30 Marzo 2016
SÍMBOLOS. El San Antonio y las galerías coloniales, emblemas de la Escuela Sarmiento. FOTO ARCHIVO
Tan emblemático como el San Antonio, tan ligado a la historia de la institución como la campana que hacía sonar para llamar a clases, tan recordado como la corzuela o la tortuga que vivía en los canteros, Rómulo Medina era parte de la Escuela Sarmiento y un personaje querido por generaciones de "sarmientinas", desde 1949 hasta hace 10 años.
Nadie lo conocía por su nombre, para todas era "el Lorito" y el recuerdo de su saludo y despedida al pasar por la puerta de Rivadavia 29 quedará en la memoria de alumnas, profesores y directivos. El "Lorito" Medina falleció ayer y hoy lo velan en una sala de San Martín primera cuadra. Pese a que estaba retirado, las ex alumnas lo recordaron hoy en las redes sociales y enviaron mensajes de solidaridad a su familia.
"Fue una figura emblemática de la escuela, mucho más que un portero o un no docente. Con un gran valor humano y su pertenencia al proyecto educativo de la escuela, era capaz de educar con el afecto y con el ejemplo, aunque él no considerara eso como un acto educativo, sí lo era", contó Marta Juárez de Tuzza, que fue alumna, docente y directora de la Sarmiento.
El apodo le quedó por su costumbre de llamar "loritos" a las alumnas, y se trasladó también al otro portero querido de la escuela, "el Lorito Suárez".
Durante años, fue el guardián de las llaves, el que estaba en la puerta desde temprano para recibir a las alumnas, el que tocaba la campana al comienzo del día y para salir al recreo. Cuando era más joven, acompañaba a las chicas a los campamentos, recordó Juárez de Tuzza.
Desde 1992, también se había hecho cargo de atender el kiosco durante el turno tarde, cuando se retiró Don Valentín, otro de los personajes emblemáticos de la escuela.
"Nuestro 'Lorito' nos regaló el privilegio de crecer al amparo de símbolos tan vigorosos, tan fuertes, tan abrazadores: él, el 'Lorito 1', don Valentín, las ramas del San Antonio, la corzuela que atravesaba el patio, la tortuga, la señorita María Elena y sigue la memoria. Y él fue un privilegiado, también: un duende que supo poblar la vida diaria de centenares de infancias", escribió Nora Lía Jabif, en recuerdo del portero que fue parte de la historia sarmientina.
"Adiós, Lorito. Te recordaré con el mismo cariño que nos brindaste toda nuestra infancia", firmó "una sarmientina" en la página de Facebook de las egresadas Escuela Sarmiento.
Nadie lo conocía por su nombre, para todas era "el Lorito" y el recuerdo de su saludo y despedida al pasar por la puerta de Rivadavia 29 quedará en la memoria de alumnas, profesores y directivos. El "Lorito" Medina falleció ayer y hoy lo velan en una sala de San Martín primera cuadra. Pese a que estaba retirado, las ex alumnas lo recordaron hoy en las redes sociales y enviaron mensajes de solidaridad a su familia.
"Fue una figura emblemática de la escuela, mucho más que un portero o un no docente. Con un gran valor humano y su pertenencia al proyecto educativo de la escuela, era capaz de educar con el afecto y con el ejemplo, aunque él no considerara eso como un acto educativo, sí lo era", contó Marta Juárez de Tuzza, que fue alumna, docente y directora de la Sarmiento.
El apodo le quedó por su costumbre de llamar "loritos" a las alumnas, y se trasladó también al otro portero querido de la escuela, "el Lorito Suárez".
Durante años, fue el guardián de las llaves, el que estaba en la puerta desde temprano para recibir a las alumnas, el que tocaba la campana al comienzo del día y para salir al recreo. Cuando era más joven, acompañaba a las chicas a los campamentos, recordó Juárez de Tuzza.
Desde 1992, también se había hecho cargo de atender el kiosco durante el turno tarde, cuando se retiró Don Valentín, otro de los personajes emblemáticos de la escuela.
"Nuestro 'Lorito' nos regaló el privilegio de crecer al amparo de símbolos tan vigorosos, tan fuertes, tan abrazadores: él, el 'Lorito 1', don Valentín, las ramas del San Antonio, la corzuela que atravesaba el patio, la tortuga, la señorita María Elena y sigue la memoria. Y él fue un privilegiado, también: un duende que supo poblar la vida diaria de centenares de infancias", escribió Nora Lía Jabif, en recuerdo del portero que fue parte de la historia sarmientina.
"Adiós, Lorito. Te recordaré con el mismo cariño que nos brindaste toda nuestra infancia", firmó "una sarmientina" en la página de Facebook de las egresadas Escuela Sarmiento.
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