Otro bicentenario: hace dos siglos fue ultimado Ildefonso de las Muñecas

Otro bicentenario: hace dos siglos fue ultimado Ildefonso de las Muñecas

El tucumano fue una pesadilla para los realistas en el Alto Perú

ILDEFONSO DE LAS MUÑECAS. Un retrato de época. ARCHIVO ILDEFONSO DE LAS MUÑECAS. Un retrato de época. ARCHIVO
07 Julio 2016
Hoy se cumple el bicentenario de la muerte violenta de un gran patriota tucumano: el presbítero doctor Ildefonso de las Muñecas. Lo ultimaron por la espalda, en el Alto Perú, los soldados realistas que lo llevaban prisionero, el 7 de julio de 1816, dos días antes de la declaración de la Independencia.

El nombre de Muñecas –que tenía entonces unos 39 años- quedaría resonando en la sangrienta crónica de la guerra de independencia en esos parajes. Nacido en nuestra ciudad, en una casa ubicada en la esquina de las actuales calles Mendoza y Muñecas (que por él lleva ese nombre), estudió en Universidad de Córdoba y, ni bien ordenado, realizó un viaje a España. Al regreso, volvió a afincarse en su medio natal, hasta que el Presidente de la Audiencia de Charcas, de paso por Tucumán en viaje a Lima, le ofreció ser su capellán. Aceptó y partieron juntos. Pasó en Lima varios meses y, cuando estaba por regresar a Tucumán, lo nombraron cura en la Catedral del Cusco.

Virus de revolución

Pero ya entonces Muñecas se hallaba contagiado de ese virus revolucionario que se expandía por América luego del levantamiento de La Paz, de 1809. Su casa del Cusco empezó ser centro de reuniones secretas de conspiradores. En agosto de 1814, estalló la revolución en esa ciudad. Los alzados arrestaron al presidente y a los oidores de la Real Audiencia, y colocaron al frente del gobierno al brigadier Mateo García Pumaccahua, cacique de Cincheros y caudillo de los indígenas.

Para profundizar el movimiento, resolvieron enviar dos expediciones destinadas a cortar las comunicaciones del jefe realista Joaquín de la Pezuela, y ponerlo entre dos fuegos: los alzados por un lado, y por el otro el Ejército del Norte, que avanzaba al mando del general José Rondeau. En carácter de capellán, Muñecas cabalgaba junto al coronel José Pinelo, lugarteniente de García Pumaccahua, en la expedición que ocupó Puno el 29 de agosto, y que logró de llegada sublevar a la guarnición. Siguieron al Desaguadero, donde se les entregó la tropa con todo su armamento y artillería. Así, arribaron victoriosos a La Paz.

Toma de La Paz

Pudieron romper la resistencia que opusieron los realistas, capitaneados por el sanguinario marqués de Valde Hoyos y tomaron la ciudad el 24 de setiembre de 1814. Sucedió que, cuatro días más tarde, el estallido accidental de unos proyectiles derivó en una tremenda explosión que abatió el cuartel y varios edificios vecinos. Alguien atribuyó el suceso a los realistas derrotados, y el pueblo paceño en masa se volvió contra ellos, en una horripilante jornada de matanzas sin control.

En medio de ese caos, con el crucifijo en alto, Muñecas trataba de contener a la turba enfurecida, y logró salvar a numerosos padres de familia que se refugiaban detrás de su persona. De inmediato, Pezuela destacó al general Juan Ramírez para que reprimiera a los alzados. Al saber el avance, Pinelo y sus milicias evacuaron La Paz, mientras Muñecas era enviado a la provincia de Yungas en boca de refuerzos.

Pero Ramírez los atacó y derrotó el 2 de noviembre, en Achocalla, y luego en Puno y en Arequipa. Junto con Pinelo, estuvo Muñecas en la decisiva acción de Humachiri, el 11 de noviembre de 1815, otro tremendo revés para los patriotas altoperuanos, al que siguió la ejecución de los principales cabecillas.

Líder de Larecaja

Muñecas había logrado escapar a la provincia de Puno. Su fogosa oratoria levantó en armas a los indígenas del partido de Larecaja, y pasó a ser la tormento de los realistas. Las guerrillas de Muñecas los atacaban en cualquier momento del día o de noche, a la vez que su jefe mantenía activa comunicación con los patriotas argentinos. Además, Muñecas sembraba por toda la región panfletos contra el Rey, y remitía a los generales Rondeau y Arenales detallados partes de sus encuentros. Al empezar 1816, Muñecas venció una partida de 400 hombres que lo habían perseguido hasta el lago Titicaca, y se hizo fuerte en una de sus márgenes.

Pero los realistas se habían propuesto terminar definitivamente con el tucumano. Lo consideraban ya un grave peligro para ellos. en los departamentos de Puno y La Paz. Dos columnas, al mando respectivo del coronel Gamarra y del comandante Aveleyra, partieron en su búsqueda. Lo alcanzaron en la cordillera de Cololó, donde lo vencieron completamente el 27 de febrero de 1816. Fueron tomados allí 100 prisioneros mestizos, que constituían el “batallón sagrado de muñecas, y fueron degollados sus oficiales.

Preso y asesinado

Entre la humareda de la derrota, logró huir el indomable cura tucumano. Llegó hasta las quebradas del valle de Larecaja, y se escondió en una cueva. Creía contar con la fidelidad de los indios; pero uno de ellos, Manuel González, lo entregó a los realistas por 500 pesos. Cargado de cadenas lo enviaron a Lima: el Consejo de Indias había resuelto separarlo de su ministerio y enjuiciarlo.

El 7 de julio de 1816, en algún punto del camino entre Tihuanaco y Huaqui, mientras cabalgaba leyendo su breviario, los soldados lo mataron por la espalda.

Citado elogiosamente por San Martín en su proclama a los naturales altoperuanos, Muñecas fue un auténtico héroe de la independencia americana. Sus restos yacen en la capilla de Huaqui y un departamento de Bolivia lleva su nombre.

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