hospedábamos todos los equipos participantes, había balcones internos en cada piso que daban a un lobby general. En el momento que entramos, todo el resto de las selecciones salió a los balcones y nos regalaron una ovación. Eso no se te borra nunca más de la cabeza”, recordó Fabricio Oberto.
Argentina perdería la final de ese Mundial de Indianápolis 2002 en tiempo suplementario contra Yugoslavia, pero la proeza serviría para alcanzar dos años después la gloria máxima: la medalla de oro en Atenas 2004. Unos Juegos Olímpicos en los que también se derrotó a un equipo de Estados Unidos en semifinales y en el que se estableció el sello de una era en el deporte argentino.
Pero la Generación Dorada también aprendió a sufrir y a digerir frustraciones. Como aquel lanzamiento de Nocioni en el que la pelota rebotó dos veces en el aro y significó la eliminación en semifinales del Mundial 2006 contra España o la derrota en las últimas instancias de la pelea por el bronce de Londres 2012, contra Rusia.
Así y todo, la ovación realizada anoche por los poco más de 1.000 hinchas presentes en el Carioca 1 sobre el final del encuentro sirvió para confirmar que el sello del equipo quedó impregnado para la historia del deporte de su país.
La emoción de Ginóbili, el aplauso recíproco de Nocioni con el público y la hidalguía de Scola hicieron que la abultada derrota contra los Estados Unidos y la eliminación sin la posibilidad de pelear por una medalla en Rio pasaran a un segundo plano.
La Generación Dorada de Argentina dio paso, frente a un “Dream Team”, a la leyenda. A veces, las mejores victorias no condicen con lo que indican los números.
RÍO DE JANEIRO.- Entre las noticias tristes que significaron para el básquet argentino las despedidas de Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni, se coló la buena: Luis Scola, el actual capitán y también miembro de la Generación Dorada, no dirá adiós.
A pesar de sus 36 años, “Luifa” tranquilizó: “voy a seguir jugando en el seleccionado, a mí nadie me avisó que no podía hacerlo”, arremetió el porteño en la rueda de prensa posterior a la salida de Río. “Sé que a ustedes (los periodistas) les encanta el tema de la Generación Dorada, pero lo cierto es que varios de sus exponentes se fueron hace rato”, afirmó.
Además, el surgido en las divisiones inferiores del Club Ciudad de Capital Federal sostuvo que hay que tener en claro el proceso de recambio que viven en el representativo nacional y que se están armando de cara al futuro.
Y sobre lo que fue la actuación del seleccionado en el torneo en Río, Scola entendió que el balance fue positivo. “Podríamos haber seguido un poco más si ganábamos algún partido más en la fase de grupos. El cruce iba a ser diferente”, se lamentó quien jugará en Brooklyn Nets (NBA) en la siguiente temporada. (Télam)
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