14 Febrero 2016
BUEN RECUERDO. Juan Manuel Azconzábal tiene el mejor de los conceptos de su colega “xeneize”. la gaceta / foto de diego aráoz (archivo)
Las páginas de la historia que vincula a Juan Manuel Azconzábal con Rodolfo Arruabarrena están desperdigadas por el mundo.
Si la contamos en orden cronológico, la primera fue escrita en Euskadi, la comunidad autónoma española donde nacieron los antepasados de ambos técnicos que, no por nada, son apodados como “Vascos”. “Por algo soy vasco y tengo sangre vasca”, llegó a decir el entrenador de Boca por su calentura cuando su equipo quedó afuera de la Copa Libertadores.
“Somos vascos y entrenadores los dos, no tengo mucho más para decir”, acotó el técnico de Atlético.
Otra de las páginas se escribió en la Toscana, más precisamente en la ciudad italiana de Viareggio. Allí, concentró el plantel del seleccionado argentino sub 17 en el Mundial de Italia 1991. Azconzábal y Arruabarrena no solo compartieron plantel sino también, el equipo titular que terminó tercero en esa competición.
“Jugamos juntos y sé que es muy buena gente. Es muy buena persona y le deseo lo mejor. El fútbol está inmerso en situaciones que te ponen a prueba”, recordó Azconzábal sobre Arruabarrena, cuestionado en su cargo, pese a salir campeón en 2015.
Meses antes de la competencia se escribió una importante nota al pie a esta historia en La Plata. Con apenas 16 años, Azconzábal tomaba junto a Juan Sebastián Verón y Ariel Zapata (su actual ayudante de campo), otros integrantes de ese equipo, un colectivo todos los días para llegar hasta el edificio de AFA. De allí, la entidad madre del fútbol los llevaba al predio de Ezeiza para entrenar. De vuelta, el mismo trío se tomaba otro colectivo
Claudio Husaín, también miembro del equipo, le había contado a La Nación en mayo del año pasado, que Arruabarrena y Gallardo hacían el mismo trayecto en el auto del padre del DT de Boca.
La penúltima de las páginas está guardada en la pequeña Sankt Pölten, una ciudad ubicada a menos de 70 kilómetros al oeste de Viena, en Austria. Allí vive actualmente Carlos Chaile, el defensor tucumano nacido en Bella Vista, que también fue parte del plantel que estuvo en el Mundial. Chaile, además, fue compañero de habitación de Arruabarrena en Viareggio y guarda en su memoria una descripción de él, muy similar a la de Azconzábal. “El ‘Vasco’ era un tipo muy profesional, se cuidaba muchísimo. Se veía que tenía algo diferente”, recuerda Chaile de el técnico “xeneize”.
“Me acuerdo que después de cada partido se metía en una bañera para hacer las regeneraciones de frío y calor, pero en ese momento yo no tenía idea que era. ‘¿Qué hace?’, me preguntaba”, contó Chaile desde Austria. “Fue el capitán de ese equipo y se lo tenía muy merecido. Me alegro que le haya ido tan bien en su carrera”.
“Azconzábal siempre fue un tipo derecho y muy frontal. Cuando llegó estaba pesado en lo físico pero después lo pusieron a punto y jugó casi siempre de titular”, agrega el de Bella Vista que actualmente se encuentra dirigiendo una academia de fútbol en Austria.
El epílogo de la historia que une a los dos vascos se escribirá hoy, cuando se enfrenten por primera vez como entrenadores.
Si la contamos en orden cronológico, la primera fue escrita en Euskadi, la comunidad autónoma española donde nacieron los antepasados de ambos técnicos que, no por nada, son apodados como “Vascos”. “Por algo soy vasco y tengo sangre vasca”, llegó a decir el entrenador de Boca por su calentura cuando su equipo quedó afuera de la Copa Libertadores.
“Somos vascos y entrenadores los dos, no tengo mucho más para decir”, acotó el técnico de Atlético.
Otra de las páginas se escribió en la Toscana, más precisamente en la ciudad italiana de Viareggio. Allí, concentró el plantel del seleccionado argentino sub 17 en el Mundial de Italia 1991. Azconzábal y Arruabarrena no solo compartieron plantel sino también, el equipo titular que terminó tercero en esa competición.
“Jugamos juntos y sé que es muy buena gente. Es muy buena persona y le deseo lo mejor. El fútbol está inmerso en situaciones que te ponen a prueba”, recordó Azconzábal sobre Arruabarrena, cuestionado en su cargo, pese a salir campeón en 2015.
Meses antes de la competencia se escribió una importante nota al pie a esta historia en La Plata. Con apenas 16 años, Azconzábal tomaba junto a Juan Sebastián Verón y Ariel Zapata (su actual ayudante de campo), otros integrantes de ese equipo, un colectivo todos los días para llegar hasta el edificio de AFA. De allí, la entidad madre del fútbol los llevaba al predio de Ezeiza para entrenar. De vuelta, el mismo trío se tomaba otro colectivo
Claudio Husaín, también miembro del equipo, le había contado a La Nación en mayo del año pasado, que Arruabarrena y Gallardo hacían el mismo trayecto en el auto del padre del DT de Boca.
La penúltima de las páginas está guardada en la pequeña Sankt Pölten, una ciudad ubicada a menos de 70 kilómetros al oeste de Viena, en Austria. Allí vive actualmente Carlos Chaile, el defensor tucumano nacido en Bella Vista, que también fue parte del plantel que estuvo en el Mundial. Chaile, además, fue compañero de habitación de Arruabarrena en Viareggio y guarda en su memoria una descripción de él, muy similar a la de Azconzábal. “El ‘Vasco’ era un tipo muy profesional, se cuidaba muchísimo. Se veía que tenía algo diferente”, recuerda Chaile de el técnico “xeneize”.
“Me acuerdo que después de cada partido se metía en una bañera para hacer las regeneraciones de frío y calor, pero en ese momento yo no tenía idea que era. ‘¿Qué hace?’, me preguntaba”, contó Chaile desde Austria. “Fue el capitán de ese equipo y se lo tenía muy merecido. Me alegro que le haya ido tan bien en su carrera”.
“Azconzábal siempre fue un tipo derecho y muy frontal. Cuando llegó estaba pesado en lo físico pero después lo pusieron a punto y jugó casi siempre de titular”, agrega el de Bella Vista que actualmente se encuentra dirigiendo una academia de fútbol en Austria.
El epílogo de la historia que une a los dos vascos se escribirá hoy, cuando se enfrenten por primera vez como entrenadores.
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