El respeto al otro encabeza los valores del clown

El respeto al otro encabeza los valores del clown

La docente porteña reivindica un arte consolidado en el gusto popular y de fuerte arraigo en la escena local.

EN CLASE. Cristina Moreira dirige a alumnos de clown durante el curso que dictó en Tucumán. Prensa FNT. EN CLASE. Cristina Moreira dirige a alumnos de clown durante el curso que dictó en Tucumán. Prensa FNT.
03 Junio 2016
“El clown se enseña con amor y confianza. Puede hacer lo que quiera, pero con valores y principios que son el respeto por el otro”, resume Cristina Moreira su pasión y compromiso artístico con esta disciplina teatral, a la que se dedica desde hace cuatro décadas y que la tiene como una de las máximas referentes en el país. Y cuando se le piden tres principios, habla de solidaridad, ternura e ingenuidad.

Moreira estuvo en Tucumán para una doble participación en la Fiesta Nacional de Teatro: dictó un taller cerrado y presentó su último libro, editado por el Instituto Nacional de Teatro, “La Comedia del Arte: teatro de artesanos”, en el que aborda la tradición de personajes del género.

- ¿Cómo definiría el clown?

- Es un arte escénico donde hombre o mujer están solos y sin más recurso que sus ojos vivos captando y desarrollando un hacer artístico expresivo, que llega a ser por momentos grotesco y en otros sensiblemente poético.

- ¿Cambió el modo de enseñarlo?

- La tarea ha ido cambiando permanentemente por las generaciones, las épocas, las tendencias; sin embargo, el núcleo sigue resultando atractivo. En los 80 había talleres asistemáticos y los que iban querían aprender a ser graciosos. Hoy, el clown es una materia curricular de licenciaturas y programas de formación en institutos terciarios, ya que se debe ejercitar el oficio de ser un hazmerreír. Los principios teóricos que sostiene mi trabajo están muy lejos de la técnica propiamente física, pero no la desplazan, sino que la enriquecen. Desde la práctica es por ensayo y error, con ejercitaciones en las que los alumnos se exponen al trabajo de resolver consignas escénicas propias a la espacialidad, la ficción, el criterio de realidad, el sentido común, la coherencia, la convicción y la credibilidad en su propuesta, el manejo de los objetos, el conflicto interno y el externo… Estoy trabajando en un proyecto de extensión universitaria, en el que preparo alumnos para el abordaje en escuelas.

- Su elección pedagógica es la escuela francesa de Jacques Lecoq, y a la Commedia dell’ Arte.

- Lecoq fue el creador del instrumento metodológico de la máscara neutra, fue quien ideó un programa de formación y capacitación del comediante a partir de su uso y de sus prácticas. La nariz roja del clown es una máscara y presupone que quien la porta es un payaso. A la Commedia dell’ Arte la contextualizamos en el renacimiento italiano, con un verdadero destape de los actores y del teatro popular, dejando atrás el medioevo y el teatro ligado a lo religioso. Es un renacer del hombre libre de prejuicios pero cuidadoso de las formas, que integra la música, la palabra en verso, el circo y la danza con una explosión de vitalidad y la celebración de la vida.

- ¿Lo transmite a sus obras?

- Los espectáculos que dirijo cumplen con la finalidad de la opinión pública, del éxito o fracaso de público y de crítica, y es el aire que respiro. La distancia entre el saber del arte y el arte en sí como un hecho es algo observable y motivo de reflexión y de creatividad de nuevos espacios y vínculos. Tengo un pensamiento humanista y busco valores; por eso los clásicos, la poesía, la belleza, el clown.

- ¿Hay alguna corriente o aporte argentino al género?

- Por supuesto que los hay, en especial desde los comienzos. La mayor parte de los jóvenes inquietos del inicio tenían formación en mímica. Los maestros autodidactas y fundadores de la primera escuela de Mimo Teatro en el país fueron Igon Lerchundy y Roberto Escobar, por quien estoy elaborando un homenaje ya que estoy muy dolida por su pérdida. Enseñaron cómo expresarse corporalmente desde la ilusión de la realidad, en la plástica del gesto, la dimensión del hombre en el espacio y en su circunstancia, su energía vital, la proyección del mundo interior y la respiración.

- ¿Hay una tradición del clown en el país?

- Sí. Fue el circo criollo el que gestó los inicios del teatro nacional, la familia Podestá dejó su impronta en nuestra tradición, y a ellos hay que referirse indefectiblemente cuando hacemos circo, clown y teatro popular. No debemos mirar la vida como una sumatoria de aportes tecnológicos. Somos una cadena de interdependencias. Siempre habrá alguien antes de nosotros que permitió que hoy podamos desarrollar un nuevo pensamiento. La emblemática figura de Pepino el 88, con su escoba de paja y su postura de un zanni de la Commedia dell’ Arte, es comparable con la icónica figura del Pierrot.

- ¿En qué estado se encuentra el desarrollo del clown en el país?

- Es una disciplina muy frecuentada, a veces demasiado en el sentido de que solo se intenta practicarla por curiosidad. Hay muchos jóvenes que llevan la insignia del clown como una forma de vida y resisten las insatisfacciones del presente desde su mundo payaso e irreverente. Cuando se pierde de vista el núcleo expresivo del personaje clown y no se plantea el cuándo, el por qué y el para qué, se convierte en una rutina mecánica como ir al gimnasio. Descubrir en él la potencialidad de sensibilizar al público es algo muy diferente y requiere una búsqueda artística sostenida en el tiempo. Así como se va al dentista para la salud bucal, los talleres de clown deben procurar no perder el foco. El parámetro es que la propuesta sea capaz de ser vista con ojos grandes por todos los niños del mundo. Asombrar a los que más se asombran.

- ¿Se emancipó del público infantil para ir hacia el adulto?

- A mi criterio, debe ser fiel al público infantil en primer lugar; luego, si cautiva a los adultos, tanto mejor. Es la única máscara del teatro que verdaderamente le habla a los niños, que son nuestro futuro.

- ¿Está de acuerdo con el trabajo de los clowns terapéuticos?

- Le hace mucho bien al paciente cuando se aparecen con sus colores y sus brazos abiertos y llenos de amor y comprensión. La aplicación en el campo de la salud es uno de los mejores atributos del lenguaje del clown; estoy fuertemente vinculada con Payamédicos y vivimos con gran entusiasmo la ley que salió en la provincia de Buenos Aires sobre la obligación de los hospitales públicos de contratar clowns para el área de pediatría.

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