24 Junio 2016
NINGÚN CACHORRO. Sánchez se acerca a los 50 caps: mañana jugará su test match número 42 con Los Pumas. prensa uar
Quién no soñó alguna vez con correr detrás de una pelota imaginando ser el dueño de la imagen central y del momento del éxtasis. Puede variar la toma. Fuiste el asistidor de la jugada imposible que dejó en bandeja el gol de un campeonato. Fuiste quien tomó el copyright del sello maradoniano e hiciste un try de toda la cancha. Fuiste vos en un cuerpo ajeno y en un deporte ajeno. Porque, al final de cuentas, soñar jamás costó nada, pero endulza tanto el alma como un abrazo de mamá en una fría noche de invierno.
Nicolás Sánchez es el estratega de Los Pumas, el nexo entre lo posible y lo imposible. Es el primer pase después de la explosión. Si el plan le sale mal, la estructura puede caer por demolición. Pero si le sale bien, una sonrisa podrá robarse.
Según pasan los años, “Cachorro” fue mutando sus sueños desde las asiduas visita al estadio Monumental. Le gusta el fútbol, es fan del “Decano”, pero como él mismo afirmará luego, lo suyo es el rugby y gritar goles detrás de la tela olímpica. Imaginarlo en un futuro vistiendo la número 10 en el hoy equipo de Primera de Juan Manuel Azconzábal suena imposible. El rugby cambió. El fútbol también.
“No podría”, admite el apertura de Los Pumas ante el recuerdo de que un Puma tucumano alguna vez sí pudo cumplir ese anhelo de fanático: Martín Terán. El ex wing de Tucumán Rugby, dueño de una velocidad meteórica, con dos Mundiales sobre las espaldas con el seleccionado nacional (1991 y 1995), colgó los botines -de rugby- a los 27, casi a la edad de “Nico”, y se mandó a una prueba en Atlético.
Terán era el típico caso del dotado para los deportes. Era crack en el rugby y también para el fútbol. Así fue como pasó una prueba y en la temporada 1996/97 un cabezazo suyo salvó del descenso en la penúltima fecha al “Decano”. Fue en Pergamino, en casa de Douglas Haig. Fue el momento de Martín. Inolvidable, le hizo pito catalán al viejo Argentino A.
Sánchez vivió “su” momento el domingo pasado también en 25 de Mayo y Chile. Pero como Puma, como ingeniero en la construcción de la victoria del combinado nacional sobre Francia. Fue el goleador ante los galos, así como en 2015 fue Botín de Oro en el Mundial de Inglaterra. Crack.
¿Qué sintió el hombre pisando el verde césped del “José Fierro”? “Fue espectacular. Jugar en Atlético tiene un gustito especial. Lo mismo que estar en Tucumán”, confía el “10”, dejando escapar un brillo particular en sus ojos.
Sánchez está en la zona mixta del estadio de 25 de Mayo y Chile, y allí suena el tema de por qué no intentar seguir los pasos de Terán. “Sin dudas no se puede”, aclara acompañando la realidad de cuan diferentes son hoy el rugby y el fútbol, por preparación y exigencias. Y como quien no tiene miedo a decir la verdad, “Nico” va hacia el eje central de la cuestión. “No soy tan bueno, ja”, afirma quien debería cambiar la 10 por la cinco. “Sería un cinco metedor, a los Nery Leyes”, se describe.
Las obligaciones no le bloquearon el sentimiento por Atlético. “Trato de seguirlo siempre, a la distancia. Se hizo una gran campaña, pero lamentablemente no se pudo entrar a la Copa Libertadores”, muerde sus labios Sánchez, con el dolor de saber que se estuvo cerca. Tan cerca que no faltó nada.
