En los patios de su niñez encontró el rumbo de la guitarra

En los patios de su niñez encontró el rumbo de la guitarra

Francisco "Pancho" Santamarina, destacado instrumentista y arreglador, trabaja en el nuevo disco del "Mono" Villafañe

PANCHO SANTAMARINA. El joven músico es oriundo de Concepción. PANCHO SANTAMARINA. El joven músico es oriundo de Concepción.
17 Junio 2016
En los patios de su niñez encontró el rumbo de la guitarra
Francisco "Pancho" Santamarina, destacado instrumentista y arreglador, trabaja en el nuevo disco del "Mono" Villafañe
Desde niño aprendió a disfrutar las guitarreadas que se armaban en el patio de la casa paterna y sintió que en los acordes de una zamba encontraría su camino. Hoy, a los 35 años, es uno de los músicos sesionistas más destacados del folclore tucumano. Francisco "Pancho" Santamarina llegó de su Concepción natal con el mandato familiar de estudiar medicina, como su abuelo, su padre y sus tíos. Pero en él era más fuerte el llamado de la música. Traía el folclore en la sangre, así que se dedicó a formarse como guitarrista. Fue discípulo de Lucho Hoyos y hoy, desde hace una década, acompaña al Mono Villafañe. Con él está por viajar en estos días a la Capital Federal para tocar y para chequear la mezcla del nuevo disco del taficeño, donde -además de la guitarra- Santamarina puso los arreglos y la dirección musical.
Cuenta que su abuelo fue el primer médico de Concepción, pero también era músico. "Tocaba el piano, el violín, la guitarra, el acordeón. También tengo una tía, hermana de mi papá, que fue una poeta muy conocida, Joya Musa Villafañe, que además era pianista y maestra de música. Y una hermana de mi abuelo, 'Mocha' Santamarina, también enseñó música. La misma vocación musical tuvieron mis familiares maternos, así que en mí se juntaron todos esos genes -dijo-. Yo fui el único que eligió esta actividad como profesión y forma de vida".
En el último festival de Cosquín, Santamarina formó parte de la delegación tucumana. También suele acompañar a Haydée Mariel o tocar con Quique Yance, mientras sigue puliendo los temas que incluirá en su propio disco solista, que será un homenaje a los compositores tucumanos (Yupanqui, Valladares, Juan Falú, Rubén Cruz y otros). 
Pero no sólo es intérprete. Con Néstor Soria compuso una zamba, La Mariano Vilcha, como parte de una saga de poemas dedicados a la gente que murió en el cerro (al igual que Mercedes Yampa, que Soria compuso con el Topo Encinar). También hicieron juntos  Alpargateando por chacareras, sobre un paisano escaso de dinero que se compró un par de alpargatas en un outlet y le vinieron falladas. 
-¿La tradición del asado con guitarreada es importante más allá del esparcimiento?
-Es algo muy valioso. Los tucumanos somos fundamentalistas de los patios. Lo que sucede mientras transcurren la noche, los vinos y los afectos en los patios, es algo que yo viví intensamente en la casa de mis padres en Concepción. Es hermoso juntarse a tocar la guitarra con los amigos y especialmente con otros músicos, intercambiar conocimientos y mostrar el arreglo o la composición que uno hizo. Por ejemplo, Lucho muestra sus arreglos cuando nos juntamos a comer un asado. 
- Tenías un vecino célebre, el Chivo Valladares, con quien hiciste amistad.
- Sí. Yo he tenido la suerte de estar cerca de él y de conocerlo. Tengo recuerdos hermosos de la relación con él. Yo salía de mi departamento (en Chacabuco y Piedras) para ir a la Escuela de Música y a veces lo encontraba en la puerta de su casa. Entonces me volvía, compraba una ginebra en el kiosco y me quedaba a conversar. Yo tomaba unos matecitos y él una ginebra. Algunos días me pedía que lo acompañe al taller que tenía en los fondos de su casa. Un taller enorme donde hacía un montón de cosas. Hasta una bicicleta fija se fabricó una vez. Era un crack. Sabía hacer de todo.  Otro compositor al que quiero mucho es el Poli (Néstor) Soria. A esta guitarra me la regaló él. Y me enseña mucho, porque cada vez que hablo con él aprendo más. Tiene un conocimiento profundo de Tucumán y de su historia. Ahora estoy trabajando en la transcripción musical de su cancionero. Las partituras de las cosas que no están escritas de su obra, que es inmensa. Por ejemplo, hay una canción que hizo con Raúl Carnota que no se la ha escrito, está solamente una grabación que le mandó Raúl a Néstor. 
- ¿Les dieron lugar a los músicos tucumanos en los festejos del Bicentenario?
- Yo creía que el Bicentenario iba a mirar un poco más para adentro. Creo que desde enero había que tener todo el año programado artísticamente. Dicho sea de paso, el Mono Villafañe tendría que haber formado parte de la delegación tucumana en Cosquín, porque a mi entender es el mejor cantor de la provincia. Y su repertorio es meramente tucumano. Pero además hay que reconocer que en los últimos años Tucumán tuvo dos veces delegaciones en Cosquín, cosa que no había pasado en los 30 años anteriores.

Desde niño aprendió a disfrutar las guitarreadas que se armaban en el patio de la casa paterna y sintió que en los acordes de una zamba encontraría su camino. Hoy, a los 35 años, es uno de los músicos sesionistas más destacados del folclore tucumano. Francisco "Pancho" Santamarina llegó de su Concepción natal con el mandato familiar de estudiar medicina, como su abuelo, su padre y sus tíos. Pero en él era más fuerte el llamado de la música. Traía el folclore en la sangre, así que se dedicó a formarse como guitarrista. Fue discípulo de Lucho Hoyos y hoy, desde hace una década, acompaña al "Mono" Villafañe. Con él está por viajar en estos días a la Capital Federal para tocar y para chequear la mezcla del nuevo disco del taficeño, donde -además de la guitarra- Santamarina puso los arreglos y la dirección musical.

Cuenta que su abuelo fue el primer médico de Concepción, pero también era músico. "Tocaba el piano, el violín, la guitarra, el acordeón. También tengo una tía, hermana de mi papá, que fue una poeta muy conocida, Joya Musa Villafañe, que además era pianista y maestra de música. Y una hermana de mi abuelo, 'Mocha' Santamarina, también enseñó música. La misma vocación musical tuvieron mis familiares maternos, así que en mí se juntaron todos esos genes -dijo-. Yo fui el único que eligió esta actividad como profesión y forma de vida".

Publicidad

En el último festival de Cosquín, Santamarina formó parte de la delegación tucumana. También suele acompañar a Haydée Mariel o tocar con Quique Yance, mientras sigue puliendo los temas que incluirá en su propio disco solista, que será un homenaje a los compositores tucumanos (Yupanqui, Valladares, Juan Falú, Rubén Cruz y otros). Pero no sólo es intérprete. Con Néstor Soria compuso una zamba, La Mariano Vilcha, como parte de una saga de poemas dedicados a la gente que murió en el cerro (al igual que Mercedes Yampa, que Soria compuso con el Topo Encinar). También hicieron juntos  Alpargateando por chacareras, sobre un paisano escaso de dinero que se compró un par de alpargatas en un outlet y le vinieron falladas. 

-¿La tradición del asado con guitarreada es importante más allá del esparcimiento?

-Es algo muy valioso. Los tucumanos somos fundamentalistas de los patios. Lo que sucede mientras transcurren la noche, los vinos y los afectos en los patios, es algo que yo viví intensamente en la casa de mis padres en Concepción. Es hermoso juntarse a tocar la guitarra con los amigos y especialmente con otros músicos, intercambiar conocimientos y mostrar el arreglo o la composición que uno hizo. Por ejemplo, Lucho muestra sus arreglos cuando nos juntamos a comer un asado. 

Publicidad

- Tenías un vecino célebre, el Chivo Valladares, con quien hiciste amistad.

- Sí. Yo he tenido la suerte de estar cerca de él y de conocerlo. Tengo recuerdos hermosos de la relación con él. Yo salía de mi departamento (en Chacabuco y Piedras) para ir a la Escuela de Música y a veces lo encontraba en la puerta de su casa. Entonces me volvía, compraba una ginebra en el kiosco y me quedaba a conversar. Yo tomaba unos matecitos y él una ginebra. Algunos días me pedía que lo acompañe al taller que tenía en los fondos de su casa. Un taller enorme donde hacía un montón de cosas. Hasta una bicicleta fija se fabricó una vez. Era un crack. Sabía hacer de todo.  Otro compositor al que quiero mucho es el Poli (Néstor) Soria. A esta guitarra me la regaló él. Y me enseña mucho, porque cada vez que hablo con él aprendo más. Tiene un conocimiento profundo de Tucumán y de su historia. Ahora estoy trabajando en la transcripción musical de su cancionero. Las partituras de las cosas que no están escritas de su obra, que es inmensa. Por ejemplo, hay una canción que hizo con Raúl Carnota que no se la ha escrito, está solamente una grabación que le mandó Raúl a Néstor. 

- ¿Les dieron lugar a los músicos tucumanos en los festejos del Bicentenario?

- Yo creía que el Bicentenario iba a mirar un poco más para adentro. Creo que desde enero había que tener todo el año programado artísticamente. Dicho sea de paso, el Mono Villafañe tendría que haber formado parte de la delegación tucumana en Cosquín, porque a mi entender es el mejor cantor de la provincia. Y su repertorio es meramente tucumano. Pero además hay que reconocer que en los últimos años Tucumán tuvo dos veces delegaciones en Cosquín, cosa que no había pasado en los 30 años anteriores.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios