El teatro comunitario llegó para refrescar el festival

El teatro comunitario llegó para refrescar el festival

“Salamanca tours”, la propuesta del grupo salteño Alas, centra el análisis en la importancia social del teatro antes que en el hecho artístico.

PROYECTO INMORAL. Un intendente corrupto quiere apropiarse de un terreno para montar un proyecto turístico capitalista en torno a la Salamanca. Prensa fnt. PROYECTO INMORAL. Un intendente corrupto quiere apropiarse de un terreno para montar un proyecto turístico capitalista en torno a la Salamanca. Prensa fnt.
02 Junio 2016
En todo festival hay obras que funcionan como revulsivo, en la definición del Diccionario de la Real Academia Española de Letras (“dicho de una persona o de una cosa: que provoca una reacción brusca, generalmente con efectos beneficiosos”). En la actual edición de la Fiesta Nacional de Teatro, que concluirá el domingo, “Salamanca tours” ocupó este lugar.

La obra del elenco salteño que integra el grupo Alas Teatro Comunitario impidió que el público que colmó el teatro Alberdi en la tarde del martes salga indiferente. Las virtudes de su propuesta no pueden marcarse dentro del esquema que venía desarrollándose. Muy lejos del teatro de producción tradicional (sea comercial, independiente, estatal, callejero o de cualquier otra naturaleza), hay principios propios que rigen la estética y la iniciativa comunitaria y que la identifican en términos de mecanismos de producción, lenguajes empleados, conformación de elencos y objetivos que tienen quienes impulsan e integran el proyecto.  

Por este motivo, es imposible enfocar la obra con los mismos criterios con que se analizan otras puestas de la Fiesta. Al contrario: “Salamanca tours” fue única en su idea y realización, y sacudió de ese modo con una fiesta popular llevada al escenario y, de allí, a toda la sala que jugó con una propuesta genuina, fresca, de fácil identificación y sincera en sus pretensiones. 

Lo artístico formal queda de lado, así como los gustos individuales. Que en vez de una escenografía clásica se haya regresado al telón pintado del siglo XIX es una demostración de la utilización de recursos netamente teatrales, lejos del artificio. Claro está que no hay uniformidad de nivel actoral ni de recursos técnicos vocales o escénicos, pero el teatro comunitario parte de otro registro, que es el aporte social que brinda en un ámbito determinado que hace que los problemas técnicos y los defectos artísticos sean irrelevantes.

La mejor síntesis provino del propio director del grupo, creado hace 10 años, Cristian Rodrigo Villarreal, en una entrevista con LA GACETA. “Nosotros vamos por otro lado: nuestros tiempos y nuestras formas artísticas apuestan a que mejoremos la calidad de vida y las experiencias de la gente. Lo más importante para nosotros es qué les pasa a las personas y al grupo antes que el espectáculo, que es una consecuencia de lo anterior”, afirma.

Acostumbrados a mostrar su trabajo en la calle, en escuelas, en plazas o en espacios no convencionales (el domingo estuvieron en El Piletón del parque Avellaneda), llevarlo a un teatro clásico fue un desafío especial. “Estamos felices de que todo haya salido tan bien, tan redondito”, admite, aliviado.

- Su propuesta es distinta de lo que se vino viendo.

- Es mágico lo que hacemos, fuera de todo lo tradicional. No es un grupo convencional con el cual ensayan unos meses y se estrena la obra. Acá entra uno al elenco, sale otro, se dan cuestiones sorprendentes... El azar hace que la obra termine como se ve. Por ejemplo, para el cura (personaje central) pasaron cuatro actores hasta que quedó uno. No está todo en manos del director. Trabajamos con una estética, pero vamos más allá y no estamos pensando en el que sabe mucho de teatro, sino en la abuela que nunca fue a ver una obra y se divierte, le gusta y quiere volver.

- ¿Esa particularidad se traslada a la toma de decisiones?

- Sí, lo nuestro es muy horizontal. Si una de las nenas me dice que algo no queda bien, lo respeto. Nunca impuse nada y cada experiencia es personal. Nos manejamos desde otro lado. También fuimos creciendo, la vara creció desde que comenzamos y llegamos a hacer giras con nuestra obra anterior, “Asentamiento”, que vamos a reponerla con varios cambios y más gente.

- Comenzaron en 2006...

- Eran pequeñitos cuando comenzamos y vino más gente desde entonces. En esta puesta somos 40, pero se están sumando más y para la próxima, el grupo será de 60 personas. Tenemos participantes desde los seis hasta los 60 años.

- En la obra denuncian la corrupción y las ambiciones personales, con un pueblo que resiste.

- Hay un discurso muy fuerte y una crítica dura a todas las instituciones: a la Iglesia, a la Policía y al Gobierno. A nuestro personaje central, Jacinto (quien se resiste a un proyecto de corte capitalista), lo ve el pueblo; el resto es imposible que lo vea.

- ¿Cómo fue la experiencia de selección en Salta?

- Nos sorprendió que nos eligieran. Fue algo histórico, porque es la primera vez que un grupo de teatro comunitario llega a un festival nacional. Esta vez fue la fiesta provincial donde más grupos se presentaron, y la primera vez que lo hicimos nosotros y ganamos. Había un jurado tucumano que nos apoyó, Guillermo Montilla Santillán. Sabemos que nuestro trabajo produce el efecto que causó en Tucumán en todos lados: la gente sale llorando, emocionada y divertida, tras recibir todo lo que queremos decir.

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