21 Marzo 2016
En Villa Cura Brochero la fe por el santo gaucho lo tiñe todo
El periodista cordobés Marcelo Androetto, coautor de “Nico, el milagro de Brochero”, reconstruyó para LA GACETA el clima en el que los habitantes de Villa Cura Brochero recibieron la noticia de que “su” cura será santo en el mes de octubre. El 16 de marzo, 700 jinetes y 300 peregrinos de a pie atravesaron esas sierras que tantas veces desandó el cura gaucho.
DEVOCIÓN. El 16 de marzo, en el 176 aniversario de Brochero, los vecinos de las sierras de Córdoba llenaron las calles de la otora “Villa del Tránsito”. fotos de marcelo andruetto
VILLA CURA BROCHERO (CÓRDOBA) (Por Marcelo Androetto, especial para LA GACETA) – “He podido pispear (presentir) que quedaré para siempre en el corazón de los serranos”. La intuición de José Gabriel del Rosario Brochero se cumplió con creces: no sólo ha permanecido vivo de generación en generación en la memoria de los habitantes de Traslasierra, en el oeste de la provincia de Córdoba, sino que a partir del 16 de octubre será reconocido en todo el mundo como santo de la Iglesia Católica.
El pasado martes, antes que despuntara el día en la apacible Villa Cura Brochero, un centenar de feligreses esperaban, desgranando las cuentas del rosario, la novedad que debía llegar allende el Atlántico: finalmente, un mensaje de voz vía WhatsApp enviado por Monseñor Santiago Olivera y propalado por un parlante portátil, informó acerca de la fecha en que el primer santo “totalmente” argentino llegará a los altares. Ese domingo, el Papa presidirá en Roma la ceremonia de canonización del “Cura Gaucho”. Será un santo a la medida de Francisco: un “pastor con olor a oveja”, según el modelo de sacerdocio que pregona a destajo el Papa. Se tratará de una ceremonia con marcado acento latinoamericano, ya que además del cordobés Brochero, el “cristero” mexicano José Sánchez del Río también será proclamado santo ese día en la Plaza de San Pedro.
La confirmación de la fecha y el lugar del esperado acontecimiento –la causa había sido iniciada en 1968- viajó a Córdoba desde el Vaticano en vísperas de la fiesta del beato Brochero, el 16 de marzo, en el 176 aniversario de su natalicio, en el pueblo homónimo.
Con Brochero a la par
El momento más colorido estuvo dado por el arribo a la plaza central de 700 jinetes montados sobre caballos y mulas, además de casi 300 peregrinos de a pie, que atravesaron las Sierras Grandes por el mismo camino que utilizaba en el siglo XIX el Cura Brochero para llevar a sus feligreses a Córdoba, a fin de participar de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.
“Fue una experiencia increíble, tanto espiritual como humana, por el grupo que se formó”, señala Josefina, boina roja en su cabeza y una bandera argentina sobre su espalda, y quebrada hasta las lágrimas por la emoción. Oriunda de Villa María, y debutante absoluta en la Cabalgata Brocheriana, ya el año pasado cruzó los Andes, también con una mula y un caballo de tiro como acompañantes. “Pero esta vez fue distinto, por el ‘factor Brochero’”, añade.
Pablo, de Villa Carlos Paz, afirma que se inscribió junto con dos amigos en la cabalgata “más que nada por el desafío” que conlleva, aunque reconoce otra motivación: agradecerle al “Cura Gaucho”, a quien le había pedido por su padre enfermo, ahora mucho mejor de salud. Y destacó los “sorprendentes paisajes” que se pueden ver a lo largo de los 170 kilómetros desandados, que incluyeron algún que otro peligroso desfiladero.
La cabalgata arrancó el jueves anterior en la Plaza San Martín de Córdoba capital, y cerró el martes siguiente en Villa Cura Brochero. Seis días y cinco noches, con campamentos en los que no faltó el tradicional fogón, pero tampoco las misas y procesiones de campaña.
