18 Agosto 2016
SUBLIME. Ignacio Ortiz y Gonzalo Peillat se abrazan durante la inolvidable goleada sobre el bicampeón, Alemania, en semifinales. Los Leones, históricamente bajo la sombra de Las Leonas, tendrán hoy la chance de sumar un oro más para Argentina. reuters
RÍO DE JANEIRO.- Después de vivir durante años a la sombra del exitoso seleccionado femenino, finalmente llegó la hora de “Los Leones”: el sorprendente equipo masculino de hockey sobre césped irá hoy, a las 17, en busca del oro olímpico cuando se mida ante Bélgica en una final inédita.
Pensar que Argentina podría estar en una final olímpica era inimaginable hace cuatro años, cuando el equipo “albiceleste” se despidió de Londres 2012 en el décimo lugar entre 12 equipos. Siempre fue un equipo de buenos jugadores y respetable nivel en el concierto internacional, pero la distancia hasta las máximas potencias era un trecho demasiado grande. Hasta ahora.
En Río, el equipo de Carlos Retegui rompió con todos los pronósticos al vapulear al bicampeón, Alemania, en semifinales con un 5-2 que lo metió por primera vez en una definición por el oro. Su mejor resultado en unos Juegos eran dos octavos puestos, en Seúl 1988 y Sydney 2000.
En realidad, lo que viene ocurriendo en Río es la evolución de un proceso que había mostrado sus primeros resultados en el Mundial 2014, cuando Argentina logró un histórico bronce. A ello se suman el título en el Champions Challenge de 2012 y, mucho más atrás, la consagración en el Mundial Junior de 2005, de donde surgieron varios jugadores de la camada actual.
Los integrantes del plantel insisten en que no es una sorpresa estar a las puertas del oro. “Esto es un premio a la perseverancia, a la confianza y a no renunciar a lo que uno cree. Este grupo, si hay algo que tiene, son las convicciones claras”, señaló el arquero Juan Manuel Vivaldi.
“Nos entrenamos muchísimo para llegar hasta acá y estábamos convencidos de que podíamos hacer un gran torneo”, añadió el guardameta, uno de los más veteranos del equipo a sus 37 años. Sus palabras reflejan el cambio de mentalidad de un equipo que luce voraz y ganador, dispuesto a no desviarse ni un milímetro del objetivo. Por decisión de los propios jugadores, ninguno fue a la ceremonia inaugural ni a ningún otro evento de los Juegos. Además, redujeron al máximo los encuentros con familiares pese a que algunos, como el caso de Lucas Rossi, son padres recientes.
Un líder nato
La ilusión argentina se sustenta en el liderazgo de Carlos Retegui, quien ya logró la plata en Londres 2012 con Las Leonas. Se trata de un líder nato, un motivador cuyas emotivas arengas con la voz quebrada antes de los partidos se han vuelto ya virales en Argentina. “Me preparé 46 años para este momento. Y hoy lo estoy disfrutando gracias a estas bestias que tengo como jugadores”, dijo eufórico “Chapa” tras la semifinal.
Dentro del campo, cuenta con un equipo dispuesto a todo y un arma decisiva: Gonzalo Peillat, el letal ejecutor de córners cortos. Autor de un hat-trick ante Alemania, el defensor-goleador lleva ya 10 de las 20 anotaciones argentinas en Río.
Del otro lado estará Bélgica, otro debutante en una final olímpica. El conjunto europeo sorprendió al derrotar 3-1 a Holanda, e irá en busca de su segunda medalla después de un bronce que se remonta a 1920.
“Somos los dos mejores equipos del torneo. Ellos hicieron un partido perfecto en las semifinales y tienen realmente un gran córner corto, pero habitualmente somos mejores. Veremos qué es que lo pasa”, señaló John-John Dohmen.
Hoy, tras cuatro medallas consecutivas obtenidas por el equipo femenino, los hombres irán en busca de algo que nunca pudieron lograr Las Leonas: el oro olímpico.
Matías Paredes, delantero de Los Leones, tendrá para un mínimo de nueve semanas de inactividad por la fractura por estrés que sufrió en el quinto metatarsiano del pie derecho, durante la goleada sobre Alemania. “En el momento me dí cuenta de que algo grave había pasado. Cuando giré sobre mi propio eje, me quedé duro y sentí que se me había cortado todo”, contó el oriundo de Quilmes.
