12 Abril 2016
Cristina se instaló “tranquila” en Buenos Aires
Luego de mas de cuatro meses, la ex jefa de Estado regresó a Buenos Aires donde mañana deberá declarar ante la Justicia Federal en la causa originada por la venta de dólares a futuro que llevó a cabo el Banco Central durante su gestión. Tanto a su partida desde El Calafate, como a su llegada a la Capital Federal, tuvo el apoyo de militantes “K” que la emocionaron.
LA PARTIDA. Visiblemente emocionada, la ex presidenta, Cristina Fernández, saluda a sus seguidores en El Calafate. telam
BUENOS AIRES.- La ex presidenta Cristina Fernández arribó anoche alrededor de las 22 a esta capital procedente de la ciudad santacruceña de El Calafate, de cara a la citación judicial prevista para mañana en el marco de la causa por irregularidades en la venta de dólares a futuro.
El avión de Aerolíneas Argentina que trajo a la ex mandataria aterrizó en el aeroparque metropolitano, donde la esperaban militantes de distintos espacios del kirchnerismo que se ubicaron sobre la avenida Costanera, en medio de un fuerte operativo de seguridad.
Cristina se trasladó a su departamento en el barrio de Recoleta, en Juncal y Uruguay, donde también la esperaba un grupo de militantes para darle la bienvenida.
Según clarín.com, durante las tres horas de vuelo fue contundente en su negativa de hablar con la prensa. Viajó acompañada por dos de sus secretarios y dos custodios.
Con un pantalón negro, botas haciendo juego y un sweter color natural, Cristina se despidió de su “lugar en el mundo”. Volvió a mostrarse arreglada en contraposición a los videos que se difundieron de ella fuera del poder, a cara lavada y más informal.
No se levantó de su asiento, 4 F de clase turista, durante todo el vuelo. Leyó por varios instantes y cuando el Boeing 737-700 alcanzó su altura crucero, distendida y siempre atenta a la prensa que viajó cerca de ella, Cristina pasó parte del vuelo charlando con sus secretarios.
Al menos seis pasajeros se acercaron a ella para pedirle una fotografía a las que accedió sin problema. A los turistas les preguntó si les había gustado el Glaciar Perito Moreno, y las charlas no fueron más allá.
Una hora después que el avión de la Línea de Bandera despegó de El Calafate, la ex Presidenta accedió a tomar un té y comer un sándwich de miga. Las conversaciones con sus secretarios, en tono imperceptible y tapándose de a momentos la boca, tuvieron varios momentos de risas. Esta vez la ex Presidenta viajó sin sus hijos. El diputado Máximo Kirchner estuvo en Río Gallegos durante el fin de semana, mientras que su hermana Florencia se encuentra en Capital Federal. Al igual que en diciembre, la ex mandataria viajó con su caniche toy Lola con la que jugó unos minutos en el primer tramo del vuelo.
Cristina se mostró de buen humor antes del despegue. “Estoy muy bien, tranquila, por qué no debería estarlo”, afirmó a Clarín en un breve diálogo.
“¿Por qué no debería estarlo?”, se preguntó, mientras acariciaba a su perrita, caniche mini toy, que también voló con ella el 10 de diciembre de 2015, cuando dejó el poder y se recluyó en Santa Cruz.
La ex Presidenta partió en el vuelo 1.893 de Aerolíneas Argentinas a las 19.25, y poco antes de emprender viaje un centenar de manifestantes la despidió en el aeropuerto tras acompañarla en una caravana de vehículos.
Cristina dejó su casa de El Calafate a las 18.10 en medio de un férreo operativo de seguridad que se sumó a un improvisado “cerco” montado por militantes y vecinos, que provocó algunos incidentes con la prensa.
Vestida con remera blanca, un chal y sin sus habituales anteojos oscuros, Cristina -visiblemente emocionada- saludó a los manifestantes desde el vehículo, un Renault Megane color champagne, y junto a la comitiva partió a paso lento entre la gente escoltada por dos Ford Ranger que componen la custodia. Los vehículos transitaron los 22 kilómetros desde la ciudad al aeropuerto acompañados por una caravana, mientras en la entrada se hallaba otro centenar de manifestantes para brindarle una despedida.
Restaba media hora de viaje y dejando la lectura de lado, se tomó unos minutos para retocarse el maquillaje. Sabía que en Capital Federal las cámaras estarían atentas a ella y se reencontraría con su militancia, tras dejar el poder.
Cuando el avión comenzó a descender la ex Presidenta fijó su mirada sobre las luces de la ciudad, hace mucho tiempo que no realizaba este trayecto y por segunda vez desde que dejó su cargo, se trasladó en un vuelo regular.