El número de participantes en la cabalgata que se realiza desde 1997 repuntó en los últimos cuatro años. Y en esta edición, bajo el influjo de la inminente canonización de Brochero, se rompieron todos los récords, sobre todo en cuanto a cantidad de peregrinos de a pie. Para Santiago Pfaffen, periodista especializado en información religiosa del Canal 12 de Córdoba, una clave del éxito es el trabajo que realiza la Capellanía Policial: 12 efectivos colaboraron como “consejeros” espirituales de jinetes y peregrinos.
La Fiesta Patronal tuvo su punto fuerte en una misa al aire libre, con altar frente a la plaza y la gente agrupada en diferentes sectores de la misma, para protegerse del todavía impiadoso sol de marzo. Después de la misa, llegó la procesión con la imagen del futuro santo por las calles del pueblo, en su mayoría de tierra.
En la mañana de este 16 de marzo se produjo un emotivo encuentro entre las familias de Nicolás Flores y Camila Brusotti, los niños que, según la Iglesia Católica, fueron curados por la intercesión del “Cura Gaucho”.
Osvaldo Flores y Sandra Violino, los padres de Nico –oriundos de Traslasierra y residentes en Córdoba capital-, y Raúl Ríos y Marina Bertaggia, los abuelos maternos de Camila -que llegaron de San Juan- se abrazaron y se emocionaron hasta las lágrimas al conocerse, en un pequeño despacho ubicado en la sacristía del santuario de Villa Cura Brochero.
También estaba el ahora adolescente Nico, quien cuando era un bebé de 11 meses sufrió varios paros cardíacos y lesiones craneanas graves como producto de un accidente de tránsito en el que falleció su abuelo materno.
Camila, en cambio, se quedó en San Juan con su padre. Dos años y medio atrás, la niña de 10 años padeció también lesiones craneanas graves como consecuencia de una feroz golpiza. Su padrastro y su madre están detenidos en San Juan, a la espera de un juicio oral y público para dilucidar su responsabilidad en el hecho.
Nico y Camila tienen en común no solo el tipo de lesión sufrida en la cabeza: compartieron el diagnóstico de vida vegetativa. La evolución y recuperación de ambos fueron inexplicables desde lo científico, argumentaron sendos tribunales médicos en el Vaticano. En medio de la desesperación, tanto el padre de Nico como el abuelo de Camila recurrieron a Brochero, le imploraron por su intercesión.
“Cuando tomé en cuenta que la vida de mi hijo se apagaba, fue ahí que golpea en mi pecho la angustia por la que nace la necesidad de rogarle al Cura Brochero que me lo salve”, narra Flores en el libro “Nico, el Milagro de Brochero”, escrito por este periodista en conjunto con la madre del niño.
“Apareció un cuadro de Brochero que alguien había traído a casa y me dije: ‘Yo no lo fui a buscar a Brochero, vino Brochero a mi casa, capaz que como buen gaucho que es, me cura a mi nieta. Y más adelante le dije a mi esposa: ‘Camila es el milagro para que Brochero sea santo’, y empezó a mejorar y mejorar”, relata en tanto Ríos.
Como la peperina
Brochero nació en las cercanías de Villa Santa Rosa de Río Primero, 90 kilómetros al noreste de Córdoba capital. Ya ordenado sacerdote, en 1869 es designado cura párroco de San Alberto, con sede en el pueblo de San Pedro. Y enseguida se pone mano a la obra: edifica iglesias, capillas y escuelas. Pero, consciente de la postergación en la que se encontraba el oeste provincial, convoca a los lugareños para abrir caminos y construir acequias y canales de riego, y gestiona en Buenos Aires una estafeta telegráfica y una oficina de correos. También presenta al gobernador de Córdoba sus proyectos para la instalación de una línea ferroviaria que una las localidades de Villa Dolores y Soto, en busca de un mayor progreso para la región, una obra aún no concretada pese a una ley ya aprobada. Este cariz social de Brochero, convive con su perfil humano: supo hacerse uno en el lenguaje con los serranos, aunque esto implicara utilizar malas palabras, y no hacía diferencias a la hora de salir a buscar a sus feligreses: en mula o a caballo. Daba igual que entre sus moradores hubiera “bandidos”, él aceptaba unos mates y se ponía a conversar con ellos hasta convencerlos de que se acercaran a participar de los retiros espirituales en la casa que construyó a tal efecto en la otrora Villa del Tránsito, actualmente Villa Cura Brochero. En la última fiesta patronal no podía faltar, enarbolada por las alumnas del colegio Brizuela de Villa Dolores, una frase de autoría del Papa Francisco: “Que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en nuestro corazón”. El 16 de octubre, el Cura Gaucho y su mula “Malacara” se harán universalmente conocidos.
