En la vieja escuela de Las Talitas todo huele a nuevo

En la vieja escuela de Las Talitas todo huele a nuevo

La casera y los vecinos celebran el fin de una larga postergación, gracias al aporte de $ 9,5 millones en obras

NUEVAS INSTALACIONES. El gobernador y los dos ministros de Educación de ingresan a las aulas recién pintadas.  NUEVAS INSTALACIONES. El gobernador y los dos ministros de Educación de ingresan a las aulas recién pintadas.
15 Enero 2016
Empujada por la necesidad, la escuela Anselmo Rojo se abrió lugar en el club social “La Pachanguera”, hace 45 años. Estaba rodeada de quintas y un puñado de casas modestas, cuenta la casera, Mirta Camaya de Chavarría, que vive con su familia desde hace seis años en el predio de la escuela, aunque trabaja en ella hace 27 como personal auxiliar. “Todos esos paredones - señala con la mano- antes no existían. Era un solo alambrado de púas”, recuerda con emoción al ver el edificio totalmente modernizado y ampliado.

“Esta escuelita fue fundada por el general Bussi, en el 71”, dice como en secreto. Cuando dejó de funcionar en el local del club social la trasladaron a una dependencia de la iglesia San José Obrero, hasta que en 1978 por fin consiguió un terreno propio. Hoy la escuela alberga a 350 chicos de nivel inicial (con dos flamantes salas de jardín para cuatro años), y de primaria (con dos nuevas aulas para ellos). También fueron inauguradas una biblioteca, un área administrativa y baños nuevos. Se amplió el patio cubierto y se construyó un playón polideportivo.

Se acordaron
“¡Nunca antes se habían acordado de nosotros de esta manera!”, se sorprende Mercedes Torres, vecina de Las Talitas y ex alumna de la escuela, igual que sus siete hijos y, ahora, sus nietos. “Hasta hace poco más de un año los techos tenía enormes goteras y los baños eran un desastre. Las maestras vivían faltando y no tenían reemplazantes. Nunca le dieron importancia a esta escuela, me alegro de que por fin se acuerden de nosotros. Las cosas han empezado a cambiar”, dice la abuela que junto a sus vecinas Eustaquia Moreno, Rita Ávila, Juana Avila de Páez y Nancy Moreno han venido a acompañar a las maestras en la inauguración.

“De paso, vamos a tratar de hablar con el Gobernador, porque queremos pedirle que nos den viviendas. Somos 10 familias que vivimos a la orilla del Canal Norte y con cada tormenta pensamos que ya nos va a llevar el agua, no podemos seguir viviendo así”, reconoce mientras se apantalla la cara con un cartón. El sudor le cae por la frente. El calor es insoportable bajo el tinglado de la escuela donde se realiza la ceremonia.

Una mujer con un niño en los brazos pide un vaso de agua. Está a punto de desmayarse. El patio está repleto de vecinos, padres pero también militantes que hacen sonar bombas de estruendo cada vez que empieza a hablar algún funcionario.

Escasos recursos
A la escuela concurren niños de muy bajos recursos, es por eso que los padres han pedido que la escuela tenga jornada completa. La solicitud se cursó por expediente, en 2011, en el Ministerio de Educación, contó la directora de la escuela, Fátima Roldán. Actualmente los niños ingresan al establecimiento a las 8 y salen a las 12. “Entiendo que con la jornada extendida como es el compromiso que tomó el ministro Esteban Bullrich, los alumnos estarán dos horas más en el establecimiento. En ese caso a los chicos les corresponde un complemento nutricional. La jornada completa, que solicitan los padres, en cambio, significa extender un poco más la jornada, hasta las 16, e incluir el almuerzo”, explica la directora.

El intendente, Carlos Najar, se hace eco del pedido de los padres. “Por la situación de la gente sería bueno que se implemente la jornada completa, para que los chicos puedan estar más contenidos en la escuela ya que la mayoría de los padres trabajan”, dice.

El municipio de Las Talitas cuenta con dos escuelas primarias, Provincia de Santa Fe y Gobernador Anselmo Rojo y otra de educación especial. A siete cuadras de esta última se encuentra la escuela secundaria.

Mirta de Chavarría siente que le mejoraron su casa, que es la escuela. Su esposo está ciego a causa de una diabetes, reniega porque el Subsidio de Salud no le cubre más que la mitad de la operación. Lleva cinco intervenciones quirúrgicas sin ningún resultado positivo. “Casi vivimos con la pensión de nuestra hija que es discapacitada porque gastamos mucho en salud”, cuenta. A pesar de su lamento, la nueva escuela la pone feliz.

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