Entre obras y quejas
La Fiesta Nacional del Teatro, que concluye hoy, transcurrió en dos planos distintos que se agudizaron en las últimas horas: por un lado, la celebración del arte escénico, con salas llenas y espectáculos para todos los gustos; y por el otro, las críticas y las quejas de los teatristas tucumanos a distintos aspectos de la organización, que eclosionaron con la confirmación del cierre de la única sala independiente del interior, La Red Lules, que priva a los elencos de un espacio de expresión y formación. A ello se suma que toda la programación (salvo la “Cantata Calchaquí”, en Amaicha) se desarrolló en la capital.

En lo estrictamente teatral, la jornada del viernes evidenció el abanico de ofertas que tuvo la Fiesta. Hubo parodia con “Las hijas idiotas”, del Chaco; realismo con “Algo de ruido hace”, de Mendoza; y absurdo con “Nuestras vacaciones”, de Chubut. El disfrute del público fue en espiral creciente entre las tres obras.

Políticamente incorrecta, “Las hijas...” se identifica con el teatro político, con referencias a la crisis de 2001. Problemas técnicos conspiraron contra el buen desarrollo de la función, pese al notorio esfuerzo actoral. “Algo...” nace del cuento de Jorge Luis Borges, “La intrusa”, y tiene un satisfactorio despliegue escénico e interpretativo, aunque al final le falta el empujón de un crescendo dramático. El postre fue “Nuestras...”, un entrañable texto sobre una pareja que está tan deteriorada como la playa que visita, con actuaciones enternecedoras y precisas. Los tres textos son de autores argentinos, lo que confirma otra tendencia del festival.

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