Ante todo, tolerancia para escuchar y para entender

“Hagamos una cultura de encuentro. Que todos sean uno para que el mundo crezca”, aseveró el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, al abrir las actividades de la Comisión Arquidiocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. Fue un llamado a la tolerencias y a la hermandad, signos distintivos del Congreso Eucarístico. En el auditorio de la Facultad de Derecho esa convocatoria se tradujo en un diálogo entre el sacerdote católico Gerardo Söding y Ángel Schoeremberger, de la Iglesia Metodista.

¿Cuál es la diferencia entre ecumenismo y diálogo interreligioso? “El primero -explicó Söding- contiene a las religiones que tienen fe en el Misterio de la Santísima Trinidad y en el bautismo. A partir de ahí se realizan las divisiones de la iglesia, como los ortodoxos o protestantes. El segundo tiene que ver con las religiones que no creen en Jesucristo, pero en las que también hay cuestiones en común para compartir”.

“El monoteísmo tiene en común con el catolicismo que creemos en un solo Dios. Quizás con politeístas el diálogo sea otro, por ejemplo la necesidad de búsqueda de sentido o las causas de la humanidad”, sostuvo Söding, y manifestó su flexibilidad con esas diferencias: “la fe supone que hay que ponerse de acuerdo en aquello que está en el credo, que otros no la compartan no quiere decir que no podamos hacer cosas en común”.

Schoeremberger expuso acerca del valor de la tolerancia, no sólo en el aspecto religioso. “Pensar y dejar pensar fue una frase que me marcó”, manifestó. “Si no entendemos lo que estamos haciendo con nuestra religión nada tiene sentido. Y lo más importante, que todos sean uno en nosotros”, enfatizó, recuperando la idea de buscar los puntos en común de todas las creencias.