Después de dirigir “El tiempo de las mandarinas” (de Rafael Nofal), que fue uno de los éxitos teatrales de 2014, Jorge de Lassaletta se puso a buscar una obra para el mismo elenco femenino, que había recibido elogios de público y crítica. Finalmente, la encontró: la propuesta que ensaya en estos días con algunas de esas actrices y otras figuras que se sumaron, redobla el esfuerzo escénico. “Las mujeres de los nazis” (de Héctor Levy-Daniel) son tres historias diferentes, basadas en personajes femeninos que se vincularon con Hitler y otros jerarcas de aquel régimen. Se estrenará el jueves 7 de abril en El Árbol de Galeano.
“Es un tríptico integrado por tres obras, cada
una protagonizada por una mujer: La inquietud de la señora Goebbels, La
convicción de Irma Grese y El dilema de Geli Raubal. Encontré que estas mujeres
han sido captadas o forzadas, o directamente pervertidas para pertenecer a ese
sistema. Levy-Daniel plantea un teatro político a partir de individuos –explicó
Lassaletta-. No tiene que ver con un teatro panfletario sino que muestra
situaciones donde el personaje se revela. Las obras son muy distintas. Parecen
de diferentes autores. Pero no es un teatro pasatista ni de imágenes sino
denso, lleno de contenido, con
estructuras dramáticas clásicas. Hay una muy brechtiana: tres monólogos
intercalados”.
Lassaletta mencionó
que la mujer de Goebbels era la primera dama del Reich. “Goebbels fue el
primero que hizo esa clase de manipulación masiva para que gane un candidato
–recordó-. Su mujer fue la imagen de la familia del Tercer Reich. Es la que
mató finalmente a sus hijos porque no concebía que vivieran en otro contexto y
también para que no cayeran en manos de los rusos. Como Medea, mata a los hijos
y después se mata ella. Aquí el espíritu del totalitarismo está expresado a
través de frases grandilocuentes y grandes himnos, pero encierra un vacío. Lo
que hace es destruir”.
La
intención del autor –que es argentino- es relacionar el nazismo con la
dictadura militar, a través de motivos comunes. La obediencia debida, las cosas
que pasaban en la familia, como el “no te metás” o el famoso “por algo será”,
la actitud de no ver o de justificar, y directamente el ocultamiento. “Pienso
en mi ambiente de teatro y en las acusaciones que se lanzan de
‘colaboracionista’. Cuando hay un sistema de miedo, sale a relucir lo peor de
las personas”, dijo el director.
- ¿Presenta a la mujer como víctima de la
manipulación?
- No las
muestra como inocentes, pero sí de una manera en que el espectador las
comprende. Incluso al personaje de Irma Grese, conocida como "la perra de
Auschwitz", que es una perversa de 19 años que estaba al lado de (Joseph) Menguele,
que se creía dios (fue un médico que asesinó a miles de prisioneros judíos,
experimentando con ellos y sometiéndolos a crueles torturas). El hecho de que
sean mujeres permite que uno vea la "humanidad" de los hechos, que
siempre tienen un marco masculino. La tercera mujer es Geli Raubal, sobrina de
Hitler, que mantuvo con él una relación amorosa. Fue un amor que surgió cuando
ella era una niña. Había casi 20 años de diferencia entre ambos. La entregadora
es la madre, Angela, hermana de Hitler. En esa historia hay algo perverso
parecido a la trata de personas.
La ficción
teatral muestra a la señora Goebbles en un encuentro, después de muerta, en un
tren, con su primer novio. Un judío que sería uno de los fundadores de Tel Aviv
y que murió asesinado allí por agentes alemanes. Antes él había intentado
asesinar a su gran amor, al enterarse de que ella se casaba con Goebbels. Es
una obra sobre el tiempo, también. Aparecen recuerdos y cosas que creen
acordarse.
El elenco,
por orden de aparición, se integra con Lilian Mirkin, Fabián Bonilla, Tuly
López, Ayelén Ormaechea, Kika Valero y Brahim Apud Carrillo. El vestuario es de
Sandra Mora, la escenografía de José Jiménez y el sonido de Roberto Ortega.