En su tercera experiencia olímpica Paredes asume las cosas con mayor naturalidad. “Por lo menos me permitió jugar siete partidos y no me pasó en el primero. Ahí sí me hubiese querido matar”, bromeó (Télam-Especial)
Pensar que Argentina podría estar en una final olímpica era inimaginable hace cuatro años, cuando el equipo “albiceleste” se despidió de Londres 2012 en el décimo lugar entre 12 equipos. Siempre fue un equipo de buenos jugadores y respetable nivel en el concierto internacional, pero la distancia hasta las máximas potencias era un trecho demasiado grande. Hasta ahora.
En Río, el equipo de Carlos Retegui rompió con todos los pronósticos al vapulear al bicampeón, Alemania, en semifinales con un 5-2 que lo metió por primera vez en una definición por el oro. Su mejor resultado en unos Juegos eran dos octavos puestos, en Seúl 1988 y Sydney 2000.
En realidad, lo que viene ocurriendo en Río es la evolución de un proceso que había mostrado sus primeros resultados en el Mundial 2014, cuando Argentina logró un histórico bronce. A ello se suman el título en el Champions Challenge de 2012 y, mucho más atrás, la consagración en el Mundial Junior de 2005, de donde surgieron varios jugadores de la camada actual.
Los integrantes del plantel insisten en que no es una sorpresa estar a las puertas del oro. “Esto es un premio a la perseverancia, a la confianza y a no renunciar a lo que uno cree. Este grupo, si hay algo que tiene, son las convicciones claras”, señaló el arquero Juan Manuel Vivaldi.
“Nos entrenamos muchísimo para llegar hasta acá y estábamos convencidos de que podíamos hacer un gran torneo”, añadió el guardameta, uno de los más veteranos del equipo a sus 37 años. Sus palabras reflejan el cambio de mentalidad de un equipo que luce voraz y ganador, dispuesto a no desviarse ni un milímetro del objetivo. Por decisión de los propios jugadores, ninguno fue a la ceremonia inaugural ni a ningún otro evento de los Juegos. Además, redujeron al máximo los encuentros con familiares pese a que algunos, como el caso de Lucas Rossi, son padres recientes.
Un líder nato
La ilusión argentina se sustenta en el liderazgo de Carlos Retegui, quien ya logró la plata en Londres 2012 con Las Leonas. Se trata de un líder nato, un motivador cuyas emotivas arengas con la voz quebrada antes de los partidos se han vuelto ya virales en Argentina. “Me preparé 46 años para este momento. Y hoy lo estoy disfrutando gracias a estas bestias que tengo como jugadores”, dijo eufórico “Chapa” tras la semifinal.
Dentro del campo, cuenta con un equipo dispuesto a todo y un arma decisiva: Gonzalo Peillat, el letal ejecutor de córners cortos. Autor de un hat-trick ante Alemania, el defensor-goleador lleva ya 10 de las 20 anotaciones argentinas en Río.
Del otro lado estará Bélgica, otro debutante en una final olímpica. El conjunto europeo sorprendió al derrotar 3-1 a Holanda, e irá en busca de su segunda medalla después de un bronce que se remonta a 1920.
“Somos los dos mejores equipos del torneo. Ellos hicieron un partido perfecto en las semifinales y tienen realmente un gran córner corto, pero habitualmente somos mejores. Veremos qué es que lo pasa”, señaló John-John Dohmen.
Hoy, tras cuatro medallas consecutivas obtenidas por el equipo femenino, los hombres irán en busca de algo que nunca pudieron lograr Las Leonas: el oro olímpico.
Matías Paredes, delantero de Los Leones, tendrá para un mínimo de nueve semanas de inactividad por la fractura por estrés que sufrió en el quinto metatarsiano del pie derecho, durante la goleada sobre Alemania. “En el momento me dí cuenta de que algo grave había pasado. Cuando giré sobre mi propio eje, me quedé duro y sentí que se me había cortado todo”, contó el oriundo de Quilmes.
En su tercera experiencia olímpica Paredes asume las cosas con mayor naturalidad. “Por lo menos me permitió jugar siete partidos y no me pasó en el primero. Ahí sí me hubiese querido matar”, bromeó (Télam-Especial)
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