Dejó el Sur y pese al buen humor que buscó reflejar durante el viaje, la molestia ante cualquier referencia que la prensa le realizó sobre su situación judicial, no la pudo ocultar. “Basta”, dijo taxativa y con eso marcó la pauta que no iba a hablar. Anoche a las 22,46 se instaló en su departamento de Recoleta. (clarin.com.-DyN)
El avión de Aerolíneas Argentina que trajo a la ex mandataria aterrizó en el aeroparque metropolitano, donde la esperaban militantes de distintos espacios del kirchnerismo que se ubicaron sobre la avenida Costanera, en medio de un fuerte operativo de seguridad.
Cristina se trasladó a su departamento en el barrio de Recoleta, en Juncal y Uruguay, donde también la esperaba un grupo de militantes para darle la bienvenida.
Según clarín.com, durante las tres horas de vuelo fue contundente en su negativa de hablar con la prensa. Viajó acompañada por dos de sus secretarios y dos custodios.
Con un pantalón negro, botas haciendo juego y un sweter color natural, Cristina se despidió de su “lugar en el mundo”. Volvió a mostrarse arreglada en contraposición a los videos que se difundieron de ella fuera del poder, a cara lavada y más informal.
No se levantó de su asiento, 4 F de clase turista, durante todo el vuelo. Leyó por varios instantes y cuando el Boeing 737-700 alcanzó su altura crucero, distendida y siempre atenta a la prensa que viajó cerca de ella, Cristina pasó parte del vuelo charlando con sus secretarios.
Al menos seis pasajeros se acercaron a ella para pedirle una fotografía a las que accedió sin problema. A los turistas les preguntó si les había gustado el Glaciar Perito Moreno, y las charlas no fueron más allá.
Una hora después que el avión de la Línea de Bandera despegó de El Calafate, la ex Presidenta accedió a tomar un té y comer un sándwich de miga. Las conversaciones con sus secretarios, en tono imperceptible y tapándose de a momentos la boca, tuvieron varios momentos de risas. Esta vez la ex Presidenta viajó sin sus hijos. El diputado Máximo Kirchner estuvo en Río Gallegos durante el fin de semana, mientras que su hermana Florencia se encuentra en Capital Federal. Al igual que en diciembre, la ex mandataria viajó con su caniche toy Lola con la que jugó unos minutos en el primer tramo del vuelo.
Cristina se mostró de buen humor antes del despegue. “Estoy muy bien, tranquila, por qué no debería estarlo”, afirmó a Clarín en un breve diálogo.
“¿Por qué no debería estarlo?”, se preguntó, mientras acariciaba a su perrita, caniche mini toy, que también voló con ella el 10 de diciembre de 2015, cuando dejó el poder y se recluyó en Santa Cruz.
La ex Presidenta partió en el vuelo 1.893 de Aerolíneas Argentinas a las 19.25, y poco antes de emprender viaje un centenar de manifestantes la despidió en el aeropuerto tras acompañarla en una caravana de vehículos.
Cristina dejó su casa de El Calafate a las 18.10 en medio de un férreo operativo de seguridad que se sumó a un improvisado “cerco” montado por militantes y vecinos, que provocó algunos incidentes con la prensa.
Vestida con remera blanca, un chal y sin sus habituales anteojos oscuros, Cristina -visiblemente emocionada- saludó a los manifestantes desde el vehículo, un Renault Megane color champagne, y junto a la comitiva partió a paso lento entre la gente escoltada por dos Ford Ranger que componen la custodia. Los vehículos transitaron los 22 kilómetros desde la ciudad al aeropuerto acompañados por una caravana, mientras en la entrada se hallaba otro centenar de manifestantes para brindarle una despedida.
Restaba media hora de viaje y dejando la lectura de lado, se tomó unos minutos para retocarse el maquillaje. Sabía que en Capital Federal las cámaras estarían atentas a ella y se reencontraría con su militancia, tras dejar el poder.
Cuando el avión comenzó a descender la ex Presidenta fijó su mirada sobre las luces de la ciudad, hace mucho tiempo que no realizaba este trayecto y por segunda vez desde que dejó su cargo, se trasladó en un vuelo regular.
Dejó el Sur y pese al buen humor que buscó reflejar durante el viaje, la molestia ante cualquier referencia que la prensa le realizó sobre su situación judicial, no la pudo ocultar. “Basta”, dijo taxativa y con eso marcó la pauta que no iba a hablar. Anoche a las 22,46 se instaló en su departamento de Recoleta. (clarin.com.-DyN)
NOTICIAS RELACIONADAS