Condecorado alguna vez por la directiva “Decana” por su hazaña en el Mundial pasado, “Nico” no tiene en mente utilizar su influencia de crack en el rugby para convencer a Azconzábal de darle una oportunidad en el futuro. “No, no. No creo que tenga ninguna chance, ja ja”, dice riendo bajito, porque acepta que como futbolista es un excelente rugbier. Y esta bien, porque nafta de sobra tiene en sus reservas como para seguir dándole alegrías a la gente con la 10 en la espalda y la derecha asesina lastimando la hache enemiga.
Nicolás Sánchez es el estratega de Los Pumas, el nexo entre lo posible y lo imposible. Es el primer pase después de la explosión. Si el plan le sale mal, la estructura puede caer por demolición. Pero si le sale bien, una sonrisa podrá robarse.
Según pasan los años, “Cachorro” fue mutando sus sueños desde las asiduas visita al estadio Monumental. Le gusta el fútbol, es fan del “Decano”, pero como él mismo afirmará luego, lo suyo es el rugby y gritar goles detrás de la tela olímpica. Imaginarlo en un futuro vistiendo la número 10 en el hoy equipo de Primera de Juan Manuel Azconzábal suena imposible. El rugby cambió. El fútbol también.
“No podría”, admite el apertura de Los Pumas ante el recuerdo de que un Puma tucumano alguna vez sí pudo cumplir ese anhelo de fanático: Martín Terán. El ex wing de Tucumán Rugby, dueño de una velocidad meteórica, con dos Mundiales sobre las espaldas con el seleccionado nacional (1991 y 1995), colgó los botines -de rugby- a los 27, casi a la edad de “Nico”, y se mandó a una prueba en Atlético.
Terán era el típico caso del dotado para los deportes. Era crack en el rugby y también para el fútbol. Así fue como pasó una prueba y en la temporada 1996/97 un cabezazo suyo salvó del descenso en la penúltima fecha al “Decano”. Fue en Pergamino, en casa de Douglas Haig. Fue el momento de Martín. Inolvidable, le hizo pito catalán al viejo Argentino A.
Sánchez vivió “su” momento el domingo pasado también en 25 de Mayo y Chile. Pero como Puma, como ingeniero en la construcción de la victoria del combinado nacional sobre Francia. Fue el goleador ante los galos, así como en 2015 fue Botín de Oro en el Mundial de Inglaterra. Crack.
¿Qué sintió el hombre pisando el verde césped del “José Fierro”? “Fue espectacular. Jugar en Atlético tiene un gustito especial. Lo mismo que estar en Tucumán”, confía el “10”, dejando escapar un brillo particular en sus ojos.
Sánchez está en la zona mixta del estadio de 25 de Mayo y Chile, y allí suena el tema de por qué no intentar seguir los pasos de Terán. “Sin dudas no se puede”, aclara acompañando la realidad de cuan diferentes son hoy el rugby y el fútbol, por preparación y exigencias. Y como quien no tiene miedo a decir la verdad, “Nico” va hacia el eje central de la cuestión. “No soy tan bueno, ja”, afirma quien debería cambiar la 10 por la cinco. “Sería un cinco metedor, a los Nery Leyes”, se describe.
Las obligaciones no le bloquearon el sentimiento por Atlético. “Trato de seguirlo siempre, a la distancia. Se hizo una gran campaña, pero lamentablemente no se pudo entrar a la Copa Libertadores”, muerde sus labios Sánchez, con el dolor de saber que se estuvo cerca. Tan cerca que no faltó nada.
Condecorado alguna vez por la directiva “Decana” por su hazaña en el Mundial pasado, “Nico” no tiene en mente utilizar su influencia de crack en el rugby para convencer a Azconzábal de darle una oportunidad en el futuro. “No, no. No creo que tenga ninguna chance, ja ja”, dice riendo bajito, porque acepta que como futbolista es un excelente rugbier. Y esta bien, porque nafta de sobra tiene en sus reservas como para seguir dándole alegrías a la gente con la 10 en la espalda y la derecha asesina lastimando la hache enemiga.