El pasado martes, antes que despuntara el día en la apacible Villa Cura Brochero, un centenar de feligreses esperaban, desgranando las cuentas del rosario, la novedad que debía llegar allende el Atlántico: finalmente, un mensaje de voz vía WhatsApp enviado por Monseñor Santiago Olivera y propalado por un parlante portátil, informó acerca de la fecha en que el primer santo “totalmente” argentino llegará a los altares. Ese domingo, el Papa presidirá en Roma la ceremonia de canonización del “Cura Gaucho”. Será un santo a la medida de Francisco: un “pastor con olor a oveja”, según el modelo de sacerdocio que pregona a destajo el Papa. Se tratará de una ceremonia con marcado acento latinoamericano, ya que además del cordobés Brochero, el “cristero” mexicano José Sánchez del Río también será proclamado santo ese día en la Plaza de San Pedro.
La confirmación de la fecha y el lugar del esperado acontecimiento –la causa había sido iniciada en 1968- viajó a Córdoba desde el Vaticano en vísperas de la fiesta del beato Brochero, el 16 de marzo, en el 176 aniversario de su natalicio, en el pueblo homónimo.
Con Brochero a la par
El momento más colorido estuvo dado por el arribo a la plaza central de 700 jinetes montados sobre caballos y mulas, además de casi 300 peregrinos de a pie, que atravesaron las Sierras Grandes por el mismo camino que utilizaba en el siglo XIX el Cura Brochero para llevar a sus feligreses a Córdoba, a fin de participar de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.
“Fue una experiencia increíble, tanto espiritual como humana, por el grupo que se formó”, señala Josefina, boina roja en su cabeza y una bandera argentina sobre su espalda, y quebrada hasta las lágrimas por la emoción. Oriunda de Villa María, y debutante absoluta en la Cabalgata Brocheriana, ya el año pasado cruzó los Andes, también con una mula y un caballo de tiro como acompañantes. “Pero esta vez fue distinto, por el ‘factor Brochero’”, añade.
Pablo, de Villa Carlos Paz, afirma que se inscribió junto con dos amigos en la cabalgata “más que nada por el desafío” que conlleva, aunque reconoce otra motivación: agradecerle al “Cura Gaucho”, a quien le había pedido por su padre enfermo, ahora mucho mejor de salud. Y destacó los “sorprendentes paisajes” que se pueden ver a lo largo de los 170 kilómetros desandados, que incluyeron algún que otro peligroso desfiladero.
La cabalgata arrancó el jueves anterior en la Plaza San Martín de Córdoba capital, y cerró el martes siguiente en Villa Cura Brochero. Seis días y cinco noches, con campamentos en los que no faltó el tradicional fogón, pero tampoco las misas y procesiones de campaña.
El número de participantes en la cabalgata que se realiza desde 1997 repuntó en los últimos cuatro años. Y en esta edición, bajo el influjo de la inminente canonización de Brochero, se rompieron todos los récords, sobre todo en cuanto a cantidad de peregrinos de a pie. Para Santiago Pfaffen, periodista especializado en información religiosa del Canal 12 de Córdoba, una clave del éxito es el trabajo que realiza la Capellanía Policial: 12 efectivos colaboraron como “consejeros” espirituales de jinetes y peregrinos.
La Fiesta Patronal tuvo su punto fuerte en una misa al aire libre, con altar frente a la plaza y la gente agrupada en diferentes sectores de la misma, para protegerse del todavía impiadoso sol de marzo. Después de la misa, llegó la procesión con la imagen del futuro santo por las calles del pueblo, en su mayoría de tierra.
