Entender los motivos del otro abre el camino a la paz

Entender los motivos del otro abre el camino a la paz

“Tierra del Fuego” se basa en un episodio del conflicto entre Israel y Palestina. Un terrorista y una sobreviviente.

CONFRONTADOS. Huerto Rojas Paz es Yael y Mario Ramírez, Hassán, en la obra que escribió Mario Diament. Prensa “Tierra del fuego”. CONFRONTADOS. Huerto Rojas Paz es Yael y Mario Ramírez, Hassán, en la obra que escribió Mario Diament. Prensa “Tierra del fuego”.
14 Mayo 2016

ESTRENAN HOY
• A las 22, en el Centro Cultural Virla de la UNT
(25 de Mayo 265).

La tragedia golpea muchas veces, no sólo cuando ocurre. Deja marcas en los cuerpos individuales y colectivos y plantea desafíos de cómo superarla y construir a partir de esa nueva situación. “Tierra del Fuego” aborda todos estos desafíos desde una ficción basada en un hecho real: la azafata israelí Yael Alón (es el nombre de ficción, ya que el original es Yulie Cohen) fue víctima de un atentado en el que murió su mejor amiga, y dos décadas después visita en una cárcel de Londres a Hassán el-Fawzi (se llama Fahad en la vida real), el autor del ataque ordenado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina, para intentar entender sus motivos y cerrar la herida.

La obra escrita por Mario Diament se estrenará esta noche en el Centro Cultural Virla de la UNT, con dirección de Leonardo Goloboff, y actuaciones de Huerto Rojas Paz, Mario Ramírez, Juan Tríbulo, Jorge García, Federico Cerisola y Regina Sáez.

Goloboff confiesa que se acercó a la obra con “la secreta esperanza de que interpretara e iluminara una de mis preocupaciones centrales: la aparente imposibilidad de lograr entendimiento y respeto entre Israel y los pueblos árabes; y no sólo no me defraudó sino que amplió mi mirada y le dio un sustento racional y emocional”.

“Nunca me creí capaz de arribar a un perdón profundo, visceral, ni sé si existe. Sí creo que puede existir la tendencia a perdonar como pulsión liberadora. Es posible entender al otro, llegar a la comprensión racional de las convicciones o las pasiones que lo mueven, y encontrar una síntesis que permita coexistir sin olvidar ni perdonar. Todo crimen político, si implica la eliminación del otro, carece de justificación en cualquier contexto. Creo que en la obra hay una suerte de parangón con la historia argentina de los 70, porque se padeció esa endemia y sus consecuencias todavía se manifiestan entre nosotros, a tal punto que la intolerancia y la agresión pueden reconocerse casi como un rasgo identitario de nuestra sociedad”, resalta.

El director admite que su mayor dificultad al montar la puesta fue “superar los miedos a exponer una realidad cruda y descarnada; polémica; opinable y atravesada por mucha subjetividad”. “Tuve que deshacerme de prejuicios y tratar de otorgar el mismo peso a las razones de ‘ambos bandos’ para que aparezca como verdad superadora la necesidad de una razón suprema, que pasa por la ansiada paz entre los pueblos”, precisa.

Los protagonistas

Rojas Paz reconoce que se emocionó hasta las lágrimas cuando leyó el texto. “Componer a Yael fue un desafío, porque pasa por diferentes instancias, momentos y situaciones de mucha sensibilidad. Lo hice principalmente desde el apasionamiento y la voluntad, en muchas horas de ensayo con compañeros que me ofrecieron un gran material humano”, afirma.

Acerca de la decisión de su personaje, señala: “el perdón no puede justificarse, se perdona o no se perdona; siempre es posible hacer el intento de entender al otro, lo que requiere el mayor esfuerzo en situaciones extremas como la guerra”. “Alcanzar la paz depende de muchos factores, y el hombre tiene un lado un poco oscuro, cruel, que no puede negar y muchas veces tampoco aplacar. Creo que debería partir de intentar entender al otro, escuchar, dialogar, y verse en el otro”, asevera.

Ramírez califica de “magnética” a la obra: “tiene una temática fuerte y busca instalar preguntas más que respuestas”. Su Hassán surgió de “un acercamiento desde el cuerpo y la emoción a conceptos que sólo conocía intelectualmente, y el personaje apareció en el hacer, siempre acompañado, apoyado y exigido por el director”.

“No puedo justificar un crimen político, ni de ningún otro tipo. Puedo tratar de comprender las circunstancias y las razones en juego, pero no podría avalar ningún acto que atente contra la vida de una persona. Tratar de entender ya es un paso hacia la paz, y está en nuestras manos, aunque parezca imposible por las razones ocultas de las guerras”, sostiene.


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