03 Agosto 2016
ROTO. La agresora quiso llevarse el sello médico. Forcejearon y se rompió. la gaceta / foto de diego aráoz
Luego de serenarse y de acomodarse los anteojos sobre la cara hinchada, la médica que estuvo de guardia ayer a la tarde en el Caps Bienestar -ubicado en Díaz Vélez al 1.600, en San Cayetano- habló con LA GACETA. Prefirió no dar su nombre por miedo, pero contó con detalles el ataque que sufrió por parte de Celeste, una chica trans que quería una droga tranquilizante sin tener a mano la receta de un psiquiatra.
Según contaron la víctima y otros médicos de la zona, deben lidiar a diario con jóvenes adictos que llegan a los centros médicos buscando drogas. A veces incluso llegan a proferir amenazas, pero rara vez llegan al punto que llegó la agresora ayer: encerró a la médica y le dio una paliza.
“Ocurrió antes de las 16. Ella está con un tratamiento para las adicciones y llegó pidiendo Diazepam, pero no tenía la receta de un psiquiatra y esto no es un drugstore. Por eso me negué. Le dije que sin la indicación, no le iba a dar el tranquilizante”, contó la víctima, que prefirió no identificarse para evitar represalias. En ese momento, según el relato, la agresora perdió los estribos y descargó toda su furia. Según contaron varias personas, mide alrededor de 1,90 metro.
“Primero me cerró la puerta, que sólo se abre de adentro. Me dejó encerrada con ella. Tiró todos los papeles que había arriba del escritorio y después me pegó dos puñetazos en la cara y patadas en las piernas”, agregó la mujer, mientras mostraba a este medio su rostro hinchado y las suela de uno de los zapatos de la chica trans impregnada en su pantalón.
Según contaron en el barrio, la agresora suele tener una custodia desde el día en que denunció un ataque sexual. Sin embargo, ayer estaba sola y nadie pudo frenar los primeros golpes que lanzó.
“Después de pegarme agarró mi sello. Pensé que era para hacerse la receta, así que intenté sacárselo y se lo puso en el corpiño. En ese momento pudo entrar el hombre de seguridad, pero dijo que no la podía tocar porque es una mujer”, señaló la médica. Luego agregó que esto suele ser moneda corriente en el caps y que siempre llegan jóvenes adictos a pedir drogas.
Se trata de uno de los problemas más grandes que tiene San Cayetano, según confió a mediados de mayo Ernesto Soria, el jefe de la comisaría 4°, luego de la denuncia y manifestación de la Red Interbarrial en la plazoleta Dorrego. “No queremos llorar más víctimas”, dijeron allí los referentes de las instituciones del barrio.
Con miedo
Al parecer, esta situación no se da sólo en el caps Bienestar. A pocas cuadras de allí, en el Policlínico de San Cayetano, la escena es la misma. “Se trabaja bajo presión. A veces parece una trinchera. Los hospitales están más protegidos porque sólo dejan pasar al paciente. Acá pasan todos y los tenemos cara a cara. Hay adictos que vienen y nos piden psicotrópicos, nos agreden y nos amenazan. Es un problema que suelen tener más las médicas que los hombres. Hace falta una personalidad fuerte”, contó una médica de allí, y pidió que su nombre se mantenga bajo reserva.
Según contaron en el policlínico, allí también sufrieron los ataques de Celeste.
Según contaron la víctima y otros médicos de la zona, deben lidiar a diario con jóvenes adictos que llegan a los centros médicos buscando drogas. A veces incluso llegan a proferir amenazas, pero rara vez llegan al punto que llegó la agresora ayer: encerró a la médica y le dio una paliza.
“Ocurrió antes de las 16. Ella está con un tratamiento para las adicciones y llegó pidiendo Diazepam, pero no tenía la receta de un psiquiatra y esto no es un drugstore. Por eso me negué. Le dije que sin la indicación, no le iba a dar el tranquilizante”, contó la víctima, que prefirió no identificarse para evitar represalias. En ese momento, según el relato, la agresora perdió los estribos y descargó toda su furia. Según contaron varias personas, mide alrededor de 1,90 metro.
“Primero me cerró la puerta, que sólo se abre de adentro. Me dejó encerrada con ella. Tiró todos los papeles que había arriba del escritorio y después me pegó dos puñetazos en la cara y patadas en las piernas”, agregó la mujer, mientras mostraba a este medio su rostro hinchado y las suela de uno de los zapatos de la chica trans impregnada en su pantalón.
Según contaron en el barrio, la agresora suele tener una custodia desde el día en que denunció un ataque sexual. Sin embargo, ayer estaba sola y nadie pudo frenar los primeros golpes que lanzó.
“Después de pegarme agarró mi sello. Pensé que era para hacerse la receta, así que intenté sacárselo y se lo puso en el corpiño. En ese momento pudo entrar el hombre de seguridad, pero dijo que no la podía tocar porque es una mujer”, señaló la médica. Luego agregó que esto suele ser moneda corriente en el caps y que siempre llegan jóvenes adictos a pedir drogas.
Se trata de uno de los problemas más grandes que tiene San Cayetano, según confió a mediados de mayo Ernesto Soria, el jefe de la comisaría 4°, luego de la denuncia y manifestación de la Red Interbarrial en la plazoleta Dorrego. “No queremos llorar más víctimas”, dijeron allí los referentes de las instituciones del barrio.
Con miedo
Al parecer, esta situación no se da sólo en el caps Bienestar. A pocas cuadras de allí, en el Policlínico de San Cayetano, la escena es la misma. “Se trabaja bajo presión. A veces parece una trinchera. Los hospitales están más protegidos porque sólo dejan pasar al paciente. Acá pasan todos y los tenemos cara a cara. Hay adictos que vienen y nos piden psicotrópicos, nos agreden y nos amenazan. Es un problema que suelen tener más las médicas que los hombres. Hace falta una personalidad fuerte”, contó una médica de allí, y pidió que su nombre se mantenga bajo reserva.
Según contaron en el policlínico, allí también sufrieron los ataques de Celeste.
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