En la mañana de este 16 de marzo se produjo un emotivo encuentro entre las familias de Nicolás Flores y Camila Brusotti, los niños que, según la Iglesia Católica, fueron curados por la intercesión del “Cura Gaucho”.
Osvaldo Flores y Sandra Violino, los padres de Nico –oriundos de Traslasierra y residentes en Córdoba capital-, y Raúl Ríos y Marina Bertaggia, los abuelos maternos de Camila -que llegaron de San Juan- se abrazaron y se emocionaron hasta las lágrimas al conocerse, en un pequeño despacho ubicado en la sacristía del santuario de Villa Cura Brochero.
También estaba el ahora adolescente Nico, quien cuando era un bebé de 11 meses sufrió varios paros cardíacos y lesiones craneanas graves como producto de un accidente de tránsito en el que falleció su abuelo materno.
Camila, en cambio, se quedó en San Juan con su padre. Dos años y medio atrás, la niña de 10 años padeció también lesiones craneanas graves como consecuencia de una feroz golpiza. Su padrastro y su madre están detenidos en San Juan, a la espera de un juicio oral y público para dilucidar su responsabilidad en el hecho.
Nico y Camila tienen en común no solo el tipo de lesión sufrida en la cabeza: compartieron el diagnóstico de vida vegetativa. La evolución y recuperación de ambos fueron inexplicables desde lo científico, argumentaron sendos tribunales médicos en el Vaticano. En medio de la desesperación, tanto el padre de Nico como el abuelo de Camila recurrieron a Brochero, le imploraron por su intercesión.
“Cuando tomé en cuenta que la vida de mi hijo se apagaba, fue ahí que golpea en mi pecho la angustia por la que nace la necesidad de rogarle al Cura Brochero que me lo salve”, narra Flores en el libro “Nico, el Milagro de Brochero”, escrito por este periodista en conjunto con la madre del niño.
“Apareció un cuadro de Brochero que alguien había traído a casa y me dije: ‘Yo no lo fui a buscar a Brochero, vino Brochero a mi casa, capaz que como buen gaucho que es, me cura a mi nieta. Y más adelante le dije a mi esposa: ‘Camila es el milagro para que Brochero sea santo’, y empezó a mejorar y mejorar”, relata en tanto Ríos.
Como la peperina
Brochero nació en las cercanías de Villa Santa Rosa de Río Primero, 90 kilómetros al noreste de Córdoba capital. Ya ordenado sacerdote, en 1869 es designado cura párroco de San Alberto, con sede en el pueblo de San Pedro. Y enseguida se pone mano a la obra: edifica iglesias, capillas y escuelas. Pero, consciente de la postergación en la que se encontraba el oeste provincial, convoca a los lugareños para abrir caminos y construir acequias y canales de riego, y gestiona en Buenos Aires una estafeta telegráfica y una oficina de correos. También presenta al gobernador de Córdoba sus proyectos para la instalación de una línea ferroviaria que una las localidades de Villa Dolores y Soto, en busca de un mayor progreso para la región, una obra aún no concretada pese a una ley ya aprobada. Este cariz social de Brochero, convive con su perfil humano: supo hacerse uno en el lenguaje con los serranos, aunque esto implicara utilizar malas palabras, y no hacía diferencias a la hora de salir a buscar a sus feligreses: en mula o a caballo. Daba igual que entre sus moradores hubiera “bandidos”, él aceptaba unos mates y se ponía a conversar con ellos hasta convencerlos de que se acercaran a participar de los retiros espirituales en la casa que construyó a tal efecto en la otrora Villa del Tránsito, actualmente Villa Cura Brochero. En la última fiesta patronal no podía faltar, enarbolada por las alumnas del colegio Brizuela de Villa Dolores, una frase de autoría del Papa Francisco: “Que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en nuestro corazón”. El 16 de octubre, el Cura Gaucho y su mula “Malacara” se harán universalmente conocidos.
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