08 Febrero 2016
“A los jóvenes les pido: no pierdan los estribos detrás del mal vicio del alcohol”
Catalina Cruz, de 78 años, es la nueva representante de la Madre Tierra. Ayer fue presentada durante la ceremonia central de la 69ª Fiesta Nacional de la Pachamama, en Amaicha del Valle. La enorme convocatoria desbordó los servicios del pueblo, que tuvo plena ocupación hotelera. “Vivimos en la era de los derechos culturales”, dijo Juan Pablo Lichtmajer, ministro de Educación
La Pachamama es joven, vital y directa para transmitir su mensaje. Es una mujer seria, que lleva impresa en su piel las varias décadas que ha pasado en el campo, cuidando hacienda propia y ajena. Está orgullosa y emocionada de ser la nueva representante de la Madre Tierra, pero aún así no puede ocultar su preocupación. La nueva Pachamama está preocupada por los jóvenes, y a ellos les dirigió su mensaje ayer, cuando la tierra de los 360 días de sol se convirtió en la “capital” de los pueblos que se acomodan en los Valles Calchaquíes.
“A los jóvenes quiero decirles: que no pierdan los estribos detrás del mal vicio del alcohol. Y que respeten a sus abuelos, que escuchen sus consejos para ir por el buen camino”, dijo. A su alrededor era todo desenfreno carnavalero: Amaicha festejaba la 69ª Fiesta Nacional de la Pachamama, que se extenderá hasta mañana.
El Consejo de Ancianos decidió que Catalina Cruz fuera la Pachamama 2016. Tiene 78 años y ha pasado más de la mitad de su vida con la caja y las coplas colgando del hombro. “Soy coplera desde siempre, no le puedo decir desde hace cuántos años, pero desde que era muy chiquita”, dijo.
Colapsados
En Amaicha no cabía un alfiler durante el fin de semana largo. Cientos de turistas “rebotaron” cuando quisieron conseguir hospedaje en el pueblo, por lo que tuvieron que alojarse en casas de familia o en otros parajes, como Santa María, Colalao del Valle o Quilmes. Es que la Fiesta de la Pachamama parece convocar más gente cada año, generando el colapso de los servicios.
Por segundo año consecutivo, la fiesta se desarrolló en un predio especialmente acondicionado. Allí se trasladaron las tradicionales pascanas (puestos de comidas típicas) y la enramada que solían embellecer las calles que bordean la plaza principal del pueblo. Se tomó esa decisión precisamente por la inmensa convocatoria de la fiesta, que tras cuatro días de vino, folclore y pintura arruinaban el paseo público.
“Ha venido muchísima gente, a nosotros nos supera tanta afluencia de visitas que vienen de todos lados del país y del exterior también”, admitió Eduardo Nieva, cacique de Amaicha. Aún así, celebra el éxito de la fiesta: “es un evento que une a las familia, porque vienen juntos padres, hijos y abuelos”.
Guía espiritual
A Nieva le entusiasma que su pueblo cuente con una nueva Pachamama, a la que considera una guía espiritual en quien apoyarse para el rumbo que toma el pueblo. Ese camino, dijo, viene cada año con una mayor conciencia de los pueblos originarios. “Me emociona el respeto que tiene por los pueblos originarios la gente que nos visita y el compromiso de cuidar ese legado que asume”, ponderó.
Entre las autoridades provinciales presentes durante la ceremonia central estuvieron Sebastián Giobellina, presidente del Ente Tucumán Turismo, y el ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer. Este último se refirió a la riqueza que obtiene la sociedad entera al compartir y aprender de los pueblos originarios.
“Durante casi 200 años nuestro país se privó de la maravillosa riqueza de los saberes ancestrales. En materia de ambiente, de buen vivir, de derechos humanos, de propiedad de la tierra, de salud y alimentación, el respeto de estos pueblos por sus mayores... esos saberes estuvieron eclipsados durante mucho tiempo. Ahora vivimos en la era de los derechos culturales, y es algo que debemos tomar con toda seriedad”, definió.
“A los jóvenes quiero decirles: que no pierdan los estribos detrás del mal vicio del alcohol. Y que respeten a sus abuelos, que escuchen sus consejos para ir por el buen camino”, dijo. A su alrededor era todo desenfreno carnavalero: Amaicha festejaba la 69ª Fiesta Nacional de la Pachamama, que se extenderá hasta mañana.
El Consejo de Ancianos decidió que Catalina Cruz fuera la Pachamama 2016. Tiene 78 años y ha pasado más de la mitad de su vida con la caja y las coplas colgando del hombro. “Soy coplera desde siempre, no le puedo decir desde hace cuántos años, pero desde que era muy chiquita”, dijo.
Colapsados
En Amaicha no cabía un alfiler durante el fin de semana largo. Cientos de turistas “rebotaron” cuando quisieron conseguir hospedaje en el pueblo, por lo que tuvieron que alojarse en casas de familia o en otros parajes, como Santa María, Colalao del Valle o Quilmes. Es que la Fiesta de la Pachamama parece convocar más gente cada año, generando el colapso de los servicios.
Por segundo año consecutivo, la fiesta se desarrolló en un predio especialmente acondicionado. Allí se trasladaron las tradicionales pascanas (puestos de comidas típicas) y la enramada que solían embellecer las calles que bordean la plaza principal del pueblo. Se tomó esa decisión precisamente por la inmensa convocatoria de la fiesta, que tras cuatro días de vino, folclore y pintura arruinaban el paseo público.
“Ha venido muchísima gente, a nosotros nos supera tanta afluencia de visitas que vienen de todos lados del país y del exterior también”, admitió Eduardo Nieva, cacique de Amaicha. Aún así, celebra el éxito de la fiesta: “es un evento que une a las familia, porque vienen juntos padres, hijos y abuelos”.
Guía espiritual
A Nieva le entusiasma que su pueblo cuente con una nueva Pachamama, a la que considera una guía espiritual en quien apoyarse para el rumbo que toma el pueblo. Ese camino, dijo, viene cada año con una mayor conciencia de los pueblos originarios. “Me emociona el respeto que tiene por los pueblos originarios la gente que nos visita y el compromiso de cuidar ese legado que asume”, ponderó.
Entre las autoridades provinciales presentes durante la ceremonia central estuvieron Sebastián Giobellina, presidente del Ente Tucumán Turismo, y el ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer. Este último se refirió a la riqueza que obtiene la sociedad entera al compartir y aprender de los pueblos originarios.
“Durante casi 200 años nuestro país se privó de la maravillosa riqueza de los saberes ancestrales. En materia de ambiente, de buen vivir, de derechos humanos, de propiedad de la tierra, de salud y alimentación, el respeto de estos pueblos por sus mayores... esos saberes estuvieron eclipsados durante mucho tiempo. Ahora vivimos en la era de los derechos culturales, y es algo que debemos tomar con toda seriedad”, definió.
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