17 Julio 2016
SIN CORREA. Lavanini, un león en la lucha, pero responsable de muchos penales. prensa uar
El año uno del Súper Rugby para Argentina, ese que tanto se demoraba en llegar, ya se terminó. De la mejor forma posible, por cierto: los Jaguares se despidieron con una muy buena producción, de lo mejor que mostraron en el torneo, y derrotaron a Lions en cancha de Vélez por 34-22, gracias a un juego integral y fuerte en las formaciones.
Ahora bien, como en toda clausura, corresponde hacer un balance. Y el de los Jaguares sale bastante empatado entre claros y oscuros. Está claro que, a la luz de los resultados (cuatro victorias y 11 derrotas), no puede hablarse de una temporada precisamente exitosa, pero también es cierto que varias de esas caídas fueron por marcadores ajustados y se debieron no tanto a superioridad manifiesta del rival, sino a errores propios que, con trabajo y minutos de juego, se pueden corregir.
Si algo queda en el debe de la franquicia argentina en su primer paso por el Súper Rugby, es no haber encontrado regularidad. Alternó momentos de espectacularidad con otros de desconcierto e indisciplina, que le costaron derrotas insólitas frente a rivales de menor jerarquía, como Sunwolves y Kings. De todas maneras, se entiende que los comienzos siempre son difíciles. Ya lo fueron los del Rugby Championship. Como bien lo resumió Juan Manuel Leguizamón: “es el fin de una temporada de aprendizaje”.
El show se terminó, pero solo por ahora. En 2017, los Jaguares volverán ya sin ese manto de piedad que le cabe a todo debutante, pero también con un conocimiento mucho mayor de lo que significa jugar este torneo. Ahora, vuelve a ser tiempo de Pumas.
Ahora bien, como en toda clausura, corresponde hacer un balance. Y el de los Jaguares sale bastante empatado entre claros y oscuros. Está claro que, a la luz de los resultados (cuatro victorias y 11 derrotas), no puede hablarse de una temporada precisamente exitosa, pero también es cierto que varias de esas caídas fueron por marcadores ajustados y se debieron no tanto a superioridad manifiesta del rival, sino a errores propios que, con trabajo y minutos de juego, se pueden corregir.
Si algo queda en el debe de la franquicia argentina en su primer paso por el Súper Rugby, es no haber encontrado regularidad. Alternó momentos de espectacularidad con otros de desconcierto e indisciplina, que le costaron derrotas insólitas frente a rivales de menor jerarquía, como Sunwolves y Kings. De todas maneras, se entiende que los comienzos siempre son difíciles. Ya lo fueron los del Rugby Championship. Como bien lo resumió Juan Manuel Leguizamón: “es el fin de una temporada de aprendizaje”.
El show se terminó, pero solo por ahora. En 2017, los Jaguares volverán ya sin ese manto de piedad que le cabe a todo debutante, pero también con un conocimiento mucho mayor de lo que significa jugar este torneo. Ahora, vuelve a ser tiempo de Pumas.