La segunda vuelta llega con un empate técnico

La segunda vuelta llega con un empate técnico

Los vaivenes de los comicios entre dos candidatos de fuerzas de derecha que pugnan por suceder en el cargo a Ollanta Humala. Por Gonzalo Ruiz Tovar -DPA.

05 Junio 2016
LIMA.- Los peruanos decidieron en la primera vuelta del 10 de abril que la segunda, que se disputara hoy, sea entre dos fuerzas de derecha: La de la ex congresista Keiko Fujimori y la del ex jefe de gabinete ministerial Pedro Pablo Kuczynski. En las siete semanas que hubo entre las dos vueltas, se dieron sin embargo hechos que permitieron que lo que parecía un duelo entre gemelos ideológicos apareciera como el choque entre dos modos distintos de plantear la política desde el lado conservador.

Así, mientras Fujimori olvidó su pretendido discurso propio para retomar el perfil autoritario y populista del gobierno de su padre -el ahora encarcelado Alberto Fujimori (1990-2000)-, Kuczynski se posicionó del lado liberal en lo económico, institucional en lo político y tecnocrático en lo funcional.

Los candidatos llegaron a segunda vuelta de distinta forma. Ella lo hizo con holgura, con un 39% de los votos válidos, mientras que él tuvo que esperar hasta último momento para pasar con un 21%, acechado por la socialista Verónika Mendoza. Pero se sabía que Kuczynski tendría un handicap: la candidatura rival, vinculada histórica, ideológica y genéticamente a Fujimori padre, adolece de tantos anticuerpos que muchos sectores pasarían a apoyar al bando contrario, cualquiera fuera.

Y así sucedió. Muy rápido las encuestas no solo mostraban que el candidato del partido Peruanos Por el Cambio había superado la desventaja, sino que había pasado al frente en intención de voto.

Pero la hábil Fujimori no tardó en igualar, echando mano de ideas de arraigo popular, como la ampliación de las causales de pena de muerte (limitadas a traición a la patria durante guerra externa), la presencia militar en las calles para combatir la inseguridad y la negación de derechos como la unión civil entre homosexuales. Además, pactó con grupos polémicos pero de fuerte base social, como mineros y transportistas ilegales, núcleos sindicales a los que se acusa de actuar como extorsionistas y ultraconservadores cristianos, mientras se empeñaba además en gestos que mostraban el mayor vigor fìsico de sus 41 años frente a los 77 del rival.

Del otro lado, Kuczynski se llenó de autogoles: No se acercó a las otras fuerzas, no respondió a los ataques y, en quizás su peor error, fomentó la creencia de que no le interesaba el triunfo al irse por ocho días a Estados Unidos para el grado de una hija.

El domingo, cuando por ley quedó prohibida la difusión de sondeos, parecía claro que Fujimori, cuyo partido Fuerza Popular (FP) será mayoría absoluta en el Congreso, tenía escriturada la victoria.

Pero llegó el contragolpe que se ve en sondeos que los peruanos no pueden conocer: Ese domingo, un “nuevo” Kuczynski, agresivo y argumental, dio una “paliza” en el último debate, lo que convenció a indecisos y, destacó el director de la encuestadora CPI, Manuel Saavedra, hizo literalmente que algunos cambiaran de bando.

Además, el abierto apoyo de líderes como Mendoza o el liberal Julio Guzmán, antes hostiles a comprometerse, hizo crecer su aparencia de eclecticismo y de último recurso para evitar el regreso del fujimorismo.

Simultáneamente, la revelación de que el secretario general de FP, Joaquín Ramírez, es investigado por la DEA estadounidense por su fortuna nunca explicada, fue un golpe solo igualado por el descubrimiento de que fue el candidato a vicepresidente, José Chlimper, quien le entregó unos audios falsos a la televisión para ayudarle a su controvertido compañero de partido. Así, según encuestas mostradas a la prensa extranjera el viernes, los candidatos llegan a la definición en un empate técnico, pues aunque Fujimori saca ventaja en todas las tres mediciones hechas, en ninguna es de más de los 4,4 puntos porcentuales necesarios para eludir el margen de error.

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