28 Junio 2016
EN LA INTIMIDAD. El plantel del “Santo” utilizó el vestuario sólo para desatar la alegría contenida desde mediados de febrero, cuando comenzó el sueño del ascenso. la gaceta / fotos de franco vera (enviado especial)
Cuando el árbitro Mario Ejarque pitó por última vez el domingo, en el partido entre Unión Aconquija y San Martín, los jugadores del “Santo” sabían que no se trataba de un encuentro más que terminaba en triunfo. Por eso los abrazos que se dieron en la mitad de la cancha fueron más apretados que en otras ocasiones. Por eso tales abrazos engordaron con el aporte de los suplentes y del cuerpo técnico, que salieron eyectados del banco algunos segundos antes del silbato final.
Trascartón, el grupo enfiló hacia la cabecera sur del estadio “Alcides Mopty”, del club Tiro Federal y Gimnasia, donde Unión Aconquija hace de local. Allí -de pie junto al alambrado, porque no hay tribunas- estaban amontonados unas 50 personas, familiares, dirigentes y pocos hinchas “santos” que habían logrado ingresar, con las entradas que la dirigencia del “Estanciero” había cedido. Los jugadores se treparon a la tela metálica y las voces de todos se mezclaron en los cánticos. Algunos minutos después, los jugadores se metieron al vestuario, donde continuaron las risas y los festejos. Esas fueron las primeras celebraciones del plantel, en el marco del ascenso a la B Nacional.
Pero no fueron las únicas en Andalgalá. Luego de estar un rato en el vestuario, el plantel se dirigió al Hotel de Turismo, donde San Martín había armado su campamento para el combate definitivo. En las puertas del edificio, alrededor de 400 hinchas los recibieron, exultantes. Canciones cantadas a los gritos; banderas rojiblancas; lágrimas de emoción, de felicidad, y sólo palabras de agradecimiento, mutuas: los hinchas daban las gracias a los jugadores por el ascenso; estos expresaban su gratitud por tantas muestras de cariño.
Esos hinchas -una porción de los que viajaron desde Tucumán- no habían ingresado al estadio. Habían aguardado afuera durante todo el partido, soportando el lacerante frío del atardecer andalgalense. Aguardaron sólo para poder abrazar a los jugadores y agradecerles por haber sacado a San Martín de una categoría que siempre le resultó chica. Y, con humildad, los jugadores correspondieron a los abrazos y devolvieron las gracias.
Trascartón, el grupo enfiló hacia la cabecera sur del estadio “Alcides Mopty”, del club Tiro Federal y Gimnasia, donde Unión Aconquija hace de local. Allí -de pie junto al alambrado, porque no hay tribunas- estaban amontonados unas 50 personas, familiares, dirigentes y pocos hinchas “santos” que habían logrado ingresar, con las entradas que la dirigencia del “Estanciero” había cedido. Los jugadores se treparon a la tela metálica y las voces de todos se mezclaron en los cánticos. Algunos minutos después, los jugadores se metieron al vestuario, donde continuaron las risas y los festejos. Esas fueron las primeras celebraciones del plantel, en el marco del ascenso a la B Nacional.
Pero no fueron las únicas en Andalgalá. Luego de estar un rato en el vestuario, el plantel se dirigió al Hotel de Turismo, donde San Martín había armado su campamento para el combate definitivo. En las puertas del edificio, alrededor de 400 hinchas los recibieron, exultantes. Canciones cantadas a los gritos; banderas rojiblancas; lágrimas de emoción, de felicidad, y sólo palabras de agradecimiento, mutuas: los hinchas daban las gracias a los jugadores por el ascenso; estos expresaban su gratitud por tantas muestras de cariño.
Esos hinchas -una porción de los que viajaron desde Tucumán- no habían ingresado al estadio. Habían aguardado afuera durante todo el partido, soportando el lacerante frío del atardecer andalgalense. Aguardaron sólo para poder abrazar a los jugadores y agradecerles por haber sacado a San Martín de una categoría que siempre le resultó chica. Y, con humildad, los jugadores correspondieron a los abrazos y devolvieron las gracias.
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