“El cambio empezó cuando me trataron como hijo, no como discapacitado”

“El cambio empezó cuando me trataron como hijo, no como discapacitado”

El actor y licenciado en Psicopedagogía Pablo Pineda llegó a Tucumán para realizar varias actividades. Video.

UN GALÁN. En LA GACETA Pablo se “enamoró” de una fotógrafa de nuestro diario; un “mujeriego empedernido” cuyo objetivo es ser feliz. la gaceta / foto de analía jaramillo UN GALÁN. En LA GACETA Pablo se “enamoró” de una fotógrafa de nuestro diario; un “mujeriego empedernido” cuyo objetivo es ser feliz. la gaceta / foto de analía jaramillo
Un cromosoma de más. Esa es una marca de origen en Pablo Pineda, nacido hace casi 42 años en Málaga, hijo menor de una familia de cuatro hermanos -todos ellos profesionales- un padre que ya murió, y una mamá de 82 años que, cuenta él, lloró hasta cansarse cuando supo que su hijo había nacido con síndrome de Down. Hasta que llegó el momento en que la familia decidió que el recién nacido no era un discapacitado, sino un hijo. Dice Pablo que tal vez en ese gesto casi seminal de amor resida su biografía, aquella que lo exhibe como “el primer europeo con síndrome de Down que terminó la Universidad”, además de protagonista de “Yo, también”, película con la cual en 2009 le arrebató en San Sebastián la “Concha de plata” al mejor actor a Ricardo Darín, que entonces competía por “El secreto de sus ojos”. Un derrotero no libre de obstáculos, que este hombre optimista no oculta, aunque con su gracejo malagueño logra morigerar, en la charla con LA GACETA.

- ¿ Cuándo tomaste conciencia de que eras una persona con síndrome de Down?

- Yo empecé a ser consciente de niño. Yo recuerdo que en aquella época, los niños, por boca de los padres, por supuesto, me decían: “pobrecito, está malito”. Esa frase me ponía de los nervios. Y fui descubriendo un poco quién era yo. Y un señor que ahora es académico de la Universidad de Málaga, don Miguel López Meleros, y que ha sido mi mentor, fue quien más o menos que dijo que yo era síndrome de down. Yo tenía 7, 8 años, y él me dijo: “Pablo, ¿tú sabes que eres síndrome de down? Le dije que sí, aunque no era verdad, porque yo no sabía ni lo que era. El venía de la Complutense de Madrid, llegó a Málaga en los años 80, conoció mi caso. Y le dije: explícamelo un poco científicamente hablando. Y me lo explicó. Y le pregunté: “Mire don Miguel, ¿soy tonto?”. “Por supuesto que no”, me respondió. Y le pregunté : ¿Puedo seguir con mis amigos del colegio? Porque yo estaba feliz allí con mis amigos. ¿Y puedo seguir estudiando? “Por supuesto”. Pero la verdad es que yo me enteré de lo que en verdad es el síndrome de down ya casi en la Universidad, cuando te enteras de todos los datos de lo que son las alteraciones genéticas. Y yo creo que la condición genética no es determinante de por sí en el aprendizaje, sino la estimulación y la confianza que te dan.

- ¿Cómo has procesado en la vida el espejo de “diferente” que suele devolver la sociedad?

- Yo me veo diferente y me veo igual a los demás. Y a esa diferencia la veo como algo distintivo, como algo bueno. Como esas canciones de Alaska, ¿no? ( “La gente me señala/me apuntan con el dedo/susurra a mis espaldas/ y a mí me importa un bledo. Que más me da/si soy distinta a ellos”, canta el grupo español con cuyas letras se identifica Pablo).

-¿ Qué desafíos tuviste que sortear en tus ciclos educativos?

- La escuela fue una época difícil. Aun no había una ley de integración. Y de casualidad llegó de la facultad al colegio, para ocuparse de las personas con discapacidades, una maestra nueva, que fue la que lideró mi integración en el colegio. Y se crean los centros de integración. Ahí empieza todo.

- ¿Y la Universidad?

- López Meleros estaba adentro, y él fue quien piloteó un poco el tema. Tenía que entrar por el cupo por discapacidad, me exigían un cupo de minusvalía muy elevado. Y yo tengo un 36 % de minusvalía. La Universidad es muy conservadora; aunque finalmente pude ingresar y terminé Magisterio. Me faltan unas cuantas materias para terminar psicopedagogía.

-¿ Estás trabajando?

- Como conferencista, y en una fundación española, Fundación Adecco. Me encanta la historia y el periodismo. Son mis dos vocaciones frustradas.

- Tu caso es casi único, ¿Cómo lo explicás?

- Más que mi caso en sí, es lo que ha rodeado a mi caso: mis padres, han sido fundamentales, desde que nací. Por supuesto que al principio hubo un choque: “¿ por qué me toca a mí”?. Los primeros días que lloran. Pero después el punto fue cuando dijo: “ya no voy a llorar más. Si voy a llorar que sea por alegría, y no por pena”. Ahí empezó el cambio, en que me trataron como un hijo, y no como un discapacitado.

- ¿Qué es lo que más te ha costado en la vida?

- Eso de estar demostrando todo el día que tú puedes. Que tú puedes estar en una escuela, que tú puedes hacer una carrera, que tú puedes enamorarte de una piba guapa...

-¿ Te has enamorado alguna vez?

- Soy un mujeriego empernido.

- ¿Has tenido novia?

No, es un tema complicado. El de la sexualidad es un tema muy tabú. Nunca se aborda. Pero se abordó en mi película (N de la R: la multipremiada “Yo, también”). La moral católica y los regímenes moralizantes han hecho de la sexualidad un tema tabú.

- Si has llegado a tanto, ¿por qué pensás que no podés sortear ese muro?

- ...El mundo down es un mundo muy peculiar, con personas muy transparentes, muy enfáticas, muy sensibles, que decimos lo que pensamos, sin medir las consecuencias. Y quizás sea que tenemos tanta capacidad de amar que queremos que la otra persona nos responda con igual intensidad.

- Has llegado a un umbral muy alto, ¿ Cómo no generar falsas expectativas en padres con hijos que nacieron con síndrome de down ?

- ...Es curioso...Es un tema difícil de llevar. Yo les pongo un ejemplo muy argentino: todos quieren ser Messi, pero no todos pueden serlo. Y me dicen: “queremos que mi hijo sea como tú”. Y yo les digo: ¡no! yo quiero que tu hijo sea como es él.

- Cinco “mensajes” para papás con hijos nacidos con síndrome de down...

- Primero, que es su hijo; 2) que confíen en ellos mismos, como padres, que pueden hacerlo muy bien; 3) que como padres su objetivo debe ser solo uno: hacer que su hijo sea feliz; 4) no basar su formación en manuales sicológicos o médicos; 5) saca tu intuición de padre, y busca soluciones. Mira a esa criatura tan bonita, a la que hay que hacerla más bonita todavía.

- ¿Volverías a actuar?

- Aunque fue una experiencia fantástica, ya no, porque no quiero caer en los encasillamientos. Los que tenemos síndrome de Down hacemos de Síndrome de Down.

- Pasa con los negros, con los hispanos, en el cine ...

- Sí, pero mira el caso de Sidney Poitier (actor de raza negra). Ojalá pudiera hacer de galán como Sidney Poitier. Pero por ahora no hay un Sidney Poitier con síndrome de Down. Ultimamente me llamaron para hacer un programa, pero no por mi condición de síndrome de Down. Es lo que quiero: que mi síndrome de down se quede de lado a la hora de trabajar.

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