14 Enero 2016
SUFRIR POR DEPORTE. El piloto de Motos, Alberto Urquía, deambula en el desierto de Belén, bajo un sol implacable. REUTERS
LA RIOJA.- Calor extremo, tormentas, crecidas de ríos y varias etapas recortadas o canceladas: la edición 2016 del Rally Dakar será recordada por los pilotos como una de las más duras en el aspecto climático.
“Es mi noveno Dakar pero nunca antes había pasado tanto calor”, sostuvo el brasileño Roldan Lourival, copiloto de su compatriota Leandro Torres en el Polaris 367. Esto fue el martes, poco después de finalizar la novena etapa en Belén, Catamarca. “Fue un auténtico infierno, tanto para los pilotos como para las máquinas. Nunca antes me había ocurrido algo así: es como si el coche se estuviera a punto de prender fuego. El combustible y el aceite estaban en ebullición”, contó Lourival.
El Dakar volvió a sufrir ayer un retraso en la salida debido a las tormentas de la noche del martes; finalmente fue acortada. No se trató de un hecho aislado, sino más bien de una constante en esta edición. Ya en la primera semana el mal clima le jugó una mala pasada, cuando tuvo que anular su primera etapa (Rosario-Carlos Paz) y recortar el recorrido de las dos siguientes (Carlos Paz-Las Termas y Las Termas-Jujuy). La razón fue que las lluvias habían estropeado los caminos. Algo similar ocurrió en la jornada 7 (Uyuni-Salta) a raíz de la crecida de un río que les impidió a los motociclistas completar todo el tramo.
Cuando la carrera tuvo su primer contacto con la arena y la navegación pura, de nuevo volvieron los recortes. Eso pasó en la etapa 9, Belén-Belén, pero esta vez el agua no tuvo nada que ver. El contratiempo llegó por el lado de las altas temperaturas, un condimento que se esperaba para la parte final de la prueba y que siempre le ha dado dolores de cabeza al Dakar desde que llegó a Sudamérica.
“Todo ardía en el coche, mis pies, mis manos, el agua que llevábamos. Fue una auténtica locura. Nunca había vivido algo igual”, señaló el brasileño Torres.
Recordando lo sucedido en 2014, cuando el calor extremo hizo estragos en los participantes durante el quinta especial entre Chilecito (La Rioja) y Tucumán, esta vez la organización decidió dar por terminado el tramo.
Desde los helicópteros se veía que los motociclistas quedaban trabados en la arena sin poder sortear las dunas y muchos se refugiaban del sol en la sombra de los arbustos. “El tramo estuvo bien acortado. Hacía muchísimo calor. En el auto la temperatura superó los 60 grados. Correr así era muy peligroso”, dijo Juan Manuel Silva. Su opinión fue compartida por pilotos como el francés Stéphane Peterhansel y el español Nani Roma, aunque aquellos que pelean por la victoria (el qatarí NasserA-Attiyah y el sudafricano Giniel De Villiers) no estuvieron del todo de acuerdo.
Mientras la organización busca ser cautelosa y dar prioridad a la seguridad, no son pocos los espectadores que señalan que tantos contratiempos le restaron atractivo a la competencia más dura del mundo.
“Es mi noveno Dakar pero nunca antes había pasado tanto calor”, sostuvo el brasileño Roldan Lourival, copiloto de su compatriota Leandro Torres en el Polaris 367. Esto fue el martes, poco después de finalizar la novena etapa en Belén, Catamarca. “Fue un auténtico infierno, tanto para los pilotos como para las máquinas. Nunca antes me había ocurrido algo así: es como si el coche se estuviera a punto de prender fuego. El combustible y el aceite estaban en ebullición”, contó Lourival.
El Dakar volvió a sufrir ayer un retraso en la salida debido a las tormentas de la noche del martes; finalmente fue acortada. No se trató de un hecho aislado, sino más bien de una constante en esta edición. Ya en la primera semana el mal clima le jugó una mala pasada, cuando tuvo que anular su primera etapa (Rosario-Carlos Paz) y recortar el recorrido de las dos siguientes (Carlos Paz-Las Termas y Las Termas-Jujuy). La razón fue que las lluvias habían estropeado los caminos. Algo similar ocurrió en la jornada 7 (Uyuni-Salta) a raíz de la crecida de un río que les impidió a los motociclistas completar todo el tramo.
Cuando la carrera tuvo su primer contacto con la arena y la navegación pura, de nuevo volvieron los recortes. Eso pasó en la etapa 9, Belén-Belén, pero esta vez el agua no tuvo nada que ver. El contratiempo llegó por el lado de las altas temperaturas, un condimento que se esperaba para la parte final de la prueba y que siempre le ha dado dolores de cabeza al Dakar desde que llegó a Sudamérica.
“Todo ardía en el coche, mis pies, mis manos, el agua que llevábamos. Fue una auténtica locura. Nunca había vivido algo igual”, señaló el brasileño Torres.
Recordando lo sucedido en 2014, cuando el calor extremo hizo estragos en los participantes durante el quinta especial entre Chilecito (La Rioja) y Tucumán, esta vez la organización decidió dar por terminado el tramo.
Desde los helicópteros se veía que los motociclistas quedaban trabados en la arena sin poder sortear las dunas y muchos se refugiaban del sol en la sombra de los arbustos. “El tramo estuvo bien acortado. Hacía muchísimo calor. En el auto la temperatura superó los 60 grados. Correr así era muy peligroso”, dijo Juan Manuel Silva. Su opinión fue compartida por pilotos como el francés Stéphane Peterhansel y el español Nani Roma, aunque aquellos que pelean por la victoria (el qatarí NasserA-Attiyah y el sudafricano Giniel De Villiers) no estuvieron del todo de acuerdo.
Mientras la organización busca ser cautelosa y dar prioridad a la seguridad, no son pocos los espectadores que señalan que tantos contratiempos le restaron atractivo a la competencia más dura del mundo.
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