“No creo en el teatro como una máquina didáctica”

“No creo en el teatro como una máquina didáctica”

La actriz y directora, que trajo “La señorita Julia”, opina que están surgiendo cada vez más voces femeninas en ese arte. “Hay un territorio ganado en cuanto a la igualdad de sexos”.

EN EL TEATRO SAN MARTÍN. Cristina Banegas presentó la obra el viernes y dio talleres ayer, que continúan hoy. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA. EN EL TEATRO SAN MARTÍN. Cristina Banegas presentó la obra el viernes y dio talleres ayer, que continúan hoy. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA.
05 Junio 2016
Dos grandes oleadas de aplausos se escucharon el viernes en la presentación de “La señorita Julia”, en el teatro San Martín. La primera ocurrió antes de que comenzara la obra -espectáculo invitado a la Fiesta del Teatro y uno de los más convocantes-, cuando, mientras el público aún se acomodaba en los palcos, un gato se paseó cómodo por el escenario, entre las mesas ya dispuestas como parte de la escenografía; la aclamación que recibió el intruso fue un signo del buen humor y la predisposición al goce que reinaba en la previa.

La segunda ovación, mucho más estruendosa, sucedió cuando Belén Blanco (protagonista de la puesta junto con Gustavo Suárez y Susana Brussa) desplegó, en el saludo final, un cartel con la consigna “Ni una menos”. Ese gesto había sido planeado con antelación por el elenco y la directora, Cristina Banegas, conscientes de que ese mismo día y a tan sólo unas cuadras de donde se presentaron, se había llevado a cabo la marcha local en repudio de la violencia de género. Ese, el de las diferencias entre hombres y mujeres, es además uno de los temas eje del clásico de August Strindberg, que llegó a nuestra provincia en su versión adaptada por Alberto Ure y José Tcherkaski.

“No podría decir que disfruto el mundo de Strindberg en el sentido de la felicidad porque es oscuro, paranoico, misógino, perturbado... Pero al mismo tiempo hacer esta obra en este momento es absolutamente pertinente e interesante. Espero que nuestro trabajo sea una ofrenda a las mujeres que sufren violencia de género”, señala Banegas, que llegó el jueves a Tucumán, y que ayer y hoy dictó en la Facultad de Artes un taller acerca de la técnica de improvisación de Ure.

- ¿Cómo es que un texto escrito en 1888 todavía es capaz de generar esta convocatoria?

- Porque, como todos los grandes clásicos, plantea temas que siguen resignificándose a través del tiempo. Esto de que la lucha de género es la lucha por el poder sobre el otro es algo que se sigue reproduciendo en todas las culturas, es muy notable.

- ¿Hay con este tipo de puestas un anhelo de generar cierta conciencia en el espectador?

- Yo no creo en el teatro como una máquina didáctica en su relación con el espectador. Creo que el teatro es el teatro y la pedagogía o las políticas sociales o educativas son otra cosa.

- ¿Qué caracteriza a esta adaptación entre las tantas que se han hecho a lo largo del tiempo?

- Con el tiempo las narrativas se van sintetizando de modo inexorable. El espectador define mucho más rápidamente qué pasa y a lo mejor sobra texto y hay que editar; ya no es necesario desarrollar tanto algo para que sea comprendido. Me gusta que la obra dure 70’, que sea un ramalazo y que tenga ese vértigo y esa precipitación en la acción dramática. Son cualidades propias de la tragedia griega, que es imparable, una máquina de destrucción que se desata.

- ¿El de la dirección de teatro es un lugar esquivo para las mujeres?

- Sí, hay más hombres directores, pero en los últimos años han aparecido muchas mujeres jóvenes que se han metido en la dirección y en la dramaturgia. No estamos en el peor momento, al contrario, están surgiendo muchas voces femeninas interesantes, aunque tal vez no todas las que deberíamos estar. De todos modos, en el mundo del teatro hay un territorio ganado en cuanto al respeto, la igualdad de sexos y el derecho de la mujer. Machismo hay en todas partes, también en las mujeres, pero creo que el teatro es un espacio cultural que habitamos personas un poco más libertarias o con cabezas más abiertas. O por lo menos intentamos que ese sea nuestro camino para ser artistas que construyan imágenes y metáforas de nosotros mismos, de la sociedad, del alma humana.

- ¿Cómo ve que se está ejerciendo el poder actualmente?

- Con mucho cinismo e impunidad, con mucha injusticia sobre un territorio ganado no en los últimos 12 años, sino desde el 83 hasta acá. Lo que acaba de ocurrir con las Fuerzas Armadas (el decreto mediante el cual el presidente Mauricio Macri amplió su autonomía) derogó un decreto del 84, de Alfonsín... estamos cada vez más cerca de la dictadura. Estoy muy preocupada por nuestro país, por todo lo que va apareciendo y por cómo se comunica: los Panamá Papers y las cuentas en Bahamas de Macri no tuvieron ninguna importancia en los medios hegemónicos como sí la tuvo Lázaro Báez, que fue una especie de hostigamiento. Está bien, que Báez vaya preso, pero que no lo usen como pantalla para tapar otras cosas. Estamos en manos de gente con mucho poder, empresarios aliados a los grandes poderes del mundo, y eso nos pone en peligro. Eso siento todos los días y lo lamento mucho porque tengo 68 años, pasé por muchos momentos muy duros de nuestro país, y lamento profundamente volver a sentir el desasosiego, la bronca y la impotencia de ver que están destruyendo una construcción dificilísima y costosísima, que es la democracia. Y realmente hablo del 83 para acá, no de los últimos 12 años, no me interesa el discurso de la pesada herencia.

La Fiesta Nacional del Teatro llega a su término hoy con un acto de cierre que se hará desde las 21 en el teatro San Martín, al que le seguirá la obra porteña “ADN” (ver descripción aparte